En el marco del 26 Festival Internacional de Poesía de Bogotá, los poetas Luis La Hoz y Enrique Sánchez Hernani de Perú, Sergio Laignelet y Juan Pablo Roa de Colombia, y Jordi Virallonga y Mercedes Cebrián de España, leyeron poesía y escucharon a los estudiantes del pregrado en Estudios Literarios y Edición de Utadeo, dejando sembrado en los asistentes un respiro y también una amargura.
Los poetas se sintieron honrados al escuchar sus versos en la boca de los estudiantes, quienes hicieron una pequeña introducción a cada uno de ellos, para después generar el dialogo poético a partir de su obra. Uno por uno los estudiantes fueron leyendo y presentando a cada uno de los invitados, precedidos por un abrazo o una expresión de felicidad por parte de los autores.
En un orden que buscaba dar equilibrio a la falta de voces femeninas, Mercedes Cebrián, periodista y poeta, fue quien dio inicio a la jornada. Hablando despacio, entre palabra y respiro, recalcó el problema del tiempo, esa constante que abruma y sigue su rumbo sin pedir permiso, sin ayuda de nadie, constante que nos consume a diario. Para ella, este es quizás el problema mayor tanto de la existencia como de la poesía.
Declamó un poema que merece toda la atención dentro de nuestro contexto nacional, donde la información se nos oculta y las falsas noticias son estrago de todos los días:
“En virtud del artículo 20 de la Constitución del 78
no han de ocultarnos lo que sucede
a nuestro alrededor y sin embargo yo sólo puedo
intuir, mirar por la mirilla desde fuera,
pensar que quizá sí o quizá no,
sumar las pistas, honrarlas como añicos
de una vasija griega, exhumar
los rasgos de esa cara con la que me topé
en plena excavación”.
Mercedes Cebrián
Después de aquella protesta, el peruano Enrique Sánchez Hernani agradeció la presencia de los jóvenes, dándoles ánimos mientras recordaba su propia juventud, declamando un poema que escribió cuando tenía un poco más de 20 años de edad. Allí plasma la rebelión, la música rock, los estragos adolescentes de cualquier joven latinoamericano, unidos por la opresión social, la insatisfacción política y el deseo de rebeldía al que los incita un terrible gobierno y un sinnúmero de desigualdades.
“(…) la muerte da vueltas en los discos de rock
y un gesto de timidez nos hacía llorar por Jimmy Hendrix
por los que se pasaron totalmente de vueltas
por los estadios
donde la gente acudía a oír la música del stone Brian Jones
antes de que entonara su último blues al borde de una piscina
llevando los libros de Henry Miller en los bolsillos
mezclados con la barra de chocolate con los cigarrillos sueltos”.
Enrique Sánchez Hernani
Sergio Laignelet siguió después, siendo el primer colombiano de la tarde. En su obra se mezcla la imaginación popular, la cultura pop y los cuentos de hadas. Estos últimos son el eje central de uno de sus libros, “Cuentos sin hadas”. Allí se encuentran varios de los poemas declamados dentro de la charla. Uno de aquellos poemas cortos fue “El patito feo”:
“El pequeño pato inclina la cabeza
sobre la superficie del lago
y se contempla
Un eco de risotadas apresa su mente
Palidece
Temblequea
Cuanta hasta tres
y se zambulle hasta el fondo
con una piedra atada a su cuerpo”.
Sergio Laignelet
Luis La Hoz llevó la dinámica a otras esferas, mencionando el tema de las ciudades, espacios y morfologías donde se producen cambios, donde vive mucha gente y suceden cosas. Dentro de sus poemas, recitó algunos con nombres de ciudad, dejando para el final algo romántico, no desde la visión de los magazines y las revistas, sino desde el sentimiento más humano:
“Hoy una sensación de trance te acompaña.
Tal si llegara no la muerte
sino una parte de la muerte, justo a tiempo.
Y tú te detienes, levantas la mirada, un par de nubes,
arriba el cielo, nada más”.
Luis La Hoz
Siguiendo con la temática de las ciudades, Jordi Virallonga tomó la palabra. Hombre alto, corpulento y agradable, desató sus versos con su marcado acento español, recordando su propia juventud. Esta juventud y este reconocimiento de un ser pasado, que hace parte tanto del yo presente como del futuro, se vio a través de su poema “La ciudad que fuimos”, desgarradora metáfora de un recuerdo lejano:
“Tras tantos años juntos,
no queda nada que pueda explicarnos,
ni la mirada aquella de odiar lo que fuimos,
de ansiar tanto una orilla, un mar más nuestro,
de amar siempre a crédito sin comprobar la deuda”.
Jordi Virallonga
Por último, el colombiano Juan Pablo Roa, editor, poeta y prosista radicado en España, sorprendió al público con algunos poemas inéditos, cerrando la tarde de poesía con un entrañable sentimiento de confianza y con la posibilidad de creer que la poesía va más allá de conquistar parejas en los bares y recitar versos en las asambleas de colegios o dentro de discursos institucionales, para penetrar en la academia, disolver las fronteras innecesarias y violentas, ayudándonos a seguir de pie día tras día.
En palabras de Juan Pablo Roa, siendo aquella tarde una mancha de lluvia frente a los cerros, podríamos decir que:
“Lejos de la lluvia el tigre noctámbulo del tiempo revivido te protege, te permite observar la danza luctuosa de la flor estéril sin memoria, y el acorde festivo de un agosto en que el elefante blanco de la India mugió con sus palabras de país enorme al lado de la lluvia”.
Por: Jorge Llanos
Oficina de Comunicación Utadeo