Se ha hablado bastante de cultura en el transcurso de este año: se aprobó el Proyecto de la Ley Naranja y el Ministerio de Cultura hizo entrega del primer informe de avance en políticas culturales ante la Unesco, sin embargo, la ley que busca incentivar y proteger las economías creativas en el país, se podría estar viendo en riesgo por el recorte del Presupuesto Nacional para el próximo año.
La profesora Jeanne Kelly Ruíz del Departamento de Economía, presenta un recorrido sobre el orígen del término de la Economía Naranja, el estado del país en la recopilación de estadísticas culturales, las siete propuestas de la Ley 1834 de 2017 así como la perspectiva que se tiene con el presupuesto asignado para el próximo año.
Artículo completo:
¿De dónde salió aquello de la Economía Naranja?
El color naranja se asocia con la creatividad en costumbres y creencias de siglos de historia. Ejemplos de su significado se encuentran en el Antiguo Egipto, la mitología griega, religiones orientales como el confucianismo, budismo e hinduismo, y por algunas costumbres de pueblos nativos de América. Con estos argumentos el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) acuñó, en el 2013, el curioso nombre de la Economía Naranja para referirse a la medición económica de la cultura y la creatividad.
Hoy el término es muy conocido, sin embargo, el concepto es amplio. En Colombia, por ejemplo, las industrias creativas comprenden los sectores editoriales, audiovisuales (cine, televisión y video), fonográficos (radio y música grabada), de artes visuales (pintura, escultura, fotografía), de artes escénicas, turismo y patrimonio cultural material e inmaterial (monumentos, conocimientos tradicionales), entre otros.
Por otra parte, cabe señalar que, aunque el término fue acuñado hace apenas 4 años, las primeras mediciones internacionales de las actividades culturales iniciaron en los años 80 con un proyecto de la Unesco.
¿Por qué Colombia hoy es un país líder en el área de las estadísticas culturales?
Entre las herramientas más recientes para la medición de la cultura se tiene la Batería de Indicadores de la Unesco que, en el 2011, inició la etapa de experimentación en 11 países entre los que estuvo Colombia.
En el país, sin embargo, no se trataba de la primera vez que se intentaba medir la cultura pues a partir de la Ley de 1997 ya se había creado el Sistema Nacional de Información Cultural (Sinic), algunos observatorios culturales y el Sistema de Información de Gestión Regional.
En el 2002, por otra parte, el Dane había empezado con la aplicación de la Cuenta Satélite de Cultura y en el 2007 con la Encuesta de Consumo Cultural. La primera que se enfoca en medir el aporte de la cultura en la actividad económica de la nación como por ejemplo en el PIB o la generación de empleo, mientras la segunda, busca conocer formas de comportamiento de los colombianos, como por ejemplo preguntando por los libros leídos por persona o las horas dedicadas a ver televisión, usar videojuegos o permanecer en redes sociales.
De esta manera, entre el 2011 y 2014 cuando se implementa el proyecto de los Indicadores Unesco en Colombia, ya existía mucha información en el país. Con los datos construidos en esta prueba y los indicadores generados en los otros 10 países, se creó la primera base de datos internacional sobre cultura para el desarrollo.
Cabe resaltar que además de los esfuerzos para llevar a cabo estas mediciones también se habían realizado diagnósticos sectoriales económicos en la industria cinematográfica, de los espectáculos de las artes escénicas y acervos patrimoniales, entre otros. Esta información y en especial el análisis arrojado por el estudio de la Unesco condujeron a crear un proyecto nacional de diagnóstico conducido por el departamento de Desarrollo Regional.
Con estos antecedentes se posicionó Colombia como un país líder en el área de las estadísticas culturales y este año, en particular, el tema se ha tornado importante pues se aprobó en abril el Proyecto de la Ley Naranja y recientemente se presentó el Presupuesto Nacional para el 2018, lo anterior, además del hecho de que el Ministerio de Cultura hizo entrega en mayo de su primer informe de cultura ante la Unesco.
¿Qué dice La Ley Naranja?
La Ley 1834 de 2017, presentada por el senador Iván Duque, busca proteger e incentivar la industria creativa. El documento, compuesto por 15 artículos, contiene siete estrategias para la gestión pública que siguen la propuesta de la publicación del BID, de la que él fue autor. Estos son algunos de los argumentos a favor y en contra:
* Sobre la primera estrategia, relacionada con la información, se tiene que a pesar de que el país cuenta con buenos antecedentes estadísticos, la Cuenta Satélite de Cultura del Dane, por ejemplo, requiere ajustes pues no ha incorporado todos los sectores creativos según el senador.
* En el caso de la institucionalidad, se espera la conformación del Consejo Nacional de la Economía Naranja. Al respecto, Rodrigo Acosta, Presidente de la Central de Comunicación Comunitaria y Alternativa, el consejo está conformado por la alta burocracia del gobierno (ministros, directores de Planeación, del Dane y Sena, etc.), sin embargo, el Centro Democrático aclara que se formulará una política integral para desarrollar la ley en la que participarán colectivos, agremiaciones, asociaciones, universidades y demás actores, que permitan lograr una perspectiva multisectorial de la misma. Duque añade que con el Consejo se pretende eliminar el problema de falta de coordinación entre las instituciones involucradas con el sector y, además, por primera vez, se le otorgaría a MinCultura la presidencia en un espacio en que se toman decisiones de política pública.
En esta estrategia se incluye también la articulación de las instituciones públicas y privadas. Alicia Llorente, Directora del Centro de Arte y Cultura de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, menciona los importantes avances que se han logrado en este aspecto al llevar las actividades culturales a etapas más profundas que la simple función de bienestar: en una primera instancia se generan espacios para que germine la semilla artística en los estudiantes; se presenta una segunda etapa cuando se hace un acompañamiento a los colectivos -grupos artísticos no-institucionales- que desean avanzar en su reconocimiento artístico, y recientemente, se ha generado una tercera etapa que busca integrar iniciativas universitarias a los programas del Estado a través de la divulgación y acompañamiento a esos emprendedores para continuar su trayectoria.
* La tercera estrategia relacionada con la industria busca la formalización de las actividades culturales. Para algunos artistas esto significa “mercantilizar” sus actividades, sin embargo, el Ministerio de Cultura menciona que el artista no va a estar obligado a hacer parte de la ley, ni a industrializarse o reorganizarse en términos administrativos.
El senador Duque señala que formalizarse no solamente sirve para cuantificar este tipo de actividades sino para acceder a los apoyos estatales. Al respecto, la ley considera la creación de mecanismos de financiación por parte del Banco de Desarrollo Empresarial y Comercio Exterior (Bancoldex), que desde el 2011 cuenta con una Línea de Crédito Blando que ha entregado más de $4.000 millones en créditos según el Mincultura. El Centro Democrático añade que también se incrementarían las líneas de becas y créditos para el estudio y formación, se darían incentivos fiscales, y se consideraría la creación de zonas francas temporales para el desarrollo de actividades tales como festivales y carnavales.
* La infraestructura también es cuestión de recursos, así, se espera que a través de la Financiera del Desarrollo Territorial (Findeter) se impulse la construcción de infraestructura física y virtual. Estos proyectos estarían orientados principalmente a la “infraestructura urbana” tales como museos, bibliotecas, centros culturales, teatros, y otros, e infraestructura digital, con el ánimo de democratizar el acceso a conectividad e Internet de alta velocidad. Al respecto María Victoria Martínez, exconsejera Distrital de Cultura recalca que este tipo de proyectos y leyes deberían cubrir también las áreas rurales de las ciudades pues normalmente son olvidadas o evitadas por las complejidades de acceso y costos. Por ejemplo, en el caso del Distrito capital, el Censo Rural indica que estas zonas rurales ocupan más del 70% de la superficie total, aunque solamente contenga unas 17.000 personas (0.2% de los habitantes capitalinos).
*Sobre la integración, la ley hace referencia a la consolidación de los Mercados Integrados de Contenidos Originales (MICOS). Acosta ve esta integración como una especie de Tratado de Libre Comercio TLC que podría afectar a los productos o artistas nacionales; el Ministerio de Cultura señala que el objetivo es facilitar la importación de medios de producción para la industria así como los desembolsos en Colombia de servicios creativos que se comercializan a través de la web; Duque, por su parte, señala que la estrategia de integración está más relacionada con la posibilidad de crear y desarrollar servicios en cooperación con otros países.
* La cultura tiene la capacidad de regenerar el tejido social pues se trata de un vehículo de inclusión y resocialización generadora de oportunidades laborales y económicas. De esta manera, con la ley se espera fortalecer espacios de circulación independientes a través de la difusión de contenidos locales en radio pública y comunitaria, televisión pública, salas alternas de cine, librerías, música en vivo y otros mecanismos, que beneficien principalmente la comercialización y consumo de contenidos locales y nacionales. John Galindo, coreógrafo y bailarín de tango, ex beneficiario de la Beca Carolina Oramas de Icetex, sugiere que a los artistas becados debería exigírseles una labor de mayor impacto social que precisamente podría ir encaminada a cumplir mejor este objetivo.
* La estrategia de inspiración incluye la creación de un sello para Colombia y la promoción al reconocimiento de los artistas. Según Duque, el sello permitiría identificar y diferenciar los bienes y servicios originados en el país, y en el segundo caso, la publicación del BID señala la importancia de mantener o crear reconocimientos como las premiaciones. Claudia de Greiff, exdelegada por las universidades en el Consejo Distrital de Cultura, señala que otro aspecto importante en la estrategia de inspiración es asegurar una vida digna a los artistas y pone como referencia las intensas peleas que se sostuvieron por el tema de seguridad social, en particular, para los artistas que finalizaban su carrera en condiciones vulnerables.
A pesar de todas las dudas o, por el contrario, expectativas que puedan generar las promesas de esta ley, es inevitable reconocer la necesidad de contar con un mayor presupuesto para apalancarla. No obstante, el panorama para el desarrollo de la misma no empezó muy bien: el pasado 28 de julio, el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, presentó el presupuesto nacional para el 2018 en el que propuso una disminución de los recursos para este sector.
¿Qué presupuesto se le quiere asignar a la cultura para el 2018?
Del Presupuesto Nacional total que asciende a $235,6 billones de pesos en el 2018, se propone asignar $352 mil millones al sector de la cultura, esto es menos del 1% (0,15%) del presupuesto total. La situación es crítica cuando se observa que aun sumando los aportes dirigidos al sector de Deporte y la Recreación, y los de Ciencia y Tecnología no se logra superar ese 1% del presupuesto total.
Pero no solamente los montos son bajos, sino que además frente al período anterior los recursos para el 2018 se estarían reduciendo en 8.000 millones de pesos, es decir, se tendría menos dinero que en los últimos 5 años. Para el senador Antonio Navarro “esta rama es hoy una verdadera Cenicienta”, pero la verdad, es que lo ha sido siempre.
En las dos últimas décadas, por ejemplo, los recursos destinados a la cultura apenas si han superado el 0,2% del presupuesto total; lo anterior, a pesar de que año tras año han ido incrementándose (exceptuando el 2014 y los últimos tres años). En palabras del senador Duque: “es lamentable ver que cuatro días del presupuesto del Ministerio de Defensa equivale a todo el presupuesto del Ministerio de Cultura de un año”.
Como dato agravante cabe mencionar que, de los recursos asignados al sector, más del 50% son para cubrir gastos de funcionamiento y no para inversión, así, para el presupuesto de 2017, por ejemplo, de los $360 mil millones que se aprobaron, el 44% se asignó para inversión, lo que indica que, de no lograr un reajuste para el próximo año, el gobierno contaría aproximadamente con 150 mil millones para hacer realidad todas sus promesas.
Como lo expresa Santiago Trujillo, Director de la maestría en Gestión y Producción Cultural y Audiovisual de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Colombia hoy nadie se pregunta por qué cualquier político o empresario adinerado deba tener varios escoltas, por cuenta propia o del Estado… , en cambio, todavía es común que gobiernos locales y el nacional duden de la necesidad de crear, ampliar y cualificar las nóminas estatales de artistas y de usar partidas presupuestales para subsidiar, financiar o cofinanciar proyectos culturales que son, en realidad, proyectos de inversión social.