El punto de partida fue el reconocimiento de que las paredes de la ciudad se han convertido en un lugar de expresión de los individuos, que plasman allí sus distintos puntos de vista acer-ca de sus propias ideologías de carácter social, político, estético, y cultural en general. Con ello se ha constituido un mensaje efímero y clandestinos, que entre otras cosas, refleja imaginarios colectivos en los que la pluralidad del mensaje, tanto en el acto de enunciación como en el acto de la recepción, queda totalmente abierta a la multiplicidad de interpretaciones.
Por Christian Schrader Valencia
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