La muerte como narrativa a través del stop motion, la apuesta de Karla Castañeda
En una pequeña silla azul habita una niña, un tanto esquelética, de ojos color verde y mirada penetrante. Tiene una capa azul, que, al igual que su piel, no la hacen ver de este mundo, sino más bien de un universo de fantasía, ese que, durante más de quince años, ha forjado la comunicadora, guionista, directora de cine y animadora Karla Castañeda, quien visitó Utadeo, en el marco de la agenda académica del Festival de Cine Independiente de Bogotá, IndieBo.
En su IndieTalks, la mexicana, quien trabaja de cerca con el reconocido cineasta Guillermo del Toro, habló sobre sus principales inspiraciones a la hora de escribir un guión y de animar, que, lejos de ser historias lúgubres, nos reflejan la naturalidad y aceptación que debemos tener frente a la muerte, a partir de un ejercicio de memoria en el que muchos de sus personajes se encuentran inspirados en familiares fallecidos: “Crecí en un pequeño pueblo de Zacatecas repleto de historias fantásticas y mágicas. Toda la vida he visto la muerte como algo natural, así que las historias han salido de mí y del dolor que siento ante la partida de un ser querido”.
El conversatorio con la mexicana fue moderado por el profesor y animador Juan Manuel Pedraza
Este es el caso de su cortometraje en stop motion “Jacinta” (2007), cuyo personaje, una mujer anciana que se la pasa tejiendo en el asilo, está inspirado en su abuela Santos, quien murió a los 99 años y dominaba ese arte. La propuesta aborda temáticas propias de la vida como la soledad y el paso del tiempo, así como el irremediable tránsito a la muerte. La producción, que tardó aproximadamente dos años y en la que se utilizaron cerca de 11000 fotos, fue inspirada, precisamente, en el pueblo del padre de Karla, caracterizado por las intensas migraciones que hacen los más jóvenes a territorio estadounidense, quedando en el lugar personas de la tercera edad, mujeres y niños.
Por su parte, en La Noria (2012), su segundo cortometraje realizado bajo esta técnica de animación, Karla explora la incertidumbre del duelo, en un tiempo que parece congelarse, hasta tanto su personaje principal no permita “dejar ir” a su hijo fallecido, en una clara ruptura de la tradición que dice que “los hijos entierran a sus padres”. Para el caso en particular, la pieza fue inspirada en el proceso de duelo que mantuvo una de las abuelas de la cineasta, quien por más de treinta años cargó a cuestas con la partida de uno de sus hijos. Una de las características de esta producción es su musicalización, con trompetas y bandolones descoordinados, que evocan las marchas fúnebres en algunos pueblos de Zacatecas. El tema principal nació luego del episodio de la muerte de la mamá de uno de los músicos, quien decidió reencontrarse con su banda después de mucho tiempo. otra de las tradiciones que se reviven en el corto tiene que ver con las fotografías post mortem, en una suerte de último adios de los familiares con sus muertos.
Más que una técnica, se trata de contar buenas historias
Para Karla, más allá de la técnica de animación a utilizar, los materiales para la escenografía y los retos que puede traer el desarrollo de cada uno de sus personajes, lo importante es entretejer una narrativa sólida, razón que la lleva, en primer lugar, a construir las características de los personajes y la trama de la historia; posteriormente, llega el proceso de bocetación, y finalmente, el de storyboard.
Su particular mundo lleva a imaginar personajes que, sin olvidar sus características humanas, rompen los esquemas de la realidad, con ojos extremadamente grandes y salidos o con colores de piel que van desde el azul y el verde hasta llegar a tonos tierra, en una clara alusión al ciclo de vida: “me gusta la animación porque sé que desde allí puedo hacer los personajes que desee. En el stop motion no hay limitantes sino retos”.
Actualmente, Karla está co-escribiendo su primer largometraje en stop motion, en compañía de Guillermo del Toro, por quien dice tener una gran admiración y respeto, pues es ante todo un gran ser humano, tienen una afinidad por las mismas historias y comparten la misma película favorita: El Espinazo del Diablo, dirigida por del Toro en el 2001.
En el conversatorio, la mexicana también enfatizó en que debe eliminarse el imaginario que ubica a la animación como un género exclusivo para los niños, pues sus historias, al igual que las de muchos realizadores, se centran en narrativas para adultos.
Finalmente, habló sobre el auge en México del stop motion, a tal punto que, en la actualidad, existen especializaciones en el ramo en torno al diseño del vestuario de los personajes, así como de los escenarios.