Conversatorio La imagen y lo real, imágenes de guerra o guerra de imágenes

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Opinión
Conversatorio La imagen y lo real, imágenes de guerra o guerra de imágenes
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Viernes, Junio 5, 2015
Víctimas, paz y justicia
El pasado 3 de junio se celebró en la Alianza Francesa el conversatorio La imagen y lo real imágenes de guerra o guerra de imágenes, en el que participaron Elkin Rubiano Pinilla y Constanza Ramírez Molano. El propósito fue reflexionar sobre como en ciertas ocasiones se instrumentaliza a la víctima por parte de ciertos artistas para su propio beneficio y como existen alternativas a este tipo de actitudes.
Fotografía de Jesús Abad Colorado, tomada de: nasaacin.org

 

Víctor de Castro Gutiérrez

Obaervatorio de Construcción de Paz

5 de junio de 2015

 

El pasado 3 de junio se celebró en la Alianza Francesa el conversatorio La imagen y lo real imágenes de guerra o guerra de imágenes, en el que participaron Elkin Rubiano Pinilla y Constanza Ramírez Molano. El propósito fue  reflexionar sobre como en ciertas ocasiones se instrumentaliza a la víctima por parte de ciertos artistas para su propio beneficio y como existen alternativas a este tipo de actitudes.

 

El primero en hablar fue Elkin Rubiano haciendo una clasificación general de la producción artística colombiana en relación al conflicto, enmarcándola  en tres divisiones: una relacionada con las víctimas del conflicto, otro de carácter de izquierda vinculado a la guerrilla y otra, más reciente, vinculada al narcotráfico y al paramilitarismo. En su exposición se centró sobre todo en la primera de las divisiones, preguntándose ¿qué papel juega la víctima en el arte?

Antiguamente se representaba en el arte a las “víctimas activas”, es decir a aquellas personas que voluntariamente decidían ir a la guerra o que participaban activamente en ella. Después de la Segunda Guerra Mundial y del horror de los campos de concentración pasan a ser foco de atención de muchos artistas las “víctimas pasivas”, aquellas que no han decidido participar en la guerra por cuenta propia.

 

En su discurso, Elkin Rubiano, insistió en el hecho de que a veces, ciertos artistas, instrumentalizan la miseria y el dolor de la víctima para beneficio propio. Para entender esto puso como ejemplo una obra de Beatriz González en la que hizo circular una foto de la líder campesina Yolanda Izquierdo, asesinada por el paramilitarismo, en el periódico el Tiempo para que esta no cayese en el olvido.

 

González, hizo una invitación a los lectores a modificar esa foto haciendo intervenir a la ciudadanía, creando así su propia obra. La idea era la de unir arte y vida. Pasado un tiempo, la artista recibe una carta de una campesina, en la que se pueden observar muchas faltas de ortografía, que agradece a González lo que ha hecho resaltando la figura de Yolanda Izquierdo y que por ello, ella se ha sentido identificada. De una modificación de la foto que hizo uno de los lectores del Tiempo, que fue la obra final de González, pego en su reverso la carta de la campesina. La obra se llegó a llamar La carta furtiva. Lo escandaloso de todo esto es que, pasado un tiempo, se descubre que la carta no fue escrita por ninguna campesina sino por otro artista llamado Hosie.

 

El profesor Rubiano critica duramente esto porque, en su opinión, se da por supuesto que las víctimas no tienen la capacidad de hablar por ellas mismas y que por eso, Hosie, en este caso les da voz. Esto las sobre identifica como víctimas y las re victimiza. En opinión de Rubiano lo que hay buscar es des identificar a la víctima creando espacios en los que estas puedan participar, empoderarse y puedan hablar y ser escuchadas.

 

Constanza Ramírez, en la misma línea, criticó duramente como algunos artistas utilizan la víctima para crear y no para transformar y como a estas se las trata como seres menores. En su opinión no hay que hablar tanto de su pasado sino de su presente, preguntarles qué sienten y qué quieren. El arte tiene el poder de interpelar al espectador, haciéndole pensar e interactuar con lo que el artista quiere mostrar. Los medios de comunicación buscan la saturación y el cansancio del espectador, repitiendo siempre casos de violencia sin ningún tipo de interpelación ni punto crítico. Ramírez, ensalzó el poder transformador del arte.

 

La desigualdad en Colombia y la estigmatización que se deriva, hace que la víctima del conflicto armado se a vista como un objeto que se puede utilizar. El mundo académico, el mundo de las ONG y también los artistas tienen que romper con esto, mezclándose, hablando, escuchando y compartiendo con las víctimas y superando esa superioridad que algunos sienten, permitiéndose el lujo de decir lo que las victimas piensan, sienten o quieren.

 

 

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