Reinventar la educación a través de la arquitectura
Fue hace casi 40 años cuando Foucault comparó las escuelas con los hospitales y las prisiones. En ese momento, la arquitectura educativa debía cumplir el objetivo de vigilar, de ejercer control sobre los estudiantes, y para ello la mejor estructura era el panóptico, un ordenamiento que facilita la visualización permanente de las personas, en este caso, de estudiantes.
Cuatro décadas después, la idea de la formación educativa ha cambiado y ha pasado de centrarse en la acumulación de conocimientos al aprendizaje por medio de experiencias. Y sin proponérselo, la arquitectura ha jugado un papel fundamental en esta transformación.
Ese fue el tema central del Foro Arquitectura y Educación, llevado a cabo el 12 de septiembre en Utadeo, en el cuál se reunieron importantes arquitectos del sector, como Felipe Hernández, Ricardo La Rotta, Leonardo Álvarez Yepes y Daniel Bonilla, quienes han renovado la arquitectura educativa con edificios como el de Artes y Diseño de Utadeo, el de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia y el Colegio Los Nogales, entre otros.
La apuesta de los arquitectos ha sido presentar edificios mutables, flexibles, que permitan diferentes usos por parte de los estudiantes. Estas estructuras se caracterizan por tener espacios abiertos y comunes y por sacar a los alumnos de las aulas.
Así, lugares como cafeterías se pueden convertir en una especie de auditorio, o basta con mover paredes-puerta para que espacios cerrados se integren con el entorno, e incluso, en una tarima. Las escaleras se vuelven también un espacio de reunión y esparcimiento no solo un lugar de paso.
De esta manera, la disposición de los elementos y la forma como se integran los espacios abre un abanico de posibilidades para las prácticas pedagógicas, que cada buscan salirse más de las aulas convencionales y desarrollar otros tipos de inteligencia como la espacial.
