El Divino Niño: Cuando las imágenes tienen poder

Las manifestaciones alrededor de la imagen del Diviño Niño que tiene como su imagen más representativa a la que se ubica en la Iglesia del barrio capitalino del 20 de Julio, es el tema central de la publicación de Editorial Utadeo “Yo reinaré: el Divino Niño en la comunicación publicitaria”.

Este libro se lanzó el miércoles 25 de abril en la Feria del Libro 2018 en un conversatorio en el que participaron Ana María Carreira, profesora del Departamento de Humanidades de Utadeo y el autor Carlos Andrés Arango, profesor de la Escuela de Publicidad (el libro fue escrito junto con Jairo Roberto Sojo, también profesor de la Escuela de Publicidad).

La profesora Carreira inició el diálogo señalando que impresiona el empaque del Divino Niño y también el texto con imagen que amplía el universo del libro que transita por diversos escenarios. Es una imagen que trasciende pues las imágenes del arte popular superan lo estético, la forma y precisamente este es un objeto muy complejo. Por eso, su primera pregunta fue sobre cómo se abordó este proceso de investigación?

Carlos Andrés Arango señaló que inicialmente fue un trabajo de clase y surgió casi que al azar en una cátedra de la Maestría de Publicidad con la realización de un trabajo etnográfico en la Iglesia del 20 de Julio: “Al recorrer el barrio encontramos que en una fotocopiadora, la carnicería, la lavandería, esta imagen religiosa se usaba por fuera del contexto normal que es el religioso. Se dan muchas manifestaciones por fuera del contexto en nuestra ciudad, en el país y en el exterior donde se apropiaron de la imagen”.

Sobre la historia de la imagen recuerda que esta fue construida en Bogotá, no viene del Vaticano u otro templo; fue una idea de Juan del Rizzo que usaba la imagen del niño de Praga en este templo y unas monjas se lo prohibieron. Del Rizzo trabajaba por la niñez y necesitaba una imagen para poder vender esta actividad y se le ocurrió hacer esta pieza del Divino Niño autóctona, tradicional y colorida.

Sobre la relación de esta imagen con lo local y su utilización en contextos y procesos políticos, sociales y económicos del país, Arango destacó que “por ejemplo, un observatorio de minas antipersona se encontró que en un pueblo devastado por un ataque guerrillero halló una imagen del Divino Niño destrozada, mutilada y la usaron para una campaña que se llamó “Más arte, menos minas”.

Carreira mencionó que se conoce también que esta imagen tuvo devoción entre las personas secuestradas cómo surge y de dónde viene?

Arango recuerda que en los años 90 esta imagen sale a flote a raíz del secuestro de Andrés Pastrana, pues a él le regalaron una estampita y cuando fue liberado habló de ella y de lo que había significado en términos de espiritualidad durante su cautiverio. Pero también anotó Arango que cuando los políticos –devotos o no- empezaron a visitar la iglesia del 20 de Julio durante sus campañas, el templo, el barrio y por supuesto la imagen, empezaron a tener recordación entre la gente.

Sobre la secularización y la sacralización de las imágenes, Carreira señala que ya sea a través del arte popular o del arte culto, la gente se apropia de las imágenes, en este caso por ejemplo, a través de las reproducciones, de llaveros, de las estampitas o los grabados que se encuentran disponibles para la venta, en ese sentido pregunta, qué se encontró?

Arango advirtió que la apropiación lleva inmerso un tema legal sobre su uso y apropiación y señaló que en este caso nadie puede registrar esta imagen pues según la Superintendencia de Industria y Comercio, nadie se puede apropiar de ella, y mencionó que ya pasó algo así con otra imagen religiosa de gran recordación, la de la Virgen de Guadalupe en México que fue apropiada por una empresa china. Sobre la sacralización del objeto, recurrió a hablar sobre el pensamiento mágico, la acción de los seres humanos de darle protagonismo al objeto, de darle poder “estamos llamados y queremos materializar el tema, ver a Dios materializado”.

Por su parte Carreira destacó esta relación con el objeto como de intermediación con Dios a través de las imágenes “el poder está en la movilidad de las imágenes” y preguntó por qué son exitosas? A lo que Arango respondió que no solo en la parte religiosa sino que se convirtieron en piezas Kitsch y detalló como al caminar por diferentes lugares se encuentran modelos y objetos que refuerzan el tema: lámparas de plástico hechas en China, alcancías del Divino Niño o boutiques de arte que venden la imagen solo para decoración, en donde quienes las llevan no son devotos, sino que la toman como un objeto Kitsch de decoración. Y acá precisamente explica que el Kitsch tiene un vínculo con la domesticación de la imagen, con la posibilidad de hacer con ella lo que se quiera.

Arango señaló también que la imagen del Divino Niño es potente, poderosa y actúa como identificador de los colombianos igual que pasa en países como Ecuador y República Dominicana. Pero anota que las imágenes adquieren tal poder que representan a la entidad misma, como ocurrió en el caso del cuadro de la Virgen de Chiquinquirá con motivo de la venida del Papa Francisco a Colombia “tanto los medios, como la gente hablaron de la llegada a Bogotá de la virgen de Chiquinquirá, no de la imagen, era la virgen misma la que llegaba a la ciudad”.

El aporte de “Yo Reinaré…”

Carlos Arango reseñó que sobre este tema no hay mucha bibliografía en español y a su parecer, es un buen aporte como producción en español; además de que no es un libro específico para un sector, pues sirve para el antropólogo, el sociólogo, el diseñador, el publicista, pues todos los temas están allí relacionados y destacó además que este es el primer libro producto de la Maestría en Publicidad, lo que lo hace un muy buen aporte”.