Las plataformas de comercio de fotos, en las que se exponen partes del cuerpo humano, están en auge durante la pandemia. En estos mercados cibernéticos, muchos jóvenes han encontrado una oportunidad para sanear la crisis económica, debido a la falta de empleo y auxilios económicos para esta población.
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Camila Arango observa fijamente sus dedos, se asegura de tener las uñas bien pintadas y revisa que todo se vea en perfectas condiciones. En sus manos sostiene su celular; acaba de revisar sus redes sociales y tiene una alerta de una nueva consignación, «es el momento», dice, mientras sonríe. Estando acostada en su cama, abre la cámara de su celular y desliza suavemente su pie derecho sobre su pierna izquierda, cuando está a punto de llegar al tobillo toma la foto, la observa detenidamente y dice con emoción: «¡Perfecta!».
-Ahora sí ¿en qué te puedo ayudar? - Pregunta, mientras me mira de reojo.
-¿Cómo empezaste a vender fotos de tus pies?
La estudiante de veterinaria en la Universidad de Ciencias Aplicadas, UDCA, mira con picardía mis botas negras y me pregunta:
-¿Quieres vender tú también?
-No, yo solo tengo curiosidad.
Entre risas me responde:
-La curiosidad mató al gato... Pero, bueno, yo empecé porque una amiga que está en México me comentó cómo le iba con esa actividad; ella por la pandemia quedó desempleada y está de intercambio, de alguna forma debía buscar cómo sostenerse en esa ciudad y encontró en la plataforma de Tik Tok muchas personas que hablaban sobre la venta de fotos, y pues como a ti, me entró la curiosidad y aquí estoy.
-No debe ser fácil darse a conocer - Le comento. En ese momento su celular vibra otra vez: es una nueva notificación.
-Debo revisar, discúlpame, pero, ya sabes... Negocios - comenta.
En seguida desbloquea su celular y continúa:
-Yo creo que tuve suerte. Una tarde escribí por Twitter que vendía fotos, y al momento dos personas de Estados Unidos me respondieron, lo tomé como una broma, pero hablaban en serio, preguntaron cuánto cobraba por una foto o un video, pero yo no sabía nada de eso, así que mi amiga me explicó cómo hacerlo bien.
La compra de fotos de este tipo está considerada como una afición o un fetiche. Diego Sierra Cardoso, médico de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en salud ocupacional y máster en salud laboral, explica que «el cerebro segrega oxitocina, que es básicamente la hormona del deseo sexual. La cosa está en que no todo el mundo segrega oxitocina con lo mismo, por ejemplo, para algunas personas puede ser excitante una voz, pero en otros casos no, esto sucede también con los pies, con las manos y con estímulos que se pueden catalogar como "normales". El dilema aquí es que todos creamos tabú y vemos mal el hecho de que a algunas personas les gusten los pies, aunque no esté mal».
Para Sierra Cardoso, estos tabúes ya se están dejando un poco de lado, porque las personas se encuentran un poco más abiertas a hablar de aquellas cosas que le gustan en un contexto sexual. Al igual que la pornografía, que según el doctor Sierra Cardoso «no fue creada con un fin educativo sino más bien para satisfacer el deseo sexual de un fetiche, que es el de ver a las personas tener relaciones sexuales», la primera cuarentena, por la pandemia de la covid-19 en 2020, estimuló el mercado de fotos de pies y de otras partes del cuerpo en redes sociales.
Aprendiendo a vender fotos de pies con Camila
Camila ha desarrollado sus propios trucos para tomar fotos y que los podofílicos, que es el término correcto que se utiliza para hablar de aquellas personas a las que les excita sexualmente ver, oler, acariciar o besar los pies de otras personas, las compren. Aunque, en este negocio también hay riesgo de resultar timado.
Según dice, hay que crear una cuenta, preferiblemente en una red social donde se puedan subir las fotos del contenido que se quiere vender. Hay que ser muy precisos con los contenidos, porque a algunas personas les gustan cosas inusuales y el mercado es muy variado.
La más fácil y peligrosa, para ella, puede ser Tinder: «Ahí puede crear su perfil y dejar que su rango de visitas sea muy alto, el problema está en que lo pueden tumbar, porque algunas personas alteran las imágenes de la consignación y si no se es astuto, puede enviar la foto sin haber recibido un solo peso, pero la ventaja también está en que no se debe pagar ningún porcentaje a la plataforma».
Existen otras alternativas como OnlyFans. Para Camila, esta plataforma puede ser contraproducente, porque «primero se debe lograr que lo sigan varias personas, por cada persona se gana un dinero, pero la plataforma descuenta el 10%. Solo si se llega a tener 100 dólares se puede retirar el dinero, pero debe hacerse antes de un mes, porque si no se pierde todo». Aunque las ganancias aquí son superiores al tratarse de una moneda extranjera, el problema radica en que la plataforma OnlyFans no les brinda a sus usuarios ningún comprobante de ingresos, por lo que, al recibir el dinero en dólares, las personas deben justificar en sus países de origen cómo se obtuvo ese dinero. Según Camila, «OnlyFans no ayuda en ese proceso y no existe realmente una forma de comprobar los ingresos mediante esa plataforma».
Por otro lado, ella asegura que «por nada del mundo se deben mostrar fotos de la cara, si solo se está dedicando a vender fotos de pies». En esa medida, recomienda no mostrar otras partes del cuerpo ni dar direcciones o información adicional, porque hay personas que pueden resultar muy complicadas de manejar y que pueden representar un riesgo.
Cuando se trata de vender fotos de partes del cuerpo en internet, algunas personas suelen creer que se trata de una actividad ilegal, pero en realidad no lo es. Camila asegura que esto está relacionado con la forma en que distintas partes de la población entienden lo bello y deseable en el cuerpo humano: «Algunas culturas aprecian la belleza de los pies; en varias películas, series y hasta canciones se hacen referencias a la belleza de los pies ¿por qué no sacarle provecho?».
Foto de los pies de Camila. Crédito: archivo personal.
Cuando el lente no enfoca
Es una tarde fría en Bogotá. Desde las mesas de un café de la carrera séptima se pueden ver a las personas caminar con prisa y a otros tantos detenerse, por algunos minutos, para esperar que la tempestad disminuya. Al café entra una chica de 1,68 de altura, de unos 22 años y con cabello castaño largo, a quien llamaremos Lina.
-Perdón, llueve mucho afuera y casi no llego ¿tomamos un café? - Me dice.
En medio de la charla, la universitaria recuerda cómo empezó a vender fotos de pies.
-Tengo dos amigas, son muy emprendedoras, hacen negocio de todo lo que sea posible, ellas fueron las que me propusieron la venta de fotos de pies, y yo acepté, entonces hicimos un grupo de WhatsApp, éramos 4 en ese momento y creímos que creceríamos por Instagram, además de caer en el error de creer que era muy fácil, realmente no sabíamos nada.
El frío que siente en ese momento se evidencia por la forma en la que mueve sus piernas, las puntas de sus tenis blancos, un poco llenos de barro por los charcos que provoca la lluvia, tocan el piso, mientras los talones se unen formando una especie de triángulo. Sus tobillos se ven algo pálidos, quizás por la humedad de sus zapatos. Mientras aprieta sus piernas continúa con su relato:
-Creamos un usuario de Instagram y les dije a mis amigas: arréglense los pies y suban fotos. Yo no subiría imágenes porque me ofrecí para ser una especie de administradora para ellas, ya que yo me defiendo hablando inglés y recibíamos mensajes en ese idioma.
Lina se ríe al recordar:
-Estos sujetos nos escribían fingiendo ser gente con dinero y 'sugar daddies', pero resultaba ser una estafa, porque siempre nos pedían que primero les diéramos cierto dinero o compráramos tarjetas de regalo, porque, según ellos, primero teníamos que hacer eso para que Paypal los dejase consignarnos el adelanto del dinero.
Imagen de una conversación con un cliente que las estafó. Crédito: archivo personal.
En este negocio, ser estafado es un riesgo que siempre está presente. Todo aquel que se quiera atrever a vender este tipo de contenido debe estar, por lo menos, dos pasos adelante del cliente y pensar en todas las posibilidades de estafas que pueden surgir, porque las alteraciones de imágenes con supuestas consignaciones son muy comunes.
Lina continúa diciendo:
«La conclusión que nos quedó de esta experiencia es que, básicamente, es una red de estafa. Había muchos perfiles que tenían imágenes robadas de hombres mayores que, supuestamente, eran adinerados, pero parece que les enviaban varios mensajes a las cuentas donde vendían fotos de pies. Y claro, mientras mis amigas subían las imágenes a Instagram, yo sostenía las conversaciones creyendo que iba a concretar algo, porque, generalmente, parecía que lo lograría, pero surgían muchos estafadores, mucha gente se burla de ese negocio. En realidad, es complicado hallar clientes reales.
» Por otro lado, creo que no es un secreto para nadie que los jóvenes necesitamos dinero, la falta de experiencia laboral hace que las personas se metan en lo que sea, además, el mercado no está como para que se consiga trabajo de manera fácil, siempre hay muchas trabas.
» Alcanzamos a durar un par de semanas así, pero me cansé, porque ese tipo de cosas como la creencia popular lo dicta, no se gana dinero de la noche a la mañana, toca ser muy persistente, saber tomar las imágenes y conocer otras plataformas. Tiempo después supe que, por medio de Tinder u otras apps, se podrían concretar esos negocios, pero ahora no me interesa, y al final mis amigas siguieron emprendiendo por medio de otras cosas.
La verdad, no logro imaginar cuánta gente principiante pudo haber sido estafada por esas personas, nosotras sabíamos porque en TikTok salen muchos videos de cómo vender imágenes de ese tipo y de qué personas hay que cuidarse».
Los hombres también venden
Antes de entrar en este mercado, el traductor de Google no había sido tan útil para Santiago Ordóñez, un joven de 25 años que, por falta de recursos, no pudo acceder a una universidad y se dedicó a recorrer las calles de su municipio natal con guitarra en mano, interpretando las melodías que marcaron su niñez. En esas, una noche recibió una información que le cambió la vida: «Estaba tomando una cerveza con unos amigos, cuando una de las chicas nos dijo “vieron que ahora el negocio está en tomar fotos”. Las fotos siempre han sido negocio, pensé, pero remató diciendo “de pies, las fotos de pies son el negocio”. Recuerdo que en ese momento me reí y pregunté: ¿Quién carajos compra eso? Pero entre cerveza y cerveza, chanza y chanza, terminó explicando que era algo natural y que todos tenemos gustos diferentes».
Días después, ante la escasez laboral, a Santiago le quedó dando vueltas esta idea en la cabeza, fue así que decidió probar esta forma de ganar dinero:
«Es difícil cuando no tienes de dónde sacar un sueldo fijo, es preocuparte, porque no tienes idea de qué vas a comer al día siguiente… Es complicado. Últimamente la economía no anda nada bien, entonces me puse a investigar más y dije “¿por qué no?”. Comencé por Tinder a vender las fotos. Crear la cuenta fue raro porque tenía que poner solo fotos de mis pies, entonces saqué dos, en la descripción puse “vendo fotos de pies” y configuré la cuenta para que todo tipo de personas la pudieran ver».
La función empezó. Los días siguientes se ocupó de deslizar el dedo hacia el lado derecho de la pantalla en la aplicación de Tinder, para así conocer a más personas interesadas en su contenido. A pesar de la peculiaridad de su perfil, los match (acción que se realiza cuando dos perfiles se gustan mutuamente) no se hicieron esperar y los mensajes llegaron en ráfaga.
«Durante casi tres horas me la pasé dando me gusta a todas las cuentas que aparecían y luego me fui a dormir, pero la sorpresa fue que a la mañana siguiente tenía 10 mensajes en inglés y yo no sabía qué carajos decían. Entonces, tocó ser recursivos y apareció el traductor, la mayoría preguntaban cuánto cobraba y pues yo no sabía nada, entonces empecé pidiendo 100.000 pesos colombianos por foto, lo que equivale a $27.49 dólares. Sí, me estafaron muchas veces, pero con el tiempo eres más cuidadoso y al final la práctica hace al maestro. Por lo menos mientras logro conseguir un trabajo estable, puedo ayudarle a mi madre con los gastos del hogar», asegura Santiago.
Foto tomada por Santiago para uno de sus clientes. Crédito: archivo personal.
La estética de las fotos masculinas puede cambiar, porque la apariencia de los pies es diferente entre cada persona y los gustos varían según el cliente. Para Santiago, las mujeres se fijan en la estética y el cuidado de los pies; aunque no todo son fotos sencillas, a veces recibe mensajes de personas que quieren características específicas. «La que más recuerdo es una señora, yo creo que, de unos 50 años, que me pidió que la foto fuera con los pies llenos de barro, o por lo menos eso fue lo que tradujo Google. Entonces, busqué un charco… ¡Y es asqueroso! Pero solo fue tomarla, salir de ahí, enviarla y ganarme $500.000 pesos colombianos. Empezar a trabajar en esto marcó un antes y un después, por ejemplo, mi novia me terminó. Algunas personas somos, y me incluyo, muy prejuiciosas, pero hoy agradezco tener con qué comer y sin tener que incurrir en un delito», concluye Santiago.
La belleza de los pies y la cultura
Según Marcelo Salas Muñoz, profesional en Cine y Televisión de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, existen varios productores y directores de cine que sutilmente hacen referencia del gusto por los pies en sus producciones. Por ejemplo, Luis Buñuel las hizo en cintas como «Él», «Viridiana» o «La vida criminal de Archibaldo Cruz», que contribuyen a la destrucción de estos tabúes, según explica. Salas Muñoz comenta, también, que «en la película de “Bella de día”, también de Buñuel, hacen un recorrido por la belleza en cada aspecto de la protagonista, pero en específico hay varios planos que realzan los pies».
Hay otros cineastas que han demostrado su favoritismo por esa parte del cuerpo, como Quentin Tarantino, aunque no de un modo tan sutil. «Tarantino no tiene una especie de discurso como el que manejaba Buñuel y por el cual logras identificarlo. En todas las películas de Tarantino existen planos de pies, pero específicamente en su película “Once Upon a Time in Hollywood”, cada vez que tiene oportunidad muestra escenas de este tipo, si no muestra el pie desnudo, muestra alguna de las actrices quitándose los zapatos», dice el profesional en cine y televisión.
Salas Muñoz también manifiesta que «Buñuel realza la belleza de partes del cuerpo, en sus películas, que no suelen ser convencionales. Me acuerdo de una escena en específico en la que la protagonista se encuentra dentro de una tina y el espectador solo puede ver los pies fuera de la tina y su cabeza, lo que hace que sea una escena bella y atractiva, porque despierta la curiosidad en tratar de descubrir lo que oculta la tina. En ese “scan” lo hace de una forma tan sutil que se sabe que es un fetiche, pero que también se maneja como un tabú, porque en esta película logra camuflar estos gustos, con escenas que pueden ser más convencionales, como las tomas de la espalda de la protagonista o su nuca. En varias partes de sus películas puedes evidenciar que resalta los zapatos de las protagonistas y eso va inclinado hacia lo mismo, porque los zapatos son los que ocultan ese gusto».
La voz de la experiencia
La primera vez que Camila vendió una foto fue por una broma que hizo en Twitter, donde aseguró que vendía fotos de sus pies. Ese día recibió tres mensajes, donde le preguntaban si hacía videos y cuánto cobraba. Ella recuerda que lo que más le llamó la atención es que no eran ciudadanos de Colombia, dos eran de Estados Unidos y uno de México, según recuerda.
-¿Y tú qué hiciste? - Le pregunto cuando termina su relato.
-No me lo tomé en serio, contesté que un millón de pesos colombianos por un video y 800.000 mil pesos por una foto, porque igual era un chiste, al final los de Estados Unidos me dijeron que me pagaban 150 dólares (545.119 pesos) y el de México 1.000 pesos mexicanos (175,145 pesos colombianos), eso quiere decir que por tres fotos ganaría 1.265.383 pesos colombianos.
»En ese momento pensé que esto sería realmente fácil, pero lo fácil fue que me tumbaron. El primer error fue enviar la foto primero, antes se debe recibir el dinero y verificar que la transacción fue exitosa. Asi fue como me tumbaron en el primer intento de vender las fotos.
»Yo creo que este negocio funciona bien porque en la pandemia las personas al encontrarse solas y navegar por internet lograron explorar algunos gustos y las redes ayudaron a que se explotaran mucho más esos fetiches. Trabajando en esto te encuentras con personas que son realmente raras. Tú piensas conscientemente y te preguntas “¿qué les pasa por la cabeza? ¿será que al masturbarse o hacer lo que sea que hagan con esas fotos estarán tratando de imaginar tu cara?”. En lo personal me he dado cuenta de que son muchos más los hombres que las mujeres los que sienten ese gusto por los pies, pero no quiere decir que no suceda».
Un artículo de K. Rosgaby Medina, socióloga e investigadora de mercados, planificación estratégica y marketing digital, publicado en el portal Branch en abril de 2020, proporciona cifras del crecimiento de la conectividad a Internet a través de celulares. Estos aparatos se han convertido en una herramienta esencial para el trabajo e incluso se han vuelto oficinas en casa. «En Colombia la población total está conformada por 50,61 millones de personas, de las cuales el 81% está residenciada en zonas urbanizadas. Curiosamente, el número de teléfonos conectados en el país, el cual es de 60.38 millones, supera en un 119% el número total de la población (50,61 millones)», dice el documento.
Gráfica del incremento en el uso de tecnologías en Colombia. Crédito: Portal Branch
El artículo indica, además, que «en relación con el 2019, la población en Colombia creció en un 1,2%. Esto representa un aumento de 611 mil personas. Del mismo modo, las conexiones telefónicas móviles también han presentado un incremento del 3.3% desde el año pasado, lo cual se traduce a 1.9 millones de nuevos dispositivos móviles conectados».
Para Camila, a pesar del auge de las nuevas tecnologías y la viabilidad de las ganancias, no fue tan sencillo convencerse a sí misma de lo que estaba haciendo.
-Al principio - comenta, mientras revisa de nuevo su celular - son muchas las preguntas que te invaden: ¿esto está bien? ¿qué pensarán mis padres cuando se enteren?
Se detiene por un momento y me mira fijamente de una manera casi retadora. Entonces dice:
-¿Alguna vez has pensado que puedes poner tu vida en riesgo? Supongo que lo entiendes, estudias periodismo, eso será algo casi normal cuando seas profesional, pero dime... ¿Qué pasaría si por error doy información que me pueda comprometer? Tú en realidad no conoces a las personas que te están comprando tu contenido, no sabes si son personas de bien o psicópatas, que pueden obsesionarse contigo, si yo caigo ¿cuántos más caen conmigo? El mundo es perturbador, pero las necesidades lo son aún más.
-¿En qué gastas esos ingresos?
-Estudio Veterinaria, de algún lado debe salir el dinero para ayudarle a mis papás con el pago de mi matrícula y mis gastos, en eso lo invierto, yo creo que todos piensan que eso la mayoría lo utilizan para comprar ropa o cumplir caprichos, pero la mayoría lo hacemos porque debemos buscar recursos para cumplir las metas que nos proponemos.
Conversación con un cliente que envía su comprobante de pago para recibir las fotos. Crédito: archivo personal.
»La economía es complicada y más ahora que nos encontramos con tantas restricciones. Vender fotos del cuerpo es algo que se debe entender y dejar de ver, especialmente a las mujeres, como unas putas a la hora de buscar formas de ingreso, y a los hombres como unos santos».
Camila toma una vez más su celular. Esta vez, la foto es más sencilla, simplemente tiende un trozo de tela rosa, une sus dos pies sobre la tela y realiza una toma en picado, para que quien vea la foto tenga la ilusión de estar mirando hacia abajo. Camila me mira y me pregunta:
-¿Saco la rodilla o mejor me quedo derecha?
Realmente no sé cómo responderle. Ella reconoce mi desconcierto y me sonríe, revisa por quinta vez las uñas de sus pies y al parecer todo está listo. Toma de nuevo el celular, se asegura de que en realidad le consignaron y cuando procede a tomar la foto no se decide, parece fácil, pero no es sencillo definir el mejor ángulo, la luz, la pose...
–Esta vez es una mujer, por eso quiero que quede mucho mejor. Las mujeres nos fijamos en la estética y eso es lo que nos llama la atención. Es muy raro que una mujer pida fotos y más a otras mujeres, porque obviamente los hombres también hacen esto, pero bueno, vamos a lograr que se vea perfecta y le guste a nuestra chica.
Ya sabe cómo quiere la foto. La punta de su dedo derecho toca el retazo de tela, la ventana está abierta y en un mes de mucho invierno se ve el sol entrar por la ventana, así que puede causar una sombra hermosa, su talón gira hacia el lado izquierdo y lo apoya en su pierna izquierda que permanece totalmente recta y en ese momento sonríe de nuevo con picardía.
-¡La encontré!
Así, una nueva foto aparece en su galería y queda a la espera de que se envíe el mensaje, mientras Camila se despide de mí en la puerta de su casa.