El Maestro Pablo Molero Navajas, profesor de la Universidad de Extremadura en España, es un hombre ridículamente simpático que llegó a la danza hace muchos años con el simple disfrute del movimiento. Es algo que estaba en mucha consonancia con la satisfacción personal que le producía moverse. A partir de allí, fue encontrando otras fuentes de motivación según se iba formando.
Entrando un poco en lo que son los fenómenos artísticos; conoció distintos estilos y creadores, lo que lo llevó a desear aprender, llegar más lejos, profundizar y conocer mucho más sobre una persona que trabajaba de una forma determinada. Tuvo la suerte de vivir toda la época de los años 80’s en Europa; estuvo en España, también se formó en Bélgica, Holanda y Francia, nutriéndose y viviendo de lo que él considera, es ese momento fantástico desde el punto de vista artístico, de lo que son los años 80’s y 90’s en aquel continente.
Para Pablo, la Danza Contemporánea, no es sino la danza que se hace hoy en día. No significa que exista una idea exacta de lo que es esta danza. La Modern Dance fue el punto de partida, desde Isabel Arance y se ha ido desarrollando, pasando por distintas épocas, situaciones, países y contextos, que han ido configurando poco a poco, el concepto de Danza Contemporánea. Y como pequeño aporte extra a su concepción de cuerpo prosaico/cuerpo poético, (aparte de lo que habló al respecto en un conversatorio pasado) tiene que ver con el simbolismo; la posibilidad que tiene la danza de crear imágenes, de crear algo que está más allá de lo que vemos físicamente y que trasciende.
Pablo Molero, consideró la pandemia como algo que trajo consigo cosas muy positivas independientemente de esas sensaciones que ha dejado; un poco de depresión, de encerramiento, de sufrimiento por no poder moverse, de no poder suplir esa necesidad de comunicarse con otro cuerpo. No solamente virtual, que sí que hay posibilidad de comunicarse, pero la soledad no deja de ser tremenda.
Retomando un poco lo anterior, Pablo expresa que la pandemia le permitió interiorizar, tener tiempo para conocer y gestionar nuevas estrategias. Por ejemplo, en el XX Festival Internacional DZM ((Danzamaratón de Extremadura) de este año, se pudo hacer presencialmente, porque se abrió todo un poco de nuevo. Los requisitos eran, trabajar mucho en espacios públicos y tener contacto mucho más directo con la gente; mientras se mantenía una distancia de seguridad y los teatros seguían cerrados, aunque ya existía más proximidad.
“Encontrar qué sentido tenida la danza desde un punto de vista mucho más allá de lo meramente artístico… La necesidad que tenía la gente de encontrar eso que no era una serie de Netflix”.
Pudo apreciar cómo la gente se emocionaba, escuchaba atentamente y se juntaban todos en torno a ello. Porque para él, lo principal en la danza, es ser ese fenómeno de expresión a través de lo que se interpreta. Fue volver un poco a la danza entendida como esa forma de comunicación, y ver cómo la gente se sentía atraída porque estaba aportando algo novedoso.
Aprendió estrategias, como el planteamiento de espectáculos en un entorno virtual. Pablo resalta que esto no se podía convertir en la simple retransmisión plana de un evento, pues para él, eso no aporta nada de las posibilidades que tiene el entorno virtual. Consideró que era repensar el entorno, repensar el cómo sería la comunicación con alguien que está detrás de una pantalla y cómo interesarle.
“Donde muchas veces la condición del anonimato implica que tienes que establecer mecanismos de comunicación”.
De hecho, numera algunos mecanismos como lo son, los foros simultáneos, las retransmisiones desde, por ejemplo, un punto de vista cinematográfico, para sorprender. Esto último, lo explica. Es utilizar la pantalla del screen como lenguaje audiovisual, en donde la danza tiene un soporte.
En ese tiempo, Pablo revisitó muchas video danzas y películas de danza (porque sí, son diferentes) que le hicieron darse cuenta que, si querían hacer algo diferente, el uso de retransmitir en un plano fijo, no crearía ningún tipo de interés en el espectador y eso obligó a crear a partir del lenguaje cinematográfico, para forjar auténticas piezas con la danza. Esto referido al valioso aporte que puede hacer la danza en otro formato, otro medio de comunicación. Fue un, y así lo menciona, aprendizaje fundamental.
Para esta convocatoria, Pablo se encargó de dirigir una video danza, pensando en lo audiovisual. De hecho, cuenta que se hizo un trabajo previo en el teatro y a partir del mismo, confluyó una obra audiovisual. Esta obra duró 40 minutos y se le hizo un extracto de 5 minutos para ajustarse a la convocatoria. Se concibió como un espectáculo en un teatro que se alquiló para poder grabarlo. Hay planos y movimientos de cámara que realizó un equipo de cuatro personas. De hecho, fue planificada para grabar escena por escena y posteriormente, realizar una edición. A la final, según Pablo, es una especie de obra documental, con música original de Miguel Ruíz.
Pablo se emociona mucho entrando en los detalles de lo que fue la concepción de esta obra. Pues tiene una increíble variedad de planos, un lenguaje cinematográfico específico, música (como ya se dijo, original) y se editó secuencialmente, es decir, tal y como ocurriría en lo que él denomina como “lo real”. Esto último, la secuencialidad, fue un criterio que él mismo puso para crear este espectáculo. Lo que definitivamente lo enorgullece, porque no fue solo un tema estético, de conservar solo los planos más bonitos.
Consideró esta obra un reto increíble que se rodó en lo que, según él, fueron cuatro jornadas en las que, al estar en un espacio cerrado, tuvieron total control de lo que allí sucedía. Esto referente a la iluminación, a la posibilidad de repetir con los intérpretes y por supuesto, ideal para los desnudos.
Esto, el desnudo masculino que consideraron muy interesante e importante para esta pieza, por la temática que la rodeaba: La inmigración. Que nos lleva a enfrentarnos a qué estamos haciendo y todo ello viene rodeado de las tragedias de las personas que se ahogan en el mar intentando llegar a un mundo mejor. Lo que nos lleva a entrar en materia de lo que es cuerpo prosaico/cuerpo poético, porque estos cuerpos en la escena, muestran el momento en que un cuerpo prosaico se despoja de todo, lo que queda es ese momento que, de algún modo, se convierte en poesía.
No es que la obra sea terrible, recalca Pablo, sino que la situación en sí lo es, y ellos como intérpretes, creadores, coreógrafos, compañía, transfiguraron la situación de forma poética, pero la dureza de lo que hay, dice, depende de lo cómo un trabajo de creación lo va a contextualizar.
“Lo que nosotros queríamos también, era remarcar el desnudo masculino como algo que no tuviera tabúes y que también va a potenciar toda esta información que estamos enviando al espectador. Que nosotros, no hacemos ningún juicio de valor. Es el espectador el que poéticamente, retoma eso y lo lleva a su terreno. Cada uno lo interpreta como quiere.”
Esta obra fue presentada con la Compañía Contempovalle, en el marco de un Proyecto de Residencia y Mediación que emociona muchísimo a Pablo. Se presentó en Cali y la respuesta fue abrumadora; la gente acaba con el corazón estrujado en el puño. Porque, en el fondo, se está reflejando una situación muy real que, según él, todo el mundo ha visto en su país o tiene referencias de cosas que pasan similares. Lo hace global. Y cuando es global, significa que, en realidad tenemos más cosas en común de lo que creemos; para Pablo esto es algo positivo.
“Esta pandemia también ha demostrado que justamente la parte individual se pone un poco al servicio de la colectividad, pero esta a su vez, no puede dejar de reconocer la individualidad. Porque ese acceso a través de las vías digitales, ha permitido que se conozca cualquier pequeña situación; tienes difusión. Esto es un juego, no sé si perverso o fantástico, según la perspectiva en que lo mires, ¿no?”.
Aquí es cuando aparece el nombre de Mística Mutandis, que es una obra muy especial para Pablo. Él trabaja en un contexto universitario, pero los resultados de este proceso terminan siendo profesionales. Aunque se contextualiza profesionalmente, también permite decir que lo que están haciendo será visto por alguien que lo va a disfrutar, que va a pagar por ello, que va a aportar algo también y le dará el valor que se merece un hecho artístico. Porque claro, allí se unieron todos los elementos; la iluminación con la música y con el espacio escénico. Este proceso permitió que se lleve a festivales en Francia y Holanda también; que hacen parte de un circuito de festivales que son profesionales y tienen una parte de participación universitaria.
Para Pablo es un error que se piense que la danza solo interesa a gente que se dedica a ella. Piensa que el cambio que se busca producir, es conseguir que la gente que hable de danza, lo haga como cuando habla de fútbol. No se necesita ser especialista en ello, ni practicarlo activamente.
“Un cambio de paradigma, en relación con la Danza Contemporánea, es conseguir que una comunidad universitaria hable de danza Contemporánea, sin necesidad que tenga que practicar Danza Contemporánea. Sino simplemente por el gusto y el disfrute de ver un espectáculo”.
Pablo habla muy animadamente acerca del Festival Internacional DZM, que ha tenido un éxito en conseguir que la gente vea y hable de danza, sin estar relacionada con ella. Y siente lo mismo respecto al Festival Universitario de Danza Contemporánea, porque según él el objetivo más que de conocimiento, es de disfrutar lo que se está sintiendo y viviendo. Para él, esa es la esencia y es algo que se ha perdido en muchas ocasiones.
“Lo único que tengo por el FUDC, es justamente admiración por esa dedicación, difusión y esas amplias opciones que dais a la gente, a que disfrute. No hay que entender nada, disfrutar y luego, conforme vayas viendo y te vaya interesando, te vas a preocupar de lo que sea que hayas sentido, de qué te querían decir y qué es lo que subyace a partir de ahí”.
Después de 38 años de vida profesional activa, quiere enfocarse hacia cosas que le gustaría ver. En plantear un tema que le interese, pero no desde el ego o el interés individual o desde hablar de alguna manera, de sus problemas. Quiere centrarse en cosas que realmente trasciendan lo que se está viendo y llevarlo al espectáculo; dar un aspecto creativo que el espectador no sepa qué va a suceder al minuto siguiente, que no sepa qué va a pasar, que no sea previsible. Quiere ponerse en el lugar del espectador, sorprender y plantear espectáculos coreográficos que contengan un discurso absolutamente inesperado.
En su caso inmediato, tiene esta doble función de profesor y creador, también con un poco de conocimiento referente a posicionamiento artístico de gestor cultural. Todo esto, le lleva en un momento concreto, a crear una visión que se nutre por su formación multidisciplinar, con un poco de ciencia, arte, teatro, coreografía o de una asociación de espectadores. No quiere dar ningún mensaje, sino que cada quien se haga su propio mensaje.
“Soy anti mensaje. Son siempre espectáculos abiertos, pero está muy claro que te llevan a algún sitio para que tú te posiciones. Y esa es la idea. Necesito que alguien sea activo y se posicione frente a lo que está viendo”.
También busca continuar con el proyecto que emprendió en Cali con Contempovalle, que está pensado para durar tres años y acaba de empezar. Lo anima mucho poder hacer un seguimiento y apoyo a la compañía en Colombia, pues en sus palabras textuales, este es un país que ama y se siente como en casa. Y seguir con la conexión entre el FUDC y el Festival Internacional DZM que, de hecho, cuenta que sus 140 estudiantes actuales, deben visualizar determinadas propuestas y talleres del FUDC, para analizarlos.
“Mando un besazo muy fuerte a Cristina Vergara, a Juan Pablo y a todos los que componen esta organización. Creo que estáis haciendo algo fantástico. La enhorabuena y ojalá nos podamos ver de nuevo, piel con piel. Un besazo para los que están presentando el festival y para todos los que, desde fuera, están viendo las maravillas que se están presentando”.
Nicole Camila Peña Montoya |