Su amor por la educación y por la docencia la heredó de sus padres y familia. Aprendió a ser profesora con el ejemplo de su hogar y por la firme convicción de acompañar a otros a descubrir sus talentos y ponerlos en valor.
Tiene más de dos décadas de experiencia y el aprendizaje es constante. Ahora, al regreso a su “amada universidad”, sabe que los retos son inmensos pero no imposibles. “Acá es maravilloso trabajar, la gente es inquieta, hay un espíritu de servicio genuino y qué mejor que regresar a liderar una Facultad que amo y conozco”, dice Olga Illera Correal, la nueva decana de la Facultad de Ciencias Sociales.
Antes de asumir la decanatura ejerció como docente de la Facultad desde el año 2009 hasta 2018. Desde ahí su carrera académica se ha desarrollado en el sector privado y público como directora, decana y vicerrectora. El área que le apasiona es la seguridad y defensa. “El contexto colombiano me dio la información suficiente para enamorarme del tema y trabajar por el país”, asegura.
Esa pasión la llevó a estudiar la Maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Oxford en Inglaterra, país en el que su esposo también realizó sus estudios, tuvieron su primer hijo e incluso trabajó en el sistema de Bibliotecas de la universidad, el objetivo siempre fue optimizar el tiempo.
Olguita, como le gusta que la llamen, es una lectora voraz, apasionada y rigurosa en lo que hace. Su vida, que se desarrolla entre los roles de esposa, madre y decana tienen un punto de encuentro y es apostarle al conocimiento en todo momento. Es una convencida de que se transforman sociedades a través de él y que el reto está en saber dar.
Es generosa y se sueña con un país con mejores posibilidades, con personas comprometidas que analicen y reflexionen y eso lo dice con seguridad: “desde nuestra Facultad podemos formar los talentos que requiere el país y el mundo”.
Pretende capitalizar los avances y logros de la pandemia, generar un alcance mayor en los programas de pregrado y posgrado, así como la educación continua. Cree en la flexibilidad de la educación con calidad que trascienda las fronteras y que impacte generaciones.
Cree en la juventud y quiere trabajar por ellos, habilitarles nuevos caminos. Eso lo hace con sus hijos Marco y Martina, que son adolescentes. Marco le ha acompañado en su crecimiento profesional y ha sido testigo de cambios y nuevos logros. Ahora no es la excepción cuando regresa a su “amada universidad” a asumir la decanatura.
Con sus hijos disfruta las noches de pijamadas y películas que van desde la cultura inglesa o japonesa, hasta la italiana, asegura que es un algoritmo algo extraño. La buena comida, viajar y vivir nuevas experiencias la cautivan.
A su familia, durante la pandemia, se sumó un nuevo integrante: Dante, un Golden Retriever que les robó el corazón, “Si me ven con pelos de perro ya saben que es puro amor”, dice.
Amor que comparte con su esposo quien también es docente universitario. Crecieron en familias con larga tradición de educadores y es un placer que juntos disfrutan. Ahora como decana sabe que tiene la responsabilidad de generar oportunidades, generar nuevas ideas y hacer florecer el talento de quien la rodea.
Tiene clara la ruta que va a seguir por eso el trabajo riguroso y esforzado son sus pilares y lo expresa con una sonrisa. “Estoy inmensamente feliz de volver a mi universidad y seguir impactando en la sociedad”, concluye.