Por: Magdalena Monsalve
¿Con qué herramientas cuenta el que evalúa a los Diseñadores Gráficos?
La evaluación se contempla naturalmente como parte de los procesos de enseñanza y aprendizaje, sin embargo la reflexión sobre ella misma no es tan común y tampoco parecíera urgente. Preguntas que movilizan reflexiones y acercamientos podrían partir de la siguiente pregunta problema: ¿Cómo se evalúan los procesos del diseño gráfico a través de herramientas o instrumentos pedagógicos?, y dentro de estas ¿Qué dimensiones o capaz de valor es posible identificar?. El horizonte conceptual de esta indagación entiende la evaluación en el contexto de "Aprendizaje profundo". Este concepto proviene del Proyecto Zero, que desarrolla Harvard desde 1967 con el fin de mejorar y entender la educación y la enseñanza promoviendo el pensamiento de los estudiantes mediante preguntas o afirmaciones abiertas, se propone ir más allá del conocimiento, contemplando la posibilidad de dominarlo, transformarlo y utilizarlo para resolver problemas reales y aportar explicaciones, incorporar evidencias y ejemplos, generalizar, realizar aplicaciones a situaciones nuevas e implementar analogías pertinentes a lo que se está aprendiendo.
Así, la evaluación, se entiende como la parte integral del aprendizaje y en general, concibe que la evaluación de procesos creativos requiere de herramientas no tradicionales que los docentes exploren y les permitan acercamientos a la evaluación que se caracterizan por propiciar la reflexión desde lo conocido hasta lo desconocido. De esta manera, el desarrollo de las preguntas planteadas por Perkins, "¿Cómo enseñar?" y "¿Qué enseñar"( Fundación Telefónica, 2012), naturalmente conducen a preguntarse ¿cómo evaluar? y ¿qué evaluar?.
Otra de las fuentes teóricas que pueden orientar estas respuestas son las exploraciones de María Acaso y Paloma Manzanera(2015) sobre la "educación disruptiva", enmarcanda en el movimiento edupunk. Su experiencia suscita interrogantes acerca de cómo se evalúa en el presente y podrían sintetizarse en la pregunta :¿Qué tan disruptiva resulta la experiencia de la evaluación a la luz de los instrumentos mediante los cuales se llevan a cabo?
De igual forma, una mirada general a los hallazgos de esta indagación, muestra que la evaluación en el contexto del taller debe tener unas características particulares que surjan de una comprensión menos vertical de la evaluación. Por ejemplo y en relación con la percepción de los estudiantes sobre las herramientas de evaluación, es notorio que hay un desajuste entre la experiencia del estudiante al ser evaluado y la pertinencia que en su percepción tiene la herramienta de evaluación en este proceso. Esa descoordinación, puede hablar de cómo, de otras formas, en los procesos de evaluación prima el ejercicio de autoridad del docente y la institución frente al reconocimiento de la comunicación y la construcción colectiva de conocimiento. Esta dinámica transaccional, deja por fuera un componente que en el universo de los talleres de creación es definitivo, la subjetividad. Si bien, para los estudiantes, es claro que en la evaluación aflora fundamentalmente la subjetividad, gusto, trayectoria del docente evaluador, también lo es que, existe la necesidad y en ciertos casos se reconoce la ocurrencia, del reconocimiento de la subjetividad del estudiante. Es decir, si esta dimensión hace parte implícita del trabajo pedagógico en el taller, una dimensión de la evaluación que se presenta como horizonte posible de la construcción, debería implicar un espacio de negociación y reconocimiento de subjetividades junto con los afectos que convergen en el espacio tiempo del taller. De esta manera, se está vinculando la biografía de cada uno de los participantes, pero no de manera implícita, sino como parte de la construcción colectiva de la evaluación permanente, como un campo de sentido y no como una ocurrencia valorativa.
Y por último, es notoria la urgencia que se mantienen en las aulas de clase por someter el proceso creativo a la autoridad del docente. Esta idea, reitera la importancia de las preguntas acerca de la evauación como parte del aprendizaje y no de la validación externa. Este cambio cultural, como es reconocido por algunos docentes, implica un trabajo colectivo que cuestione las maneras habituales para hacer sugir a la luz el currículo oculto de la evaluación, para que por lo menos, las desiciones acerca de la forma, herramientas y concepciones de la evaluación se trasmiten desde la discución académica y no desde la constumbre. Esto, como puede verse, tiene que ver con la concepción de la evaluación como un momento en el que se expresa la ideología. Al reconocer o poner en cuestión una única fuente de validación del trabajo, se está señalando una manera de ser en el mundo social, donde la autoridad está validada previa a la experiencia en la cual entra en juego. Esta dimensión, política, claramente, implica que el espacio del aula, del taller en este caso, concebido como un lugar de intercambios, de posibilidades y de restricciones, es un lugar de obediencia y no de construcción activa desde la individualidad y el afecto. Al pensar la evaluación en su dimensión política y reconocer el ejercicio de poder que existe en ella es necesario, por lo menos para mí, intentar hacer el trabajo en el taller un espacio de crecimiento que sólo es posible en la medida en que todas las perspectivas, biografía, afectos y sensibilidades tengan un espacio de expresión. En plabras de Ranciére:
La explicación no es necesaria para remediar una incapacidad de comprensión.
Todo lo contrario, esta incapacidad es la ficción que estructura la concepción
explicadora del mundo.El explicador es el que necesita del incapaz y no
al revés, es él que constituye a incapaz como tal.Explicar alguna cosa
a alguien, es primero demostrarle que no puede comprenderla por
sí mismo.
Antes de ser el actor del pedagogo, la explicación es el mito de la pedagogía,
la parábola de un mundo divididos en espíritus sabios y espíritus ignorantes,
espíritus maduros e inmaduros, capaces e incapaces, ineligentes y estúpidos.
(Ranciére, 2003)
Podríamos decir, que la pedagogía a la cual aspira esta indagación está en relación con la idea de un mundo en el cual todos los participantes en el taller sean sabios y capaces de gestionar su propio conocimiento, su propio camino creativo que será su personalidad creativa en el mundo laboral. Es decir, y de nuevo en palabras del filósofo francés, una pedagogía emancipadora, en la cual, es la inteligencia del estudiante emancipado de la voluntad ejercida por el rol ordenador y paternal del docente la que define su destino y, su ignorancia la que garantice la posibilidad de su aprendizaje. En esta dimensión, el papel del docente también debe cuestionarse como el ostentador de una moral organizadora del mundo entre válido e inválido y más bien, permitirse, ser el organizador de un espacio, el taller, en donde se garantice que la inteligencia, la sensibilidad y los afectos de los estudiantes sean el centro del conocimiento.
Referencias:
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Sobre el autor:
Magíster en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia. Profesional en Diseño Gráfico de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. Ha dedicado su carrera a actividades de creación en torno a las artes visuales y el diseño. Docente de tiempo completo del Programa de Diseño Gráfico de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Tiene una amplia experiencia en el campo editorial y como docente en varias universidades colombianas. Es par evaluador del Comité Interno de Asignación de Reconocimiento de Puntaje de la Vicerrectoría Académica de la Universidad Nacional de Colombia y Par Académico del Ministerio de Educación Nacional, entre otros.
Obtuvo el reconocimiento de Excelencia en Docencia de la UJTL en el año 2018. Hace parte del grupo de investigación Estudios de la imagen del Programa de Diseño Gráfico de la UJTL. En los últimos años su interés se enmarca en los procesos de enseñanza y aprendizaje en diseño gráfico. Es coautora del libro Desde el Taller: 32 notas para la enseñanza y aprendizaje del Diseño Gráfico, publicado por la Editorial UJTL.