El Síndrome de Sjögren, un trastorno del sistema inmunológico que se caracteriza por la resequedad de los ojos y la boca, es en sentido metafórico un mal que hoy día ocurre a nuestro planeta. Las “glándulas” de la humedad en la tierra se están destruyendo, “causando una resequedad en las entrañas del mundo y en su piel, que empieza a cuartearse y extenderse como una dermatitis en diferentes puntos”, lo cual a su vez pone en riesgo la sostenibilidad hídrica de sus habitantes. Esta es la reflexión que hace el director del Departamento de Ciencias Biológicas y Ambientales de Utadeo, Andrés Franco, en su más reciente columna de opinión en El Tiempo.
Franco destaca como ejemplo de este hecho lo que actualmente sucede en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), población en la que ya se anunció la llegada de la hora cero, el próximo 22 de abril, lo que significaría que su población dejaría de recibir diariamente el suministro de líquido vital. Allí, las sequías, sumado al crecimiento de la población en el casco urbano han generado estas alarmas angustiantes del cambio climático, que en todo caso pero con menos intensidad, también se han comenzado a vivir en ciudades de nuestro país, entre ellas Bogotá.
Así, destaca el columnista, la capital colombiana enfrenta un incremento de población con invasiones a cerros y afectación a la vegetación nativa, al tiempo que disminuyen las fuentes de agua y las pocas que existen se contaminan, y como si fuera poco, algunas plagas amenazan los frailejones, nuestras fábricas de agua: "Irónico es el agotamiento del recurso hídrico apto para el consumo humano, en un planeta donde el agua de mar abunda y que no hemos logrado aprovechar y que también estamos contaminando".