Un año de pandemia: Así va el avance del coronavirus en Colombia
Hace un año, apáticos recibíamos noticias de la evolución del COVID-19 en China y en el resto del mundo, hasta que el 6 de marzo del 2020, el Ministerio de Salud informó del primer caso en nuestro país, informe recibido con incredulidad sin imaginar que nos tocaría ver cifras no esperadas: 2,27 millones de casos positivos, 60.189 fallecimientos directos a causa del Covid, 7.158 fallecimientos por efectos colaterales del virus, y si miramos a nivel global, más de 116,22 millones de casos positivos y 2,58 millones de fallecimientos; seguramente estas cifras oficiales se han quedado cortas debido a que muchos eventos no han sido informados.
Junto con la inercia de la incredulidad empezamos a vivir demasiados cambios: confinamiento en casa, teletrabajo, educación virtual, cierre de aeropuertos y fronteras terrestres regionales e internacionales, toques de queda, ley seca, cierre del comercio no indispensable, regulación para salir a comprar alimentos y medicamentos, cancelación de toda actividad religiosa, cultural, social y deportiva; evolución acelerada de los sistemas de comunicación, donde incluso nuestros abuelos, negados a su uso, se volvieron usuarios cotidianos, y junto con ellos, los hogares convertidos en centros informáticos, donde cada integrante de la familia se comunica con otros por medio de internet desde un celular, tableta o computador. Esta es una situación terrible: “la soledad”, por un lado, dejó a millones de personas sin compañía en sus casas (quizás con una mascota); por otro lado, nuestros viejitos, que les tocó aislarse de su familia en su misma casa y han tenido jornadas de encierro que parecerían un castigo, y las personas que resultaron positivas al Covid ingresadas a los hospitales, previa despedida de su familia, y que en el caso de no estar internadas en UCI, su único contacto con el exterior fue un celular; caso más crítico para los que ingresaron a una UCI, pues no se sabe nada de ellos solo hasta el momento de salir adelante o de informar su muerte, situación a la cual solo dos o tres de sus familiares asisten a su despedida, desde la puerta de los cementerios o de su sitio de cremación.
Con una economía global muy golpeada se nos abrieron los ojos ante grandes diferencias sociales (ya conocidas) en todos los rincones del planeta; cuando se requirió del uso exhaustivo de las Unidades de Cuidado Intensivo se detectó a nivel mundial una infraestructura médica y sanitaria no preparada para una emergencia pandémica, y ante el acelerado nivel de fallecimientos, los sistemas de disposición de cadáveres colapsaron y vimos, incluso en grandes potencias, escenas de contenedores acoplados con equipos de refrigeración, extensiones de terrenos para disponer cuerpos en bolsas o ataúdes de cartón; a nivel de educación, el sector rural, en un claro subdesarrollo de infraestructura tecnológica; empezamos a ver noticias de niños en medio de una “educación virtual” tratando de resolver sus tareas por medio de un celular y teniendo que recorrer, en lo posible, grandes distancias para obtener señal, y en muchos casos abandono total de la formación ante la imposibilidad de continuar; esto se detectó también en las zonas de desarrollo progresivo de las ciudades y en muchas poblaciones del país. A lo anterior se unió una ola de hambre que ya cubría muchos países pero que se empezó a sentirse en todo el planeta derivado del desempleo generado por la suspensión de fuentes de trabajo.
En medio de una declaratoria mundial de emergencia sanitaria, las autoridades de todos los países implementaron medidas de contención, muchas de ellas adaptadas de los países que, desde diciembre del 2019, iniciaron el manejo de la situación. Un viejo refrán popular dice: “El que es, no deja de ser”, y es que el ser humano ante directrices de comportamiento responde positiva o negativamente, y hemos visto como lo negativo se lleva por delante cualquier efecto remediador de situaciones anómalas; por eso el refrán se puede acoplar en que: “El que es desobediente, ¡desobediente será!”; Hoy encontramos situaciones vividas por siempre como: manifestaciones, revueltas y avivatos saltándose las reglas, poniéndose en riesgo a sí mismos, a sus pares y a sus familias; a ellos no les importa las cifras, pues no creen en ellas ni en los casos positivos e ignoran los muertos; dicen que la situación es una mentira del gobierno y lo cierto es estas personas cambian esta forma de pensar y actuar cuando ellos mismos o alguno de los suyos o uno de sus amigos es tocado por el virus.
Por todo el planeta vemos la reacción de grupos de personas que al momento de las autoridades relajar las medidas de contención se descontrolan sin importar qué puede suceder; recordemos que Europa, en la época vacacional de verano, la población se relajó y se superaron con creces las cifras del primer pico de la pandemia; en nuestro país no lo dejamos de hacer, peor cuando en los meses de diciembre y enero con las acostumbradas reuniones familiares y sociales, pues no se reprimieron y llegamos a un segundo pico que superó ampliamente las cifras del mes de junio de 2020 (por día 21 mil casos y 399 fallecimientos).
Volvamos al refrán popular que hemos recordado y toquemos ahora la muy conocida y vivida corrupción; estuvimos esperando todo un año a que la ciencia en una fuerte competencia desarrollará el anhelado logro de la vacuna y ya con la certeza de su desarrollo se dio una competencia entre los diversos países para obtener paquetes enormes de dosis, en medio de negociaciones confidenciales llenas de compromisos con las casas farmacéuticas, competencia en la que, como siempre, el débil y el pobre saldrán a perder. Y es que cada país, en medio de lo negociado, desarrolla planes de vacunación equitativamente planeados pero desarrollados con infiltraciones de corrupción; y encontramos noticias de todas las esquinas del planeta de grupos de autoridades gubernamentales y hasta médicas saltándose la fila para la aplicación de la vacuna. ¡El que es corrupto, corrupto será!
En la semana que termina cumplimos un año de pandemia en el país, y este artículo no presentará el acostumbrado análisis detallado de la evolución de las cifras; con lo plasmado aquí, las cifras están embebidas y se invita a que con las diversas situaciones narradas hagamos desde nosotros y hacia los otros una reflexión de lecciones aprendidas.
¡Pero qué vá, no aprendimos nada en este año!, la indiferencia y la indisciplina de muchos debería ser el verdadero mal a vacunar; nos anuncian desde el Gobierno y desde la comunidad médica un tercer pico luego de la Semana Santa (las cifras así lo dejan ver e incluso se provee con un mayor impacto); nos indican que lograríamos aplacar la situación si retomamos a las prácticas de bioseguridad, pero el egoísmo y la insensatez son la imagen de cada día, y aunque en un párrafo anterior se indicó no enunciar las medidas que debemos aplicar, ¡está bien, recordémoslas!: Cumplamos las disposiciones decretadas por el Gobierno, usemos constantemente el tapabocas, lavémonos las manos por lo menos cada tres horas o cuando sea necesario, usemos alcohol como desinfectante, practiquemos el aislamiento social responsable, ventilemos todos los espacios confinados, hagámonos la prueba PCR cuando tengamos la oportunidad brindada por las secretarias de salud, o si lo consideramos, busquemos quien nos la haga; rompamos la cadena de contagio poniéndonos en modo PRASS (Pruebas, rastreo y aislamiento selectivo sostenible); esperemos nuestro turno para la vacuna responsable y conscientemente, y si es que el sector privado (como se sugiere ocurrirá) dispone de vacunas y podemos acceder a este medio, apliquémonosla. Logremos entre todos la inmunidad de rebaño, falta tiempo para retornar a nuestras costumbres, esperando que, con lecciones aprendidas de sana y buena convivencia, disfrutemos de un mundo sano más equitativo con menos egoísmo y corrupción.
Un resumen global de las cifras al 4 de marzo es:
Se agregan en este artículo los reportes de la evolución de las cifras del Covid 19 en nuestro país y su capital, y el acostumbrado análisis de evolución se retomará en el artículo de la siguiente semana.
Reporte país al 4 de marzo de 2021
Reporte de Bogotá al 4 de marzo de 2021