Diego Rafael Roberto Cabrera Moya
Profesor del Área Académica de Administración, Contaduría y Mercadeo. Destacado por obtener su doctorado con apoyo de la Universidad en el último año.
Uno de los principales retos que han traído tanto la pandemia como sus consecuencias para toda la humanidad tiene que ver no solo con la necesidad de adaptar nuestras costumbres a esta nueva forma de afrontar la vida, sino a la exigencia de hacerlo en corto tiempo, de manera acelerada y “durante la marcha”. Esta situación no ha sido una excepción para la academia y para las personas que vivimos alrededor de ella. En ese sentido, el reto que se plantea a las instituciones de educación, a los estudiantes y a los profesores ha sido muy importante.
En mi caso particular, las transformaciones y los retos que he tenido que afrontar tienen que ver con los cambios en la modalidad en la que se imparten las clases; pese a que desde antes de la pandemia ya involucraba en las asignaturas un modelo de “aula invertida”, con el apoyo de videos temáticos grabados para cada materia antes del inicio de cada semestre, talleres y diferente material multimedia, la ausencia de la relación presencial y del día a día en las aulas con los estudiantes cambió definitivamente a la educación como actividad. El lograr avances en este campo y poder conversar con cada alumno acerca de sus expectativas y temores, sirviendo como apoyo a su proceso, también adquirió mayor relevancia en cada clase, lo que se convierte en una enorme satisfacción en estos difíciles momentos.
Entre los años 2014 y 2018 conté con el apoyo de la Universidad para adelantar mis estudios de doctorado en Ciencias de la Dirección en la Universidad del Rosario y posteriormente defendí la tesis de investigación en mayo de 2020. En palabras de los miembros del Comité Doctoral de esa Universidad, mi caso era el primero en la historia de la Escuela para el que se adelantaría una defensa en la modalidad virtual. Esto significó un gran reto por la misma razón expresada en el párrafo anterior, teniendo en cuenta que en mi imaginario siempre visualicé esta sustentación como una defensa pública, pero “presencial”. El obtener la distinción de tesis laureada al final del proceso, me ha servido como aliciente para continuar en mi proceso de adaptación a estas nuevas condiciones tanto en mi vida personal como profesional, buscando siempre el mejor resultado de aprendizaje para mis estudiantes.