Desde los deliciosos trozos de fruta que consumimos en lata, pasando por los perfumes y esencias que adquirimos para nuestro cuidado personal o incluso los dispositivos tecnológicos que compramos para mejorar nuestra vida tienen una serie de procesos previos en los que interviene la ingeniería desde sus diferentes ámbitos. Sin embargo, muy pocos conocemos el ‘backstage’ de estos productos. Como parte de Expotadeo, la feria de nuestra oferta de programas académicos, varios de los estudiantes que cursan su grado 11 en los colegios de Bogotá tuvieron la oportunidad de vivir una experiencia en torno a los procesos ingenieriles que se dan en los alimentos, la industria química y la de las tecnologías, la robótica y la automatización, pero también, sin necesidad de ir al mar, fueron testigos del inmenso potencial que nuestro país tiene en materia de recursos hidrobiológicos, con la visita que llevaron a cabo al Museo del Mar.
De la mano de algunos de los protagonistas de este viaje por el mundo de la ciencia, revivimos algunos de los mejores momentos de los talleres que se desarrollaron en la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas.
La ciencia detrás de la conservación de frutas
Duraznos en almíbar o deliciosos trozos de piña o de cerezas enlatadas hacen que nuestro paladar se vuelva agua con solo imaginarlo. Sin embargo, para que estas frutas no pierdan su toque secreto y se mantengan frescas por meses e incluso años, es necesario pasar por un riguroso proceso de vaporización que desinfecta la lata, para posteriormente sellar el contenido del producto. Sin embargo, con el fin de evitar que queden algunos microorganismos dañinos para nuestra salud, el último paso es la desinfección del enlatado en un autoclave, donde se somete al producto a vapores cuya temperatura ronda los 121 grados centígrados.
Sin embargo, este no es el único método de conservación. También está el del empacado con atmósferas modificadas. Dado que la fruta, al ser un organismo vivo, necesita oxígeno para respirar, luego de ser empacado se deben garantizar unas cantidades especificados de oxígeno y nitrógeno que permitan que estas no se descompongan, y así, puedan permanecer en estas bolsas de cinco a siete días.
Diana González, estudiante del IED Aquileo Parra, nunca imaginó que se requiriera de toda esta tecnología e infraestructura para la conservación de frutas. Luego de conocer los laboratorios del CIPI, sabe que lo suyo es estudiar Ingeniería Química.
Por su parte, para Brayan Sarmiento, del Liceo Segovia, conocer y utilizar algunos de los instrumentos de los laboratorios lo llevaron a enamorarse más de la Ingeniería de Alimentos, carrera que le gustaría hacer en doble titulación con la de Ingeniería Química.
- Un dato curioso:
Los seres humanos respiramos 21% de oxígeno, 79% nitrógeno y 1% de otros gases. Sin embargo, las frutas necesitan menos oxígeno, aproximadamente 4%.
A jugar con la robótica
En Utadeo también hubo espacio para los ‘geek’ y los amantes de la tecnología como Kevin Reyes, del IED Aquileo Parra, quien desde niño tiene un profundo interés por el mundo de los robots, en parte, por herencia de su papá, quien es ingeniero de sistemas: “cuando vamos a salir del colegio tenemos muchas dudas referentes a la carrera que queremos estudiar. Esta es una oportunidad para experimentar en las áreas que queremos aprender y saber si realmente nos gustan”.
Algo similar piensa Ángela Espitia, para quien este tipo de talleres ayudan a perderle el mido a la ciencia y entender que esta puede llegar a ser sencilla desde la experimentación.
“Tenemos una brecha digital gigante donde necesitamos que como país se estudien este tipo de tecnologías. Este pulso que hace la Tadeo por transmitir este conocimiento de una forma vivencial ayuda a construir ese concepto de país que necesitamos”, afirmó el profesor Olmer García, del Departamento de Ingeniería, quien orientó el taller “Robot que sigue la luz”, un espacio donde ciencia y juego se unen para comprender el mundo de la automatización, a través del uso de fotoresistencias, pequeños elementos electrónicos sensibles a la luz y que posibilitan, por ejemplo, el encendido o apagado de los postes eléctricos durante la noche, y en el caso de los robots, el movimiento de estos a partir de un estimulo con cualquier tipo de iluminación. En medio de transistores y resistencias, los estudiantes armaron un dispositivo robótico, cuyos ojos siguen la luz emitida por un celular.
- Un dato curioso:
Un celular tiene aproximadamente cinco mil millones de transistores, elementos que son base para todo tipo de procesamiento computacional.
Detrás de un buen perfume hay un aceite esencial
Olores a citronela, limoncillo o eucalipto son los favoritos a la hora de ambientar nuestro hogar o automóvil. Un buen perfume, con toques de madera, también hacen parte de la selección de quienes aman estos productos cosméticos. Pero, para su producción, primero deben procesarse aceites esenciales que, de manera concentrada, son la materia prima para estas industrias.
Todo ocurre en el equipo multipropósito de extracción de aceites esenciales. Inicia por el producto vegetal que es arrastrado hacia las calderas, gracias a la acción del vapor del equipo. Allí se capturan los componentes volátiles, que, en su gran mayoría son aromáticos, los cuales se mezclan con agua, y finamente se condensan por acción del vapor, generando dos subproductos, uno de fase acuosa y otro que es el aceite esencial.
- Un dato curioso:
Se necesitan cinco kilos de eucalipto para producir aproximadamente 60 mililitros de su aceite esencial.
Soluciones para nuestros océanos ante el cambio climático
Juan David Olaya y Santiago Guerrero, estudiantes del Colegio de la Universidad Nacional, vivieron una verdadera experiencia inmersiva en el Museo del Mar. A más de 2000 kilómetros del Océano Atlántico, pudieron conectarse con los recursos que nos brindan estos ecosistemas, y a diferencia de los museos que acostumbran visitar, pudieron tocar algunas estructuras coralinas y conchas.
Para algunos, el gusto por la genética de los animales marinos es lo que los motiva a estudiar esta carrera. Por ejemplo, gracias a este tipo de investigaciones, es que se han podido desarrollar algunos productos antivirales como el Aciclovir, clave en el tratamiento contra el herpes, a partir de la extracción de algunos biocomponentes propios de las esponjas marinas.
Para otros, la clave para ser biólogos marinos es buscar soluciones productivas que, de manera responsable, contribuyan al desarrollo del país. Un caso particular sucede con los corales, unos animales muy particulares que viven en comunidad, en los arrecifes, y que son la casa no solo de las algas que cohabitan con ellos, sino también de una gran cantidad de peces y plantas acuáticas. Sin embargo, muchos de ellos están en riesgo debido al estrés que les causan las altas temperaturas, proceso que se conoce como blanqueamiento.
- Un dato curioso:
Los calamares brillan gracias a la asociación que tienen con algunos tipos de bacterias que generan sustancias que posibilitan la luz.