Santiago Forero Lloreda
Profesor investigador
Línea de Ocio, Creación y Desarrollo Humano
Observatorio de Diseño y Creación
AADP-FAD-UTADEO
Se hace verdaderamente aventurado comprender el devenir del desarrollo humano cuando se observan los procesos que subyacen a la creación, sean estos naturales a las materialidades, técnicas, a la sensibilidad o a los distintos recursos intelectuales o experienciales implicados; y, se torna aún más contingente, cuando específicamente se llevan al campo de su cultivo, de su formación y de su florecimiento, es decir, cuando se observan las circunstancias, contextos y mecanismos culturales con los cuales una persona dispone de los recursos necesarios para explorar sus capacidades y motivaciones a ser canalizadas a través de la generación de dispositivos consustanciales a la subjetividad creativa -tan autónoma o independiente como esta pueda ser- en la institucionalidad educativa.
En el paradigma de los entornos académicos se sitúan ciertas medidas para que las personas presuntamente exploren y experimenten -con sus motivaciones y habilidades- la construcción de un discurso que busca volverse forma, estructura, prenda, imagen o campaña, representando las categorizadas formas de alumbramiento que las disciplinas creativas disponen de manera diferencial; aquí, ya se puede ver una primera alerta que divide y separa en áreas y expresiones a la manifestación plástica y que de alguna manera obliga a la distinción entre estas, bien sea por su sentido espacial, propósitos de uso, técnicas constructivas o producción análoga o digital; sin mencionar la extraña forma en que debe ser tenida en cuenta su estrategia de comercialización y de participación en mercados de consumo, en contraposición a un diseño necesario de ser contemplado y encumbrado desde, para y por la dignidad (tanto de lx creadorx como de las comunidades de incidencia).
En dichos entornos académicos ¿qué es aquello que verdaderamente puede incidir para que se geste unx creadorx sensible a las transformaciones sociales?, es allí donde la pregunta por los procesos educativos y sus -a veces- sentidos homogenizantes o conducentes a la generación de una vida profesional productiva, tal y como se entiende hoy, se pueden poner en cuestión, más aún cuando la necesidad por el retorno a un diseño (arquitectónico, artístico, publicitario, de producto, digital o de indumentaria) centrado en la dignidad, es reclamado contundentemente por la imperiosa realidad de concebir otras formas de existencia y de otros sistemas simbólicos que ayuden a cambiar nuestras representaciones sociales de bienestar, desarrollo y crecimiento.
Contamos con horarios, tareas, cronogramas, entregas, salones, profesorxs, insumos y talleres que, mediante calificación aprobatoria o desaprobatoria, simulan el
deber ser de la vida laboral y profesional, junto con su sentido y razón de ser; y, no es desconocido que las academias por los fenómenos de empresarialización, heredados de la industrialización hacia la modernidad, y esta hacia los mercados de capitales, ha buscado que las personas hagan un tránsito de su vida escolar a la productiva de tal forma que no incomoden al sistema y permitamos el movimiento de las maquinarias económicas, y así introducirnos en una fábrica de seres útiles, con valor de cambio y con disposición a la obediencia y a la jerarquía.
Sin embargo, y con la finalidad de alimentar la construcción de un campo de creación definido por el diseño en tejido común con la dignidad, es decir, un diseño para la dignidad y concebido este desde el proceso de formación hasta la trascendencia de los necesarios cambios sociales, la pregunta de: ¿qué es aquello que deberíamos modificar para que sea el entorno escolar un campo de ocio para la reparación social? teniendo en mente que dicha reparación debería comenzar por reformular, a través del sentido de autonomía y libertad, los procesos de enseñanza y aprendizaje para que el tiempo de dedicación -definido por la delicadeza del interés por la otredad y sus circunstancias integrales- sea modelado por el concepto de justicia.
Pero ¿cómo una persona, unx creadorx, puede realmente ser en este esquema? Muchos contrasentidos saltan a la comprensión básica de este fenómeno. En términos del recurso de la creación que desde mi perspectiva necesita unx creadorx, es tiempo, y tiempo para muchas cosas que se pueden cultivar con él; empecemos con algunas diadas importantes: tiempo y libertad, tiempo y autonomía, tiempo y experiencia, tiempo y conversación, tiempo y sensibilidad, tiempo y emoción, y, tiempo y transformación. El tiempo en la academia es limitado, más aún cuando es notoria y escasa la comprensión de la justicia en su amplio espectro de posibilidades transformativas. Sin embargo, y para aquellxs que vemos el florecimiento de lxs creadorxs, podemos ver que algunxs de estxs crean en el contratiempo de la academia y de la formación. Cuando vemos que en los espacios “no académicos” hay más creación que en los que para ello están dispuestos, cuando en la experiencia de la ciudad lxs creadorxs en proceso encuentran el laboratorio de inspiración, cuando las vacaciones son el “papel periódico” que lxs madura, cuando en el encuentro del conflicto existencial aparece la veta generosa de la voz propia, de la autonomía y la resiliencia; cuando en la indignación de los espacios no protegidos (universidad o casa), en la calle, hay más realidad que forma y que instruye, que la que promete el reto escolar. En síntesis, cuando detectamos que en el ocio hay más valor de construcción del ser que en el trabajo y, más concretamente, que el primero propone una exploración a la sensibilidad diferenciada, a la sensación de autonomía y empoderamiento que dignifica la identidad, mientras que en el segundo nos rige el cumplimiento, la labor casi siempre obligatoria, la obediencia y el rigor colectivo hacia una producción de sentido que yace en el ocultismo de lo institucional.
El tiempo de la creación es esquivo, no siempre está disponible, aparece caprichoso y muchas veces acontece cuando las organizaciones duermen y sus regentes están fuera de servicio.
Finalmente, cabe la pregunta de si el tiempo de la academia debería ser más orgánico; si el tránsito por esta podría estar en la decisión autónoma de cada participante; si el autorreconocimiento de su voz debe florecer a su tiempo y no al determinado por la
academia; y tal vez con ello, ver que la generación del diseño está enfocada a la dignidad y a la justicia, conceptos relativamente ausentes en el devenir del tiempo escolar.
Santiago Forero Lloreda
Títulos académicos
Diseñador Industrial. Universidad Jorge Tadeo Lozano (1999). Especialista en Creación Multimedia. Universidad de Los Andes (2005). Magíster en Educación con énfasis en desarrollo cognitivo, creatividad y aprendizaje. Pontificia Universidad Javeriana (2007) (Candidato) Doctorado en Ocio, Cultura y Comunicación para el Desarrollo Humano. Universidad de Deusto.Mi motivación personal y profesional está centrada en la educación y los cambios sociales que, a partir de la formación, la investigación y la creación se pueden lograr, particularmente desde los campos del diseño en interacción con las ciencias sociales y humanas. Me interesan los proyectos interdisciplinarios, la pedagogía inspirada en el desarrollo humano, las comunidades y el territorio, el currículo abierto y flexible y el trabajo social. Busco la integración de proyectos académicos significativos mediante la vinculación de conocimientos, capacidades e identidades diversas de grupos humanos que enlacen a la profesión del diseño con el medio desde una perspectiva de transformación social.