Redacción: Massiel García Lugo
En los pueblo con nombres muy largos y extraños siempre sucedían cosas extrañas, pero en Shadowville sucedió lo que menos imaginábamos. Mi madre siempre me decía que debía alejarme de las mujeres hermosas, que estas son las que llevan el pecado en su sangre. Recuerdo que siempre le cuestionaba su afirmación, a lo que ella solo respondía: "La belleza excesiva solo puede ser obra del Diablo". Puedo jurar que nunca entendí a qué se refería hasta el día que la conocí a ella, a Madelaine, era tan hermosa que se me es imposible describir su belleza.
Cuarto creciente.
Nos enamoramos, o eso quería creer. Al año le pedí que fuera mi esposa, a nuestra boda no asistió ningún familiar de ella, me decía que eran muy reservados... Y le creí. Al siguiente año tuvimos una hija, desde que estaba embarazada sabía que sería una niña, y desde el inicio decidió llamarla Escarlata, a pesar que no me gustaba ese nombre, accedí. De su útero salió una niña blanca como la nieve con ojos rojos como la sangre. Creí que era una anomalía y el doctor sólo me dijo que era normal, que a veces sucedía y no debía preocuparme.
Luna llena.
Madeleine comenzó a salir todos los domingos en la noche, esperaba que me durmiera para salir, y regresaba al amanecer. Suponía que me engañaba hasta aquella noche que decidí seguirla. Shadowville era un pueblo extremadamente conservador y religioso, por lo cual nunca se celebraba Halloween. Pero fue ese domingo, 31 de octubre, que decidí seguirla.
Cuarto menguante.
Al levantarme de la cama, Madeleine no estaba y Escarlata tampoco se encontraba en su cuna, supuse que huiría con su amante y mi hija. Madelaine iba con la niña en brazos adentrándose cada vez más al bosque, estaba lo suficientemente cerca para escuchar que pronunciaba unas palabras que no entendía, era una especie de latín.
Se detuvo y la bebé comenzó a llorar. Vi cómo poco a poco le quitaba la ropa mientras lloraba. Luego otra mujer igual a ella, pero más anciana, comenzó a quitarle la ropa a Madelaine. Las tres caminaron despacio hasta reunirse con otras mujeres desnudas. Colocó a la bebé en el centro de un círculo con formas extrañas y de este surgió lo más parecido a una abominación. Se me hacía imposible soportar el hedor que desprendía esta criatura de su piel. Observé como este adefesio tomaba a mi hija en sus manos e inmediatamente corrí a rescatarla.
—La belleza requiere de un sacrificio y un corazón roto, así que mira como el único Dios y amo toma el fruto del pecado.
Fue lo último que escuché decir al unísono de las mujeres que se encontraban al rededor del círculo mientras observaban la sangre color escarlata que surgía del pequeño cuerpo de mi hija.
Escuché la voz lejana de mi madre y abrí los ojos.
—Deja de soñar con brujas, o luego estas se aparecerán en tu futuro.
Luna nueva.