Colombia debe apostarle a una nueva ley energética
Con un total de generación de 2.250 megavatios de energías renovables para los próximos cuatro años, que equivalen al 10% del total de la capacidad instalada del sistema, el pasado mes de octubre se llevó a cabo con éxito la subasta energética en la que siete empresas resultaron ganadoras. La subasta supone un nuevo paso del país hacia su consolidación en el tema de seguridad y sostenibilidad energética, en un momento lleno de apuestas para Colombia y el mundo en torno a la mitigación del cambio climático, la disminución de la huella de carbono, y por supuesto, la optimización de los recursos en términos financieros.
De este modo, según lo destaca el decano de la Facultad de Ciencias Naturales e Ingeniería de Utadeo, Isaac Dyner, la subasta logró en corto tiempo materializar lo que no hizo la Ley 143 de 1994 en un cuarto de siglo. Y es que si bien esta regulación supuso una transformación sin precedentes en el sector energético colombiano, al establecer un régimen para la generación, la interconexión, transmisión, distribución y comercialización de la electricidad en Colombia, logrando pasar del 74% de cobertura al 97 %, para algunos expertos, entre ellos Dyner, es claro que esta ley requiere unas actualizaciones críticas que respondan a las necesidades actuales del mercado, empezando por los tres puntos porcentuales que se necesitan para alcanzar la universalidad con calidad de este servicio, aspecto que necesariamente pasa por una importante inversión en infraestructura y recurso humano.
Isaac Dyner, decano de la Facultad de Ciencias Naturales e Ingeniería
Sobre esto versó el foro “25 años de la ley eléctrica” que se llevó a cabo en Utadeo el pasado 13 de noviembre, con la participación de Jorge Valencia, experto comisionado de la CREG; Diego Ossa, superintendente delegado para Energía y Gas Combustible de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios; Bayron Triana, presidente ejecutivo (e) de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen), y Richard Green, profesor de Negocios en Energía Sostenible del Imperial College Business School.
De esta manera, como lo sugirió Dyner en su presentación inicial, el sector enfrenta un claro compromiso ante el calentamiento global, pues desde 1980 hasta nuestro días ha habido un aumento de 1,3º centígrados en la temperatura, lo cual podría llegar a generar graves desastres naturales como los que ya han venido ocurriendo con los deshielos en los casquetes polares.
Ante ello, dice el decano, son muchas las oportunidades que posibilita la transformación tecnológica que suponen las energías solar y eólica, no solo en el campo de la sostenibilidad sino en la reducción significativa de tarifas para los usuario que, incluso, afirma Dyner, podrían llegar a una generación energética solar sin costo, donde, al igual que con el servicio de internet, solo se cobraría una tasa de disponibilidad. “La energía solar es mucho más barata que la eólica, responde muy rápido y es fácil de instalar”, lo cual, en términos de la más reciente subasta, supone una mayor capacidad instalada a menor precio.
En todo caso, afirma, es necesario revisar el tema del almacenamiento, situación que en los próximos años podría remediarse con la proliferación de las baterías y que, incluso, podría llegar a ser un 80 % más económica que la generación tradicional.
“Desde hace 25 años la ley estimaba energías no convencionales pero no se logró mucho. La ley solo comenzó a ser efectiva en los últimos años”, asegura Dyner, quien recuerda que la regulación actual experimenta problemas en torno a la competencia de las empresas energéticas, al tiempo que se discute sobre la generación de fuentes poco amigables como el carbón. Agrega que Colombia no ha investigado lo suficiente en tecnología energética.
Diego Alejandro Ossa
Por su parte, para Triana los retos que debería abordar una futura regulación se centran en el fortalecimiento de la competitividad de los mercados minoristas de energía, el diseño de esquemas de confiabilidad optimizados y el cumplimiento por parte de las empresas prestadoras de servicios en torno a la oferta del mercado.
“Los esquemas de regulación siempre son susceptibles de mejora y deben evolucionar con el tiempo, entre ellos el esquema de confiabilidad y adaptar el mercado a los cambios tecnológicos, garantizando que los servicios siempre puedan responder en el futuro”, sostuvo Valencia, quien también habló acerca de la importancia de involucrar en la creación de política pública a todos los actores que componen la prestación del servicio, en lo que podría ser una cocreación de un marco regulatorio flexible a las dinámicas sociales y económicas del país.
Bayron Triana
Politización: ¿una amenaza para la regulación energética?
Para Triana la politización en la regulación siempre será un riesgo, razón por la cual es necesario defender a las instituciones del sector, pues han sido estas las que han atraído la inversión: “Colombia cuenta con unos de los sistemas más envidiables de América Latina (…) Nuevas regulaciones podrían poner en riesgo inversiones y la credibilidad en el sistema”, argumenta el experto, para quien lo más importante es fortalecer a la CREG.
Una tesis opuesta la presenta Dyner, quien insiste en que la institucionalidad no puede ser entendida como preservar la ley, dado que hay que modificar las lógicas del mercado y transformar la regulación en la medida que las instituciones lo necesiten. Aclara, en todo caso, que lo importante es preservar a los agentes y al mercado energético.
“Este año es muy importante para el sector energético colombiano con las subastas. Se ha demostrado que con voluntad política se pueden resolver algunos aspectos en poco tiempo entendiendo los riesgos que tiene Colombia de desabastecimiento. Sin embargo, hay un temor más allá del desabastecimiento y tiene que ver con Electricaribe”, destaca Dyner.