Adriana Rincón, la egresada tadeísta que investiga sobre el significado y género de la paz en Colombia

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Adriana Rincón, la egresada tadeísta que investiga sobre el significado y género de la paz en Colombia

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Adriana Rincón, la egresada tadeísta que investiga sobre el significado y género de la paz en Colombia
Miércoles, Abril 28, 2021
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Desde hace algunos años vive en Estados Unidos y ahora está radicada en Canadá, en donde es profesora de las universidades de Athabasca y Winnipeg. Nuestra egresada del programa de Derecho está a pocos días de defender su tesis de doctorado sobre “El Género de la Paz, Discursos del Estado entre 1946 y 1991”, en la Universidad de Massachusetts Boston.

Desde antes de ingresar a la Tadeo, al programa de Derecho, la resolución de conflictos y el respeto por los Derechos Humanos fueron temas que cautivaron la atención de nuestra hoy egresada Adriana Rincón Villegas, quien cuenta que su llegada a la Universidad se dio gracias a una convocatoria que abrió el programa, dirigida a todos los estudiantes de Grado 11, con el ánimo de que escribieran un ensayo sobre la Constitución Política; al final, el escrito ganador recibiría una beca completa.

La oportunidad no podía ser mejor para Adriana, pues una de sus principales habilidades era la escritura, así que participó, ganó, y más que eso, mantuvo la beca durante toda su carrera, a tal punto que, tras finalizar sus estudios, obtuvo el Premio Jorge Tadeo Lozano, máxima distinción que se le concede a un graduando por su excelente desempeño académico.

Estando en la Tadeo, supo que lo suyo era la academia, en calidad de investigadora y docente, así que hizo sus primeros pinitos en el programa, primero como monitora del profesor Andrés Molano, de quien dice la incentivó a seguir enfocándose en los Derechos Humanos, el derecho constitucional y el derecho público, y posteriormente, como asistente de investigación durante algunos años, en los que tuvo la posibilidad de compartir con sus profesores en calidad de pares, pero también acercarse a los estudiantes, prácticas que, luego de varios años, le han servido para consolidar una promisoria carrera docente en Canadá, en las universidades de Athabasca, donde imparte clases virtuales desde hace tres años, y recientemente, en la de Winnipeg, en la que dicta la cátedra a distancia sobre asuntos indígenas.

Hacer parte de la academia no es un ejercicio de inteligencia, sino de resistencia y de constancia; no es el que sea más pilo porque todos lo son, es el que sea más constante, el que está dispuesto a hacer sacrificios, el que está dispuesto a acostarse más tarde; es un tema de resistencia y de fuerza de voluntad, definitivamente”, apunta la tadeísta.

Pero la vida es un mundo de oportunidades y Adriana supo que las suyas debían volar con rumbo a Norteamérica, gracias a su hermana mayor, quien era ingeniera química y se había ganado una beca para hacer su maestría en Georgia, sumado a que sus tíos vivían en Estados Unidos.

Tras estar en los Estados Unidos, pronto sus intereses comenzaron a virar sobre la Geografía de los Derechos Humanos, un campo de estudio poco conocido en nuestro país, que consiste en el estudio sobre las maneras en las que el espacio físico se altera a través de ejercicios de violencia y violación de los Derechos Humanos.

 

Así, y sin saberlo detalladamente, aplicó a la Facultad de Geografía, en el programa de Maestría en Geografía Humana de la Universidad de Georgia: “básicamente el estudio de maestría fue un análisis desde el discurso crítico de las normas jurídicas que han salido sobre conflicto, la Ley de Justicia y Paz y todos sus derivados. Fue lo que hice en Georgia y luego, siendo estudiante de Maestría, me invitaron a una conferencia, en la Universidad de Massachusetts, sobre resolución de conflictos”.

Fue precisamente en esa conferencia en la que se abrió la oportunidad de iniciar sus estudios de doctorado en Gobernanza global y Seguridad Humana, en la Universidad de Massachusetts Boston, un estudio interdisciplinar que involucra al Derecho, la Ciencia Política y las Relaciones Internacionales.

Desde allí, ha desarrollado su trabajo de investigación doctoral en torno a “El Género de la Paz, Discursos del Estado entre 1946 y 1991”, un tema que particularmente le llamó la atención tras los resultados obtenidos en el Plebiscito por la Paz, que dejó como ganador al “No”.

“Yo me encontraba en Boston y fue sorpresivo el resultado. Sin embargo, hay un prejuicio colonialista y racista en torno al por qué los latinoamericanos, y en particular los colombianos, son violentos, generando con ello estereotipos. Es muy simplista pensar que a los colombianos les gusta la guerra; es algo más complejo, pues requiere sentarse a pensar sobre lo que cada uno piensa sobre la paz e incluso qué es lo que piensa el Estado sobre la paz, encontrando que pueden tener visiones contradictorias y múltiples. La paz no es una sola cosa”.

De ahí que su pesquisa se centró en estudiar los significados de la paz, a partir de la historia constitucional del país y de las nociones que tiene el Estado, desde la generación de leyes: “para mí las definiciones de la paz a través de la ley son historias que producen y reproducen suposiciones y además subjetividades de género, que son generalizadas, machistas, patriarcales y excluyentes; para quienes existe la paz solamente para las personas que cumplan ciertos requisitos sociales. Por ejemplo, la paz, antes de 1991, incluso excluía a personas de sexualidades diversas y a las mujeres que no se ajustaban a ese patrón de femineidad”, precisa.

Dentro de los principales hallazgos de su estudio está que la visión de la paz se daba desde la disciplina por medio de la fuerza, debido a que, el Estado, hasta antes de 1991, la había definido en el marco del Estado de Sitio. Así pues, un grupo de las élites era el que definía lo que estaba bien, lo que llevó al surgimiento de algunos grupos guerrilleros.

“Esto lo que crea es una serie de personajes, como si fuera una historia de teatro, en el que hay un protector de la paz que es básicamente el militar; el hombre de Estado, que es un personaje que protege la patria, y la patria se ve como esta madre que necesita que la protejamos de las afectaciones que puedan cometer quienes no están de acuerdo con lo que está pasando, y también se crea esa identidad del que está en contra”.

Precisamente, Adriana señala que una de las figuras más contradictorias en ese modelo de paz va a ser la mujer guerrillera, pues no solamente es contraria a las visiones del Estado sino también a las del patriarcado, razón que lleva a que la soiedad las tache como monstruos.

“En el tiempo que yo investigue, estaba rigiendo la Constitución de 1886; esta Constitución fue promovida por un movimiento que se llamaba La Regeneración, quienes tenían el lema: ‘Un solo Dios, una sola raza, un solo color’, lo cual significa que esa constitución estaba basada sobre el racismo abiertamente. El ideal de ciudadano era una persona blanca,  preferiblemente hombre, por supuesto con patrimonio, por lo que ese significado de la paz alejaba a las mujeres de todos los estratos sociales, pero sobretodo a las mujeres rurales, afro, palenqueras e indígenas”.

A pocos días de defender su tesis de doctorado, Adriana señala que la clave del éxito profesional y personal se define en hacer sacrificios, como dejar su país de origen, la familia y aprender una cultura nueva, sumado a la constancia y la honestidad, pues no hay que confiarse de la inteligencia o de los privilegios que se puedan tener, pero, ante todo, siendo genuinos en lo que se quiere y empáticos a la hora de pedir la ayuda del otro.

“Yo creo que algo que ha definido ser tadeísta en mi vida es la palabra ‘oportunidad’; la Tadeo me abrió la oportunidad de ser profesional, de empezar a trabajar, de conocer muchas personas, de hacer muchos lazos que aún conservo. Las oportunidades son bendiciones, pero hay que aprovecharlas, que es lo que yo he tratado de hacer. Para mí ser tadeísta es estar en un ambiente interdisciplinario, para conversar con diferentes conocimientos”.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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