El arte, un testigo de la historia
La pregunta por la utilidad del arte en la sociedad, aunque no es nueva, no deja de inquietar a muchos. ¿De qué sirve una fotografía o una pieza cinematográfica, si no es para entretener? Según Juliano Salgado, esa es la última de las razones. El arte existe para hacernos reflexionar.
A esta conclusión llega Salgado después de presentar La Sal de la Tierra, un documental que narró 40 años de la vida de su padre, Sebastiao Salgado, fotógrafo sociocultural y fotorreportero brasilero. Aunque admirada, la obra de Salgado padre ha sido cuestionada por retratar y contemplar el dolor.
¿Hasta qué punto el artista es un testigo aislado de los acontecimientos? Esta pregunta permanece latente en las fotografías, en el documental y en la Bienal de Artes y Diseño, llevada a cabo en Utadeo del 24 al 26 de octubre.
En las fotografías porque es la mirada a través del lente la que consigue mostrar la crueldad y la belleza del ser humano: masacres, desplazamientos y desastres ambientales hacen parte de la colección de imágenes de Sebastiao, pero también un proyecto de reforestación, un retrato de la esperanza. Las fotografías, testigos mudos, impactan y conmueven a quien las observa.
Su hijo, Juliano, también se plantea como un testigo, a veces distante, del trabajo de su padre, no solo de la obra sino de la mirada. Durante 40 años, y con innumerables ausencias, Juliano reconoce el interés de su padre por los movimientos, por la vida de las personas que viven inhumanamente.
Pero ninguno es un espectador aislado. “El arte es una forma democrática de postular cuestiones identitarias y políticas”, afirma Juliano. Es por esto que se hace necesario retratar no solo lo estéticamente bello, existe una urgencia en el arte de cuestionar realidades, de generar reflexiones; una preocupación porque se sepa lo que pasa.
Y es por esta razón que al momento de crear el documental, realizado hombro a hombro con el director Wim Wenders, Juliano reconoce en la fotografía de su padre un registro de cuatro décadas de la historia del mundo. Guerras, voladuras de oleoductos y, finalmente, la posibilidad de construir un mejor planeta.