A pocos días de comenzar a disfrutar su retiro, más exactamente el 31 de julio, Nélida Mercedes Navarro recorre los pasillos, laboratorios y salones de la sede de Utadeo en Santa Marta, que ha sido su casa durante 27 años. Nélida aún tiene vivo el recuerdo de 1991, cuando gracias a la gestión de Jorge Barreto Soulier y a la alianza suscrita con el Acuario Mundo Marino, Utadeo abrió sus puertas, trayendo consigo a las primeras generaciones de estudiantes de Biología Marina que terminarían su carrera en la capital del Magdalena.
Para ese entonces, Nélida aún trabajaba con Mundo Marino, pero una visita del entonces vicerrector Académico de la Universidad, Juan Manuel Caballero, cambiaría su vida. Él fue quien confió en ella y la vinculó a Utadeo cuando tenía 30 años. Hoy, sabe que ser tadeísta fue su mejor opción: “Gracias a la Tadeo por haberme abierto sus puertas y permitido aprender. Aquí crecí, y gracias a eso, he estado en muchos espacios y me jubilé el año pasado. Haber trabajado en la Tadeo fue mi mejor experiencia y bendición”, señala emocionada esta tadeísta, quien es la mano derecha de los trámites académicos de las carreras vinculadas a la Facultad de Ciencias Naturales e Ingenierías en la sede.
Sin duda alguna, Nélida puede dar fe de cada uno de los cambios que ha experimentado la sede, entre ellos su expansión en su oferta de posgrados, como las especializaciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, así como la maestría y el doctorado interinstitucional en Ciencias Marinas. Recuerda, por ejemplo, que durante sus primeros años en la Universidad, todos los trámites se redactaban en una máquina de escribir eléctrica, mientras que los estudiantes, ante el boom de las nuevas tecnologías en la región, hacían fila para redactar sus trabajos en los dos computadores que habían llegado a la sede.
Ya para el año de 1997, la sede experimentó uno de sus mayores apogeos. Para esa época, el programa de Biología Marina se trasladó completamente a Santa Marta, razón por la que la planta física de los laboratorios y el recurso humano también creció, a tal punto de llegar a tener un total de 150 estudiantes de este pregrado.
Han sido tantos los años de convivencia con los biólogos marinos, entre salidas de campos, muestreos y análisis de laboratorio, que Nélida bien podría ser llamada la mamá de estos profesionales en la sede: “Los biólogos marinos los considero como mis familiares, pues llegan por primera vez, alejados de su familia, y uno les ayuda en cuestiones que se les presentan, como conseguir un apartamento. En la parte académica, los oriento sobre las asignaturas que pueden cursar, y así, puedan sacar su trabajo de grado adelante”.
Amante del vallenato y de la música romántica, así como una rigurosa lectora de las novelas de Gabriel García Márquez, esta tadeísta nacida en Ciénaga (Magdalena) aún tiene un sueño por cumplir: ver a Utadeo consolidada como una de las mejores universidades de la región, pues dice, para ello aportó sus granitos de arena durante estos años.
Ahora Nélida se mentaliza como una microempresaria, pues luego de salir pensionada piensa montar su propio negocio de servicios para estudiantes, entre ellos digitación y encuadernación de trabajos de grados, aprovechando la experiencia adquirida en la Universidad: “Aquí aprendí el valor de la amistad y a trabajar en equipo bajo un excelente ambiente laboral”.