Para la Comunidad Tadeísta es motivo de orgullo la conmemoración de los cincuenta años de fecunda actividad de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, que nació, llena de ideales, el 5 de febrero de 1954, y que se ha consolidado como una de las principales opciones de educación superior en Colombia.
Dedicamos el presente número de la Revista a esta efeméride, pero no tan sólo para incluir medio siglo de realizaciones, sino con el objetivo de cohesionar el pasado, el presente y el futuro de una empresa de la inteligencia, donde confluyen sólidos pilares humanísticos con las profesiones liberales y tecnológicas en pregrado y postgrado, los cursos de extensión, la investigación, el uso de modernas tecnologías, las redes telemáticas, la producción de software, las aulas virtuales, los idiomas, el Centro de Estudios Audiovisuales, los laboratorios, el Departamento de Publicaciones, la programación de nuestra emisora (HJUT l06.9) ahora en Internet, el Centro de Arte y Cultura, el Centro de Investigaciones y Asesorías Agroindustriales (CIAA), el Departamento de Desarrollo Físico y una infraestructura, en pleno centro de la capital, que nos permite disfrutar de edificios inteligentes, como el de Bienestar Universitario y el de Postgrados y que, además, nos da la oportunidad de colaborar con el desarrollo de Bogotá de acuerdo con los planes de ordenamiento del Distrito.
En consecuencia y para seguir consolidando nuestra vocación académica, contamos con una nueva Biblioteca-Auditorio, diseñada por el arquitecto Daniel Bermúdez, que funciona como un centro bibliográfico e informático de apoyo para nuestros estudiantes y que cuenta con una avanzada tecnología para la consulta y la interacción entre múltiples redes de información. Asimismo, tenemos seccionales en Santa Marta y Cartagena con destacadas fortalezas y que adelantan una excelente tarea. Por cierto, en la ciudad heroica contamos con un campus, dado al servicio en 1999, que cada día adquiere mayor prestigio y muestra altos índices de calidad académica.
Somos demócratas. Nos solidarizamos con los esfuerzos por conseguir una patria más justa e igualitaria, donde cese la violencia y se erradique la corrupción. La ética y la moral son preceptos de recibo diario en las aulas, y la academia se vincula al liderazgo de los egresados, quienes sostienen una posición constructiva en el ejercicio de sus profesiones.
Educamos para enfrentar la época de incertidumbre, en un planeta globalizado, y lo venimos haciendo con la solidaridad indispensable, el reconocimiento de los organismos de acreditación del Estado y el respaldo de la comunidad. Abrimos ventanas al mundo: los convenios internacionales con instituciones universitarias de 21 países así lo confirman. En mi condición de Rector, resalto el trabajo de mis antecesores —Belisario Ruiz Wilches, Manuel
Antonio Rueda Vargas, Daniel Henao Henao, Fabio Lozano y Lozano, Juan Antonio Gómez, Armando Samper Gnecco, Alberto Lozano Simonelli, Jaime Uribe Urdinola, Jaime Forero Valdés, Luis Córdoba Mariño, Juan Hernández Sáenz y Evaristo Obregón Garcés— quienes han mantenido incólume el espíritu Tadeísta y con interés profundo contribuyeron al adelanto de la Tadeo. Sin embargo, los Rectores no hemos actuado solos, en el curso de estos años ha sido constante y afortunada la labor del Consejo Directivo, órgano máximo de nuestra Fundación Universitaria.
A los funcionarios de la Universidad de hoy y de ayer —académicos y administrativos—, me refiero a todos en conjunto para transmitir que ha sido el trabajo en equipo el creador de una expedición académica, como la nuestra, de extraordinarias dimensiones y trascendencia.
Sin dogmatismos y con espíritu fraterno, directivos, decanos, profesores y estudiantes, durante estos cincuenta años hemos concretado el programa de estudios que imaginaron quienes iniciaron el proyecto —Jaime Forero Valdés y los recientemente fallecidos Joaquín Molano Campuzano y Javier Pulgar Vidal— con el objetivo de prolongar los estudios de la Expedición Botánica, tendiente a valorar y preservar nuestros recursos naturales y a proteger el medio ambiente. Esfuerzo inspirador que encabezó, hace más de dos siglos, el sabio gaditano José Celestino Mutis, quién recibió la ayuda desinteresada de Jorge Tadeo Lozano en saberes que le fueron propios, como la química y la zoología.
Muchos compañeros han partido de manera definitiva, pero su trabajo y recuerdo permanecen, al igual que su impulso. Aliciente para quienes llevamos la bandera que, seguramente, continuará cuando se produzcan otros inevitables relevos por causas biológicas insuperables y que permitirán, en forma positiva, la conmemoración de nuevos aniversarios tadeístas. Cincuenta años ¡Y, seguimos adelante!
Jaime Pinzón López