Ricardo Rojas es un hombre apasionado por el deporte, su familia y su quehacer en la Tadeo. Es Bogotano, pero de padre nacido en Santa Cruz de Mompox, y su madre en Madrid Cundinamarca, es el onceavo hijo de una numerosa familia compuesta por 16 hermanos, padre de 3 hijos, felizmente casado hace 17 años. Aún goza de la compañía de su mamá, quien ya cumplió 89 años. Es un hombre cristiano en toda regla, y ha dedicado 24 años de su vida a trabajar en la oficina de deportes de la Tadeo, con el objetivo de servir a los estudiantes, no solo orientándolos en temas deportivos, sino escuchándolos y brindándoles un espacio de confianza y disciplina a través del deporte.
Conversamos con él sobre su vida, su trabajo y sus pasiones y esto fue lo que nos contó.
¿Quién es Ricardo Rojas en su vida personal?
Soy un hombre que ama a su familia, soy casado hace 18 años y tengo tres hijos; mi hija mayor que ya se graduó de la Tadeo es Comunicadora Social, tiene 29 años y también está casada, Maité que tiene doce años y Santiago que tiene tres, ellos son los amores de mi vida y el motor de esta etapa que estoy disfrutando; mi esposa es odontóloga, es ortodontista, tenemos una muy bonita relación, somos cristianos, nos gusta compartir y vivir en familia, así como reunirnos, salir juntos, pasear, comer reír.
Háblanos de tu formación profesional…
Soy educador deportivo de la Universidad de Burdeos y el Ministerio de la Juventud y el Deporte en Francia, tuve la oportunidad y la bendición de conocerlos por medio del doctor Oscar Azuero que fue el Secretario General de la Universidad durante mucho tiempo, fui a estudiar a Francia con una beca que ellos me ofrecieron después de un seminario de deporte que vinieron a dictar en la Tadeo, en el cual participé, al terminar el seminario me dijeron, lo queremos a usted en Francia, esa fue mi historia con ellos desde esa época.
Cuéntanos de esa experiencia...
La beca la tenía para el 93', no pude viajar porque no conseguimos las autorizaciones acá en la universidad, la persona que más me ayudo fue el rector de esa época Evaristo Obregón y viajé la primera vez en el año 94, volví a viajar en el 97' y regresé aquí en el 99'.
Cuando llegue en diciembre del 1999 de mis estudios en Francia, me tenían el puesto “guardado”, pues había salido a estudiar con una licencia no remunerada, pero regresar y tener trabajo fue de lo mejor, y fue obra de Evaristo Obregón, yo estaba becado en Francia y pues me tuve que bandear con las salidas y con las entradas, pero eso fue una bendición muy grande. Cuando regresé aquí no existía todavía la coordinación de deportes, Luis Eduardo Mantilla ya estaba empezando a reorganizar la oficina y me ofreció esa coordinación, y desde ese momento en el año 2000 soy el coordinador de deportes de la universidad.
¿La experiencia de estudiar en el exterior cómo te marcó?
Pienso que aquí estamos demasiado cerrados, sesgados en muchas cosas, en lo que tiene que ver con la enseñanza del deporte, entonces conocí la visión de ellos, también marcó mi forma de ser, los latinos, los colombianos, somos dados a que somos más que los demás porque tenemos esto, hicimos esto o estudiamos esto, y allá aprendí de la mano del director del programa la sencillez, pues es gente que tiene todos los títulos del mundo y son gente más sencilla. Nos reuníamos los viernes después de unas semanas muy duras y eran unas reuniones donde todos éramos iguales, la señora del tinto, la señora que hacia el aseo en el centro, el jefe y todos los que estábamos ahí, era un espacio que me pareció absolutamente espectacular, no quiero decir que yo fuera tosco, grosero o antipático con la gente pero eso me marcó para entender que todos somos necesarios desde el que hace el tinto, el que hace el aseo, hasta el que está arriba, todos cumplimos un rol y todos somos importantes en la academia, en el lugar en el que estamos, me gustó mucho el orden, también la tranquilidad, no vive uno con la zozobra de que puede o no puede caminar tranquilamente, puede o no puede salir a ciertas horas, no, un tiempo muy hermoso, sólo estaba dedicado a lo que estaba dedicado entonces.
Tuve también la oportunidad en ese momento, de trabajar como entrenador, compartiendo con muchísima gente, estuve estudiando en Alemania, también en Bélgica, módulos de la formación que se hacían en diferentes, oportunidad que me permitió conocer mucha gente y también muchos lugares. Para mí fue espectacular, muy divertido, me marcó mucho la personalidad de los alemanes porque son muy obcecados, son cerrados, solamente es Alemania, yo recuerdo mucho una noche en una reunión de asociación de deportes para todos de Europa, explicando donde quedaba Colombia, porque la mayoría de los Alemanes no sabían nada de nuestro país.
¿Qué idiomas aprendiste?
Aprendí francés que es el idioma del deporte, en cualquier parte en donde tú vayas a un seminario o congreso de deporte a nivel mundial se habla en francés, el segundo idioma es el inglés, aunque también en muchas partes el segundo idioma es el español.
¿Cuéntame cómo fue tu llegada a la Tadeo?
Eso fue hace 24 años más o menos, yo entré al mundo del entrenamiento con pesas por una lesión que tuve haciendo gimnasio, hacía atletismo cuando estaba en el colegio y me lesioné un hombro, me zafé el acromion, de todo lo que me mandó a hacer el médico nada me servía, se me caía el hombro, eso me sucedió tal vez como unas seis o siete veces, entonces la última vez me dijo, le voy a poner a hacer terapia con pesas y si eso no le funciona me toca operarlo.
En ese entonces estudiaba en la Universidad Pedagógica, allá había un gimnasio en la parte alta del coliseo, donde empecé el entrenamiento con pesas, entonces llegó uno de los profes que venían de Rusia, que ya tenía mucho más experiencia en entrenamiento con cargas y me enseñó, ahí me empezó a gustar mucho más y aprendí a hacer bien el ejercicio, la base que es la bio-mecánica es lo más importante, los porcentajes de carga, las cargas, y por ahí me fui encarrilando, en ese tiempo acá en la Tadeo estaba “Watusi” como director de deportes, él fue jugador de baloncesto, un compañero de la Pedagógica me dijo, están necesitando un entrenador en la Tadeo, así fue como me enteré, así que vine, presenté las pruebas y me dieron el trabajo.
Empecé como entrenador del gimnasio, que quedaba en el espacio donde está ahora la sala modular en el sótano entre el módulo siete y el dos, ahí, había doce mesas largas de tenis de mesa, después de trabajar aquí como un año, me llamaron de la Universidad Santo Tomas, pero allá solo duré unos meses.
Volví a la Tadeo a pesar de que al Dr. Azuero no le gustaban las segundas oportunidades, pero fue él quien me conectó con los franceses y después de eso hicimos muchísimas actividades con él a través de la Asociación TAFISA, como seminarios con Coldeportes y con el IDRD, siendo funcionario de la Tadeo dicté muchos talleres para el programa Deporte para Todos, así como talleres en Cali, en Putumayo, en el Choco, y en Bogotá con los entrenadores del IDRD, durante mucho tiempo, con el apoyo incondicional del doctor Azuero.
Entonces desde hace 24 años has entrenado a las distintas generaciones de estudiantes en el gimnasio…
Si, en el gimnasio me he dedicado al entrenamiento con pesas, en una época había un entrenador que se llamaba Rene, era un levantador olímpico y los muchachos ya venían con esa semillita del entrenamiento, pero por mi lesión de hombro yo no podía hacer ese tipo de ejercicios, entonces empezamos a entrenar algo que se llama, potencia, es una modalidad del levantamiento de pesas y con eso la universidad compitió durante muchísimo tiempo, los muchachos aquí fueron unos “chachos duros”, competíamos en los Andes, ellos tenían desde siempre un espacio muy grande para la competencia y competimos en interuniversitarios, en distritales y nos ganamos muchísimos trofeos.
¿Qué logro deportivo con la Tadeo es el que más recuerdas?
Unos campamentos distritales de levantamiento de potencia, y porque no solamente competíamos si no que yo también competía con los muchachos, competíamos con grupos de los Andes, la Central, la Distrital, la Nacional, la Pedagógica, fue un espacio muy rico para vivir el deporte.
¿Qué significa para ti la Tadeo?
La Tadeo ha sido lo más bello que me ha pasado, porque ha sido un espacio donde yo me he desarrollado como persona, como profesor, como entrenador, he aprendido a compartir, a querer, a amar lo que hago, me he sentido a gusto con los muchachos, he conocido gente muy bella, también gente que no ha sido tan linda, pero que con el paso del tiempo ya conociéndola se ha vuelto gente importante, todavía tengo relación y conexión con muchísimos de los que han pasado durante todo ese tiempo y el solo hecho de que lo recuerden a uno con ese cariño, hace que uno diga, valió la pena todo lo que he compartido.
Siempre he sido una persona de abrazos, siempre he sentido que una palabra bien dicha, una mirada, un abrazo, hacen la diferencia y con los muchachos eso es muy importante, que ellos sienten que la oficina de deportes es un espacio donde ellos pueden estar y encuentran a alguien que los escuche, porque tienen problemas ya sea en la casa, en la academia, acá hay un espacio, creo que ese siempre ha sido el plus que tiene la oficina de deportes que siempre vive llena, a la gente le gusta venir aquí y ha sido por el ánimo y el amor con el que siempre hemos trabajado por los muchachos, nuestra razón principal son los estudiantes.
Entonces ha sido muy lindo y todo eso ha sido gracias a la Tadeo, en la Tadeo encontré la estabilidad y el ambiente para poder desarrollarme profesionalmente, compañeros de viaje, muchas personas increíbles, muy lindas, con las que he compartido muchísimos momentos.
Esto que voy a decir suena redundante, pero La Tadeo ha sido y durante mucho tiempo fue mi primera casa, porque yo solo llegaba a dormir a mi casa, entonces aquí me gustaba pasar todo mi tiempo, siempre me ha gustado estar con los muchachos, cuando puedo ayudarlos si ellos lo permiten y si ellos abren su corazón a mí me gusta hacerlo y hay muchas personas que vienen aquí solamente a charlar, solamente para ser escuchados.
¿Cómo crees que este enfoque de la oficina de deportes ha impactado a los estudiantes de Utadeo?
Lo que hemos hecho en la oficina de deportes con los estudiantes, ha sido una base muy grande para que se enfoquen en la disciplina, en ponerse metas, en saber escuchar y debatir sobre cualquier tema.
En la Tadeo hay muchos docentes que hacen actividad física. Recuerdo muy bien y eso me gustó muchísimo en su momento, que los que empezaron a mover a los docentes en el tema deportivo fueron los matemáticos, Eduardo Estrada, Ricardo Contento, fueron quienes empezaron a armar los equipos de fútbol sala, les gustaba mucho, jugaban mucho, son matemáticos de mucha trayectoria en la universidad, docentes muy pilos, muy juiciosos, a los que les gusta la actividad física, y con ellos empezó el movimiento de los docentes. Los muchachos gracias a Dios han logrado mostrar y nosotros también hemos mostrado que los que hacen deporte son los estudiantes juiciosos, que tienen los promedios académicos más altos, son muchachos que saben manejar sus tiempos, disciplinados, tienen metas, entonces eso ha sido una satisfacción muy grande en lo que tiene que ver con el trabajo.
Volviendo a lo personal, a parte del deporte, ¿qué otras pasiones tienes?
Siempre he sido amante de la montaña, me fascina, hubo un episodio en mi vida que también me marcó y es que cuando regresé de Francia, a los tres meses me robaron el carro, a los cuatro meses me hicieron el paseo millonario, me dejaron tirado en el Codito, y me dije: esto no tiene lógica, para esto no volví, en ese momento una alumna de biología marina que vivía en la Calera, me dijo: “profe venga a la vereda donde vivo, allá hay sitios muy bonitos y puede encontrar un lugar tranquilo donde vivir”, me fui un fin de semana y encontré una cabaña, la vereda se llama El Hato, un sitio muy recóndito en la montaña, un espacio donde encontré la tranquilidad que yo quería, lo que me gustaba, caminar, para mí eso fue un espacio para crecer, encontrarme con Dios otra vez, estar tranquilo, tenía una perra, una loba, así que salía de aquí volando y la diversión era salir a correr por la montaña por la noche con ella. Tal vez en ese tiempo yo estaba demasiado enfocado en cosas que no debía, y por eso mi primer matrimonio se acabó, pero también lo que me sucedió, hizo que recapacitara, creo que todo eso me pasó para que cayera en cuenta que no estaba haciendo las cosas bien.
Pasado el tiempo, conocí a mi actual esposa, ella fue la persona que me cambió, fue un cambio realmente extremo, en ella encontré lo que quería y lo que necesitaba, no tengo por qué ponerme a mirar nada más, no quiere decir que haya sido fácil cambiar mi comportamiento, no es nada fácil, pero ya llevamos todo este tiempo juntos y cada vez que lo recordamos nos saca una sonrisa a ambos.
¿Cómo disfrutas con tu familia?
Como te dije nos gusta pasear, caminar, hacer deporte. Por ejemplo, finalizando el año pasado nos fuimos de vacaciones, yo siempre hablo mucho de todo lo que viví en Francia, de París, de Burdeos, de Alemania, de Bélgica, entonces, la noche que salí a vacaciones viajamos a Europa, nos fuimos a recorrer París, Milán, para que conocieran esos lugares de los que tanto les había hablado, y que ellos solamente veían en fotos, eso también sirvió para abrirnos más como familia, ahora queremos volverlo a hacer pero en verano.
Háblanos de tu relación con la brigada de Utadeo
Soy brigadista, llevo con ellos tal vez 15 años. Con Alfonso nos conocimos desde la Cruz Roja porque trabaje allá, tenía el grupo de tercera edad, tuvimos una muy buena amistad, entonces cuando llegué aquí me dijo: “Richard que chévere, lo necesito en la brigada” y desde ese punto estamos trabajando juntos. Ha habido momentos en los que no he podido participar mucho, porque ahora en la oficina somos Luis Eduardo y yo manejando las cosas, cada uno dentro de su rol, pero en la Brigada saben que cuentan conmigo incondicionalmente.
¿Qué reto te queda pendiente acá en la Tadeo o que se viene para ti?
A mí nunca me ha gustado llamar la atención, puede sonar muy irreal, porque el fin siempre son los muchachos, mientras los muchachos encuentren un espacio de diversión, de placer, de calor humano, pienso que estamos haciendo las cosas bien. Nunca he buscado ser protagonista de nada, absolutamente de nada, pienso que todos estamos en esta vida para servir. Dios nos mandó a una sola cosa, a amar, y eso trato de hacer con todo lo que hago, no quiero ningún título, simplemente si de algo de han de acordar es que había un espacio para el disfrute de los estudiantes.