Esta capacidad es crucial, ya que suministran agua dulce a millones de personas. Sin embargo, el cambio climático y la conversión del uso de la tierra hacia sistemas productivos amenazan con alterar su equilibrio natural y comprometer estos servicios vitales.
En respuesta a esta amenaza se consolidó un grupo de cooperación internacional que se ha dedicado a estudiar el impacto del cambio climático en Chingaza, uno de los páramos más extensos e importantes de Colombia. Este ecosistema es fundamental para almacenar carbono y es responsable de proporcionar aproximadamente el 70 % del agua potable para la Orinoquía y Bogotá.
El proyecto, apoyado por Utadeo y Penn State, ha recibido financiación de la Embajada de Estados Unidos, del Institutes of Energy and the Environment, y recientemente de la National Science Foundation. Además de la investigación científica, el equipo está comprometido con la creación de un modelo de gestión de recursos hídricos para la Sabana de Bogotá.
Este modelo tiene como objetivo prever los efectos del cambio climático y el cambio en el uso de la tierra sobre el suministro de agua potable, la generación de energía y la producción de alimentos, siguiendo el marco analítico conocido como WEF-Nexus. La meta es desarrollar sistemas de gestión de recursos hídricos más eficientes y equitativos para todos los usuarios.
Desde 2023 y durante los próximos tres años, el proyecto se enfocará en comprender cómo los cambios en la temperatura y la humedad, asociados al cambio climático, pueden afectar la diversidad y la actividad metabólica de los microorganismos del suelo. Se espera que el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones en Chingaza alteren el entorno de las comunidades microbianas, impactando su composición y actividad.
Este entendimiento es crucial para los servicios de provisión de agua, ya que un aumento en el metabolismo microbiano podría disminuir la cantidad de carbono almacenado en los suelos, liberando nuevamente el carbono secuestrado a la atmósfera en forma de gases de efecto invernadero. Esto, a su vez, reduciría la cantidad de materia orgánica en el suelo, comprometiendo la capacidad del páramo para almacenar agua y regular su flujo.
El equipo científico, conformado por la Dra. Estelle Couradeau (Penn State), José Luis Machado (Swarthmore College), la Dra. Johanna Santamaría Vanegas (Utadeo) y el Dr. Michael Ahrens (Utadeo), realiza monitoreos frecuentes de las condiciones ambientales del suelo, recolecta datos sobre la diversidad de comunidades microbianas y lleva a cabo experimentos de laboratorio para medir la actividad de estas comunidades. Esta información permitirá prever los impactos del cambio climático en la actividad de los microorganismos del suelo y, por ende, en la capacidad del páramo de Chingaza para proporcionar servicios ecosistémicos cruciales.