Algunas veces parece que hacemos siempre la misma pregunta, desde distintos lugares. Otras, parece que las preguntas que hacemos ya se han formulado cientos de veces. Es posible que nuestras preguntas no sean legítimas en ese sentido, pero es probable también que lo sean y que las expongamos de manera ingenua, seguros de que no han sido expuestas antes, ni por otra persona, ni por nosotros mismos. La pregunta por la relación entre el Medio Ambiente y la Tecnología, parece una de esas preguntas.
Resuena aún el manifiesto del Futurismo en el que los muy jóvenes intelectuales, inspirados por las transformaciones tecnológicas, anunciaban la belleza nueva de la velocidad y se asumían parados en el último promontorio de la historia, arengando por demás sobre la academia y los museos, que debían ser por lo menos incendiados. Aquel era el espíritu de triunfo inspirado en los ideales de desarrollo y progreso, vinculados con la tecnología que inauguró el siglo XX. Esa era pues la evidencia final de que se había cumplido el sueño de doblegar la naturaleza y que la promesa del desarrollo tecnológico finalmente si había sido capaz de consolidar un mundo nuevo, que se poblaría de hermosas máquinas y permitiría entornos productivos y vidas felices. No había duda en la euforia de la producción de bienes y servicios de las sociedades de mercado que se consolidaban y se inspiraban en las prótesis tecnológicas que harían una vida mejor.
No obstante sobre el mismo momento pesa hoy con mayor fuerza una mirada histórica, que desbordada de hollín e insistiendo constantemente en las difíciles condiciones laborales, ha consolidado un juicio sobre la idea de progreso vinculada con el desarrollo tecnológico sustentado en economías extractivas y alienantes procesos fordistas. Si bien emergieron, en la primera mitad del siglo pasado, devoradoras clases medias que acentuaron los ideales de progreso de los hogares y al mismo tiempo los conceptos de articulación teórica como los de desarrollo y de mundos de primera, de segunda y de tercera para los Estados, hoy la reflexión se ha tornado ciertamente crítica en lo referido sobretodo a la depredación de los recursos y entornos.
De manera que el pensamiento optimista sobre la tecnología y sus promesas, ha permitido una de las reflexiones más contundentes a la que nos enfrentamos en el mundo actual, aquella que tiene que ver con la depredación de recursos naturales de la que depende el desarrollo tecnológico. Conocemos las causas y constatamos las consecuencias del proyecto tecnológico del mundo occidental y la devastación de los recursos que merced a ésta ha sufrido el planeta, no obstante, el rumbo no se modifica y el horizonte de desarrollo se altera de manera tan lenta que ya no insistimos sobre la urgencia de cambios y transformaciones, sino sobre los tiempos en los que los límites para los mismos se están venciendo.