La transición energética en Colombia, que lleva más de una década, parece carecer de propósito y dirección clara. Las opiniones varían desde la necesidad de una transición lenta hasta la dependencia en recursos como el carbón, el gas y las hidroeléctricas, lo que crea confusión y obstaculiza el progreso económico y de bienestar.
A pesar de un consumo eléctrico per cápita bajo, comparado con otros países, y la relación directa entre consumo energético y desarrollo económico, Colombia enfrenta el riesgo de quedarse atrás en la digitalización y electrificación de su economía.
Es imperativo establecer metas claras y acelerar el proceso de transición energética para evitar impactos negativos en diversos sectores. La nueva ley energética es crucial, pero el tiempo es limitado. Urge completar los 6 GW del Plan Nacional de Desarrollo, continuar con subastas de energía renovable y definir objetivos claros para 2030 y 2050.
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