Una experiencia de vida desde desde el diseño y la inclusión en medios digitales

Por: Andrés Felipe Parra Vela

El diseño inclusivo se define como un elemento sobre el que se enfatiza la contribución que se hace disciplinarmente frente a la comprensión de la diversidad de los usuarios, con el fin de incluir a tantas personas como sea posible y en el que es determinante la cobertura de la variación en capacidades, necesidades y aspiraciones (University of Cambridge, 2017). Desde este enfoque de diseño que cobija a diversos campos hermanos, la línea del diseño interactivo vinculada a la inclusión ha surgido en los últimos años como una necesidad sentida desde espacios interdisciplinares, con el fin de orientar productos y servicios desde las capacidades humanas. Particularmente desde experiencias personales a nivel profesional y docente, se determina como interés de la presente editorial, una reflexión crítica sobre el papel del diseño de interfaces bajo un enfoque inclusivo para los tiempos que vivimos hoy y más si se quiere pensar en diseñar un entorno digital para todos.

Esta afirmación lleva a preguntarle a nuestros lectores ¿cómo desde la academia se da respuesta al diseño inclusivo? y ¿desde nuestras escuelas de diseño se contempla un currículo o competencias orientadas a la inclusión? 

Dando respuesta a la primera inquietud, la figura 1 ilustra el mapa de actividades clave de Cambridge, el cual en su portal Web brinda herramientas de diseño proyectadas para la inclusión. Sin duda, la aplicación de este diseño metodológico desde campos del diseño como el interactivo, gráfico, arquitectónico o el industrial; permita a los equipos de trabajo trazar un plan de trabajo riguroso, dando respuesta no solo a las capacidades humanas, también a los lineamientos y normativas vigentes en lo que refiere a gobierno electrónico a nivel mundial. Asimismo, la accesibilidad web en los últimos diez años ha cobrado fuerza en términos de esas cualidades que las interfaces digitales deben tener para propiciar inclusión y una experiencia de usuario para todos.

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Nota: mapa de actividades clave de la Universidad de Cambridge. Recuperado a partir de http://www.inclusivedesigntoolkit.com/GS_map/map.html

En ese sentido, el desarrollo de las actividades desde el diseño y la inclusión en medios digitales se presenta como una oportunidad para la reflexión crítica alrededor del gobierno electrónico y los espacios participativos democratizados sobre los cuales se habita hoy en el ciberespacio. A este respecto, Zallio y Clarkson (2021) comentan que “la inclusión no es simplemente cuestión de hacer un diseño que funciona bien para las personas con discapacidad, pero su definición ampliada también incluye comprender cómo se comportan las personas, cómo socializan, cómo viven y cómo acceden al espacio”. A partir de esta idea, es importante re-pensar la actividad en los talleres de diseño y cómo se aborda este reto para los diseñadores en formación.

Es el llamado que en estas líneas se presenta a los jóvenes diseñadores y es pensar de forma incluyente el entorno digital y particularmente los trámites y los servicios en línea sobre los que se ejerce ciudadanía digital. Para tal efecto, se retoma una idea sobre la que al finalizar la investigación propia de maestría titulada “Aportes metodológicos al diseño web Inclusivo dirigido al adulto mayor, caso: ciudadanía digital en Bogotá”, se expresa como en poblaciones de adultos mayores la alfabetización digital requiere competencias como la autoeficacia y la autocapacitación producto de la necesidad de las personas; así como la incidencia positiva que tienen los medios digitales en la calidad de vida y en la autonomía de ellos (Parra-Vela, 2018). En ese orden de ideas, una línea de investigación emanada de esta afirmación es ¿Cuál es el panorama qué se presenta hoy bajo un escenario post-pandemia en el que el diseño interactivo demostró su potencialidad para que el mundo siguiera su curso?

Para tal efecto, es importante considerar que muchos trámites y servicios de orden electrónico comenzaron su migración a plataformas digitales dada la situación de emergencia sanitaria que se vivió entre los años 2020 y 2021, surtiendo una serie de cambios sustanciales en los modos de vida y sobre todo en la forma sobre la cual nos relacionamos con otros. Este ejercicio de ciudadanía digital, demuestra la necesidad de optimizar los servicios y ampliar la cobertura desde el diseño centrado en el usuario, acortando así las brechas excluyentes de alfabetización digital y adaptando las interfaces a las necesidades de las personas.

Dicha consideración, refuerza una convicción personal sobre el rol docente, en la cual el compartir e instruir diseñadores en formación en el proceso de inclusión digital y rediseñar en los talleres de diseño trámites y servicios en líneas para los usuarios en Colombia, propicia ejercicios académicos desde los lineamientos de accesibilidad web, las pautas de diseño universal, los principios del diseño para todos o los métodos de diseño inclusivo, y ante todo la creación de interfaces más amigables y adaptables a las personas. Prospectivamente, este es un punto de partida para el aporte metodológico al diseño incluyente con la intención de dar respuesta a la segunda interrogante con la que se inicia la presente editorial.

A manera de conclusión, esta es una inquietud sentida sobre la academia y desde los espacios extracurriculares como semilleros y el observatorio, pueden aportar significativamente a formar diseñadores competentes que genera en propuestas que propendan por enfoques de diseño incluyentes y adaptados a las capacidades humanas. En términos de diseño de interfaz ha crecido esta necesidad a partir de la pandemia y un interés de parte de los egresados de diseño para proponer una humanización de los servicios digitales. Posiblemente futuras investigaciones permitan pensar las mediaciones tecnológicas bajo el proceso de un enfoque diferencial y abordando otros aspectos vinculados a validar temas como el rango de edad, las capacidades humanas y la diversidad de género.