Un balance de las decisiones tomadas en torno a los megaproyectos de Ecopetrol, fue el tema abordado por el profesor emérito de Utadeo, Salomón Kalmanovitz, en su columna de opinión publicada en El Espectador el pasado 16 de julio, titulada “Reficar: corrupción de alto nivel”. En su escrito, el experto en economía advierte que muchas de estas decisiones han sido tomadas desde las altas esferas del Gobierno, pasando por encima de la junta directiva de la petrolera.
Kalmanovitz citó como ejemplo la asociación que hizo Ecopetrol con Glencore, una empresa minera sin experiencia en materia de refinación que abandonó el proyecto luego que lo considerara poco rentable. Así mismo, acotó que uno de los despilfarros más grandes en Reficar es Propilco, adquirido por Ecopetrol en 2007 a un precio por encima de su valor en libros, que tenía como objetivo amparar a sus dueños, el Grupo Santo Domingo y Sanford.
“Según los informes técnicos disponibles, la peor decisión posible en torno a un megaproyecto como el de Reficar fue modificarlo a medio camino para producir polipropileno y etileno, insumos de Propilco. El resultado fue la desarticulación de todo lo que se venía adelantando y prácticamente duplicó los costos de las obras”, destaca Kalmanovitz al hablar del detrimento patrimonial de la compañía, que entre otros factores, también es causado por los costos excesivos en la mano de obra, que terminó siendo inferior a la proyectada y se produjeron subcontrataciones abusivas.
Al finalizar, el columnista reflexiona que sin la corrupción de alto nivel presentada, la rentabilidad prometida por Ecopetrol a sus accionistas en 2016 también habría sido posible, invirtiendo 3016 millones de dólares menos.