China busca implementar un sistema de crédito no monetario basado en
el comportamiento de sus ciudadanos, funcionarios gubernamentales y
empresas. Bajo este sistema quienes contribuyan al mejoramiento de la
sociedad serán recompensados con beneficios en su día a día mientras
quienes no sigan las reglas tendrán mayores dificultades en su acceso
a servicios y podrían verse sujetos a multas y castigos.
El surgimiento de este controversial sistema -el cual se vale de
tecnología de punta para su operación- ha sonado las alarmas dentro y
fuera del país, más aún cuando a solo pocos meses de su entrada plena
en vigencia todavía se desconocen detalles importantes sobre su
alcance y funcionamiento.