Tras conmemorarse 500 años de la creación del movimiento reformista que dio lugar al protestantismo, Salomón Kalmanovitz analiza las implicaciones de las tesis promulgadas por Martín Lutero, y posteriormente replicadas y reformuladas por Calvino, en su más reciente columna de opinión en El Espectador, titulada “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”.
El profesor emérito de Utadeo recuerda que el protestantismo hace una crítica profunda a la mercantilización de la fe, a la corrupción y el derroche, así como a la iconolatría, dando un viraje al movimiento cristiano primitivo inspirado en la figura de Jesús y en las enseñanzas de Pablo, especialmente en lo que concierne a la democratización de la religión y la igualdad entre los fieles: “la salvación depende de la relación individual con Dios y de las obras de los fieles, de tal modo que cambia radicalmente el papel del oficiante, ahora pastor quien se dirige a los fieles de frente a ellos, les habla en lengua vernácula de igual a igual y los llama a leer por sí mismos la Biblia”, destaca el columnista.
En el plano económico, por su parte, Lutero defiende el trabajo común, pero condena la usura, aspecto que Calvino modifica al legitimar el préstamo de dinero, al tiempo que desarrolla la doctrina de la doble predestinación, según la cual Dios decide a quien condena y a quien salva. Sin embargo, los cristianos puritanos del siglo XVII debilitarán esta tesis, al recordar que la salvación consiste en las obras, la acumulación de riqueza de los individuos y la estricta austeridad, tesis que dará sustento al desarrollo del capitalismo en Europa y América del Norte durante los siglos XVIII y XIX