Cuando hablamos de diseño y política, por lo general el fantasma de la política partidista se aparece ante nosotros. El concepto de diseño político se entiende comúnmente como un grupo de ideas más o menos fundamentalistas que corresponden y tributan a las de un partido político determinado, lo que por razones obvias obliga a pensar y actuar de forma alineada a ellas y de ahí el temor generalizado ante esta distorsión del concepto de quienes se entienden a sí mismos como seres apolíticos
La verdad es que el germen del diseño político surge de la necesidad del ser humano de sobreponerse a la abyección del mundo que lo rodea; en palabras simples, liberarse de la condición dada por el mundo en que ha nacido y de las dificultades que este le ha puesto para vivir.
Sobrevivir en este planeta no es nada fácil; debes alimentarte, buscar refugio, vestirte, educarte y otras muchas cosas más para las cuales no naces preparado.
Es por esto que el diseño es el primer acto de libertad del individuo por sobre lo dado, el escindir de las condiciones de un medio para crear las propias, a la medida, al gusto a la idea que lo represente su imagen y semejanza, libre y proyectado de las reglas impuestas por el mundo que lo vio nacer.
El acto de proyectar es el acto de diseño mismo, este acto libertario de modificar el entorno para generar mayor valor, mejores condiciones y sin quererlo o saberlo, nuevas abyecciones.
El liberarnos de una condición dada y proyectar una solución genera de forma implícita una nueva forma de dominio sobre las personas a las que ayuda. Por ejemplo no podemos hacer que deje de llover, pero si podemos refugiarnos de la lluvia mediante un paraguas. El modificar una condición nos lleva a subyugar a un usuario a las condiciones de uso del objeto que se ha diseñado, si no las sigue, no obtiene sus beneficios. Es un contrato implícito de entregar libertades y seguir reglas a cambio de obtener una recompensa.
Diseñar es la salida del sometimiento de un mundo dado para caer en uno diseñado, es la salida de un sometimiento natural para caer en otro artificial en donde perdemos parte de nuestra identidad para convertirnos en engranajes de un modelo económico y político al que llamamos sociedad.
Tal como dice Friedrich Von Borries, “La dicotomía inherente al diseño no es solamente una libertad creadora sino política; que implica libertad y falta de esta, poder e impotencia, supresión y resistencia, esta es la esencia política del diseño”
Es por esto que proyectar tiene un objeto más allá de la búsqueda de libertad de las condiciones del medio. Proyectar más allá de la praxis del objeto que se diseñe y sus significados objetuales tangibles e intangibles: Luchar contra lo que se nos opone para volver al mundo un lugar mejor.
Proyectar el mundo es una obligación moral ya que nos enfrentamos a problemáticas y a buscar las formas más convenientes y menos excluyentes de dar una solución global, accesible y políticamente representativa, para todos.
Debemos luchar contra el diseño que nos somete a ser un engranaje más del sistema que nos quita libertades y que nos somete a un modelo social que inhibe nuestras propias libertad de ser disidencias sobre lo establecido.
Si bien podemos buscar un diseño proyectante, como medio de lucha ante el diseño que somete; debemos tener claro que no todo diseño lo es, al contrario puede causar lo peor; es decir no liberar sino suprimir, como decía Victor Papaneck, “Hay profesiones que causan más daño que la del diseñador industrial, pero no son muchas. Es posible que solo una profesión sea más embustera: hacer publicidad, convencer a las personas de que tienen que comprar cosas que no necesitan, con tal de gastar dinero que no tienen, para impresionar a otros, a los cuales esto les es indiferente. Probablemente esta sea la peor profesión que existe actualmente”
Ilustración de: Ma. Camila Tinjaca
Bien podemos decir que el diseño proyectante ( el que nos libera) se basa en las mismas reglas que el diseño que somete, por tanto es deber de la praxis del diseño el luchar contra él, para no permitir que los usuarios se vean sometidos a productos y servicios de poco valor.
Es obligación de la profesión del diseño diseñarse a sí mismo, reinventarse cada vez para luchar desde dentro de un sistema político y con las mismas armas inherentes a su praxis para criticar a todos los sistemas de diseño que sometan las libertades del usuario.
El permanente cambio, mejoramiento y perfeccionamiento en el lenguaje del mercado es el desafío de lucha de un diseño político y proyectante para mantenerse innovando desde sí mismo y de esta forma adaptarse a los cambios que la sociedad demanda.
La mera tensión entre proyectar y someter es un acto político que realizamos día a día; ya que la labor del diseñador surge desde la interrogante político social y las necesidades de un entorno y su contexto.
Desconocer su potencial es como negar nuestra propia libertad al cambio y el potencial que este conlleva para el mundo.
Ser diseñadores y no ser políticos, sería casi una contradicción poética; no le temas a elegir.
Rafael Chávez S.
Director – El Diario Diseño
Diseñador Industrial/Máster en Diseño