En esta obra de Bollnow define los diferentes elementos que conforman la realidad en la que vivimos, comprendiendo desde la relación existente del hombre y el espacio que ocupa, donde detalla variedad de aspectos, como el significado de casa, estipulando que aquella estructura se establece en imaginario del individuo; cuya construcción está sujeta a las capacidades de quienes la traen de un modelo o idea, al mundo físico; referida más adelante como el punto de partida.
Estas ideas materializadas en conjunto generarán el surgimiento de una ciudad, la cual no es más que una casa vista a gran escala y no tiene que aspirar a ser algo superior a eso. De este modo dichas construcciones deben tener en cuenta las leyes y dimensiones del mundo en que se materializan; por ejemplo, la fuerza de gravedad, que limita las barreras geográficas mediante estructuras nacidas del imaginario humano, ubicadas en la realidad expuesta. Viéndolo desde otra perspectiva el cuerpo humano se comporta como una ciudad, compuesta por casas (sistemas) con diferentes estructuras, pero una misma normativa, las cuales no pueden superar más allá de su propósito. Sin embargo, la visión y trabajo, que se implantan a este espacio, van modelando el sistema y sus componentes, al igual que lo hacen los agentes externos se someten.
Establece Bollnow (1969) que el individuo no es un ser estático, sino que es un ser que debe sortear trayectos en la ciudad para desempeñarse. Esto se percibe en el desplazamiento, con las partes que lo componen, puesto que, si se toma un punto de referencia y se plantean los diferentes cruces de trayectorias en el espacio; se puede connotar una red con puntos interrelacionados donde se enraízan las áreas, hasta el destino final. Así mismo, en el cuerpo; el sistema circulatorio, a partir de las células se desplazan por el ser, llenando de los espacios de todo; generando centros de tensión rodeando e integrando los órganos, dando una relación entre todos los sectores de la urbe orgánica en la que se encuentran.
Aquellos espacios con recorridos no son lineales, no todos los caminos que parten y llegan a una ubicación son iguales, los aspectos topográficos del área nos ayudan a entender el proceso de desplazamiento, aunque cartográficamente puedan llegar a parecer similares, no hay dos trayectos idénticos. Esto se debe a las percepciones del individuo y a las que el autor denomina barreras geográficas, debido a que no es equivalente marcar un trayecto de norte a sur que del sur al norte (Bollnow, 1969). De igual modo este espacio y el recorrido mismo, está condicionado por otras circunstancias, dependiendo del momento del día, su iluminación, climatología, accidentes naturales o artificiales, entre otros fenómenos a menor escala; generando así una percepción diferente, según la modificación de cada variable anteriormente mencionada, ampliando el espectro experiencial del transeúnte en cuestión. Como se menciona en el párrafo anterior, el cuerpo sufre de estos mismos cambios puesto que sus transeúntes (células) son dirigidos por los ciclos biológicos, tal como el circadiano, o agentes más personales determinados por el sujeto, los cuales, a largo, mediano o corto plazo de exposición de interacción, que transformaran al ser y sus componentes.
Bollnow, O. F. (1969). El hombre y el espacio. Recuperado de: https://es.scribd.com/document/141946129/Bollnow-Hombre-y-Espacio-2
INFORME DE: Anngie López López