Las mujeres ocuparon un rol fundamental en las filas de las antiguas Farc-EP, tanto así que, al dejar las armas, el 40% de los miembros de esta guerrilla eran mujeres. Ahora, como excombatientes, además de enfrentarse a los retos diarios de la vida civil, ellas han tenido que afrontar los problemas de la implementación de los acuerdos de paz. Conozca sus historias a través del pódcast 'Rosas renaciendo del asfalto'.
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Muchas mujeres llegaron a las Farc inspiradas por la lucha del ideal guerrillero y por la falta de oportunidades para soñar otro camino posible. Al momento de ingresar, la liberación femenina les pareció una conquista extraordinaria de la revolución, puesto que no existía en esta guerrilla ninguna limitación producto de los roles de género y, en equivalencia, eran iguales a los hombres. Lo único que tenían en cuenta para otorgarles tareas eran sus capacidades físicas y mentales, por lo que portaban los mismos fusiles y hablaban entre iguales con sus colegas de guerra.
Alexa Rochi es el nombre artístico de Alexandra Marín, una mujer que retrató el conflicto desde las filas de las Farc. Ahora, como excombatiente, se dedica a la fotografía. Foto: archivo de Alexandra Marín.
Sin embargo, el conflicto les impuso otras limitaciones: la maternidad, por ejemplo, era impensable para una mujer guerrillera, porque, operativamente, era una debilidad para las alzadas en armas tener a un infante en medio de los enfrentamientos. "El aborto en la guerrilla era legal, gratuito y de calidad", dice Alexandra Marín, una mujer que pasó por este procedimiento, debido a que quedó embarazada en la guerra, a pesar de disponer de un método de planificación, y no deseaba ser mamá. "Cuando había las condiciones militares, a las mujeres las dejaban tener sus hijos", recuerda Alexandra; de manera que la autonomía de la mujer sobre su cuerpo, y sobre la vida de su bebé, estaba subyugada por las circunstancias de la guerra.
Ivonne fue hija de padres guerrilleros y toda su vida estuvo familiarizada con la guerra. Foto: archivo personal de Ivonne Rivera
Por otra parte, la lógica comunitaria y de trabajo en equipo les ofreció a muchas de ellas una comunidad con la cual sentirse en casa: "Ya eran como mi familia, uno ingresa, está en una compañía y se vive muchísimo la solidaridad, el compañerismo, entonces ya se vive como en una familia", dice Ivonne. Ella es una mujer excombatiente que llegó a Bogotá, junto a Alexandra, para iniciar una nueva vida. De su pasado extraña la convivencia y los momentos en comunidad que tenía con otros miembros de la Farc porque, aunque la violencia y el miedo estaban siempre presentes, el compañerismo y la complicidad formó lazos que aún siguen vigentes. Esta unión fue fundamental al momento de dejar las armas.
Ivonne fue presentadora del noticiero que surgió de los acuerdos de paz: NC. Foto: archivo personal de Ivonne Rivera
"Cuando estaba en las sabanas del Yarí, escuché en mi caleta que por fin se habían firmado el acuerdo de paz, después de tantos obstáculos difíciles que atravesamos durante el proceso en La Habana. Ese fue un día que, todos los que en un momento alzamos las armas, vamos a conmemorar", recuerda Liliana Páez, una otra mujer firmante que creció muy cerca a Sumapaz. Ella habla de los inconvenientes que se vivieron antes del anhelado pacto entre las Farc y el Gobierno como si se tratara de una lucha propia, porque durante las negociaciones, ellas y sus compañeros tuvieron la posibilidad de participar activamente en las decisiones que se estaban tomando en La Habana. Desde el monte, ellas también estuvieron presentes en las socializaciones y votaron a favor o en contra de todo lo negociado. Los orígenes campesinos de muchas mujeres combatientes les otorgó un conocimiento superior sobre las necesidades de las comunidades y los problemas rurales, por lo que fueron muy útiles para establecer puntos en común entre la guerrilla y el gobierno.
Clara aprendió de fotografía en las Farc y retrataba con su lente la cotidianidad de su frente guerrillero. Foto: archivo personal de Clara Zetkin.
Hoy, tras casi cinco años de ese acuerdo histórico, los asesinatos de otros excombatientes y la falta de garantías para tener una vida digna, han hecho que las mujeres firmantes sientan que no se está cumpliendo lo pactado en 2016. La mayoría teme que se repita lo sucedido con la Unión Patriótica, puesto que van más de 250 excombatientes asesinados. "Es triste porque no he visto como esa unidad, como eso que esperábamos de que se cumplieran los acuerdos de paz", dice Clara Zepkit. Pero, a pesar de que viven con el dolor que produce la muerte de los suyos, muchas de ellas todavía mantienen vivo en su corazón el sueño la paz.
Escuche a continuación el pódcast 'Rosas renaciendo del asfalto', donde cuatro mujeres reincorporadas comparten sus experiencias.