“Siempre he defendido el cuerpo como si fuera un recipiente donde debieran tener cabida todas las nostalgias. Siempre he creído que el pasado merece su hueco; en ocasiones me atrevería a decir, incluso, que le debemos un altar al que rendir culto cuando se pierde la fe. Siempre he pensado que el único modo de protegernos es exponiéndonos. Siempre he dicho que uno no debe negar la tristeza ni tratar de cambiar los recuerdos porque es importante saber volver”.
Aquella orilla nuestra, Elvira Sastre
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