JULIANA MÁRQUÉZ
El arte es plural, se escribe con "a" minúscula
“El arte es abierto, es plural, por eso, se escribe con ‘a’ minúscula”. Esta es la manera como Juliana Márquez define al arte, una pregunta muy difícil de responder para un artista, porque el arte es como el amor, cada persona lo percibe de forma distinta, y para Juliana es “una forma plástica que te permite moldear ciertos aspectos de la vida, como percibes el mundo y como representas ese mundo que percibes”.
El arte es transformador de realidades y eso la artista lo tiene claro, por eso es que lo aplica en su entorno. A Juliana le gusta involucrarse en el arte desde varias líneas, estudia Artes Plásticas, hace parte del grupo de percusión folclórica, del grupo de teatro y del colectivo independiente Agartha, pero su fuerte profesional son las artes manuales. Hacer arte implica impactar, cautivar, generar un pensamiento o reflexión en aquel que está admirando una obra. Ese es, precisamente, el objetivo de Juliana cuando sus manos crean.
Cuerpo público. Espacio privado. Colectivo Agartha
Por otro lado, estamos acostumbrados a la estratificación del arte, donde este solo es considerado como tal si puede ser apreciado en galerías y museos por un tipo específico de personas. Con el deseo de llevarlo más allá y de compartir sus conocimientos, Juliana decidió hacer formación comunitaria y movilizar un barrio de Bogotá a través del arte. Pero este no es cualquier barrio, es San Miguel, ubicado en la localidad cuarta de San Cristóbal, el lugar que vio crecer a Juliana.
Este proyecto de pedagogía con la comunidad es muy personal para la artista, porque está creando y reconstruyendo memoria en una zona que alberga la mayor parte de la suya.
A finales del año pasado, Juliana empezó a plantear el proyecto, a través del cual quiere compartir sus conocimientos de grabado y dibujo, partiendo de la idea de que era el momento de empezar a trabajar, a moverse con una propuesta que le permitiera entrar en el mundo del arte. Ahí es cuando participa y gana uno de los estímulos que el Distrito les brinda a los artistas.
Retratos realizados en los talleres del barrio San Miguel
Desde ese momento, el trabajo ha sido duro y gratificante. Después de ganarse la convocatoria, Juliana empieza a pensar en qué le va a enseñar a la comunidad, qué técnica va a utilizar y qué enfoque le va a dar al proyecto.
Una vez ese enfoque queda claro, la artista se puso manos a la obra y empezó a preparar sus sesiones, siempre con el pensamiento de que estas debían estar vinculadas con las experiencias propias de los asistentes, pues como afirma, “el barrio está cambiando, hay que construir y hacer presente esas memorias que se consignan a través de experiencias que se han tenido, más que vivir un hecho histórico”.
Aunque el proyecto barrial es propio de Juliana, el Colectivo Agartha también tendrá su participación en este con charlas y sesiones que la artista tiene en mente, pues se pretende construir conocimiento colectivo en torno al arte, para enriquecer así a los estudiantes que van a sus talleres.
Trabajo en el taller del barrio San Miguel
Hasta ahora, la experiencia comunitaria ha sido satisfactoria: “cambia bastante la manera como las comunidades perciben. Lo que espero es que este ejercicio modifique el modo en el que ellos ven, y al transcurrir las clases, generarles algo. Aún no puedo definir qué quiero generar en cada uno, pero sí despertar en ellos algo a partir del dibujo y del grabado”.
Pero no solo es Juliana la que genera algo en sus estudiantes, ellos, a pesar del poco tiempo que llevan en los talleres y los retos que se han presentado en el proceso, también han generado en la artista sentimientos y emociones: “una cosa es como entiendes al arte y otra en cómo piensas dar una clase, pero realmente cuando la das es diferente, uno aprende de cómo ellos perciben el mundo. Además, lo motivan a uno y me emociono cuando se acerca el sábado para dar mi clase”.