Octubre 2 de 2016
Doscientas reses dieron origen a una guerra de 60 años. Más de 200.000 vidas perdidas y por lo menos cinco millones de campesinos desplazados ha dejado su legado. Para ponerle fin a esa pesadilla, Jaime Torres así como millones de colombianos, va a votar el día de hoy.
En medio de la esperanza, el afán y las multitudes, él, Jaime Torres, un bogotano promedio aunque con un trabajo respetable en una multinacional, se dirige a las mesas de votación en Corferias para dar su aprobación o rechazo a un Acuerdo de Paz que finalice con el conflicto interno en Colombia.
Sí, leyó bien, le preguntaron a los colombianos si querían la paz. ¿Pero, acaso no sería obvia la respuesta después de décadas de dolor y sangre?
El 11 de enero de 1960 se inicia esta historia en la entonces “Republica de Marquetalia”, una triste vereda localizada en lo alto del departamento del Tolima. Este día, "Mariachi", un bandolero de tendencia liberal, acusó a los campesinos del movimiento agrario del robo de 200 reses.
“Mariachi” dijo querer solucionar el problema a partir de un amigable encuentro con el “Charro Negro”, uno de los líderes campesinos comunistas del movimiento, que por el contrario allí fue emboscado y asesinado. El “Charro” era el mejor amigo de Pedro Antonio Marín, otro comunista que había dejado las armas tiempo atrás para dedicarse a la noble labor de la inspección de carreteras.
Con la muerte del “Charro” y además debido a la permanente hostigación militar que se venía presentando contra los grupos de resistencia año tras año, Pedro, quién se conoció más con el alias de “Manuel Marulanda”, desenterró las armas y decidió enfrentar a sus opositores. En 1966, luego de varias luchas armadas, organizó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) que vendría a comandarlas hasta el día de su muerte en el 2008. También conocido como “Tirofijo”, Pedro se convirtió en el guerrillero más viejo de la historia.
En las siguientes décadas varios fueron los intentos por acabar con la guerra, unos más desafortunados que otros, sin embargo, es hasta el 2012, bajo el gobierno de Juan Manuel Santos, que se revive la esperanza de una nueva negociación hacia la paz.
Cuatro años de rondas de negociaciones, seis puntos claves de discusión y un acuerdo de casi 300 páginas fueron el resultado del esfuerzo de los equipos designados. Sin embargo, el trabajo de los grupos negociadores y varios países y organizaciones internacionales arbitrando, no son suficientes. Para dar legitimidad al resultado, se propuso un plebiscito para escuchar la voz de todos los colombianos.
Jaime está emocionado. Ese día es hoy y pasará a la historia. Millones de personas movilizándose hacia las urnas para refrendar el Acuerdo de Paz con sus múltiples acuerdos una y otra vez revisados. Todos los medios le hacen seguimiento al proceso, las redes sociales no paran. Unos detractores y otros a favor, pero, ¿en que no concuerdan?
Al parecer los mismos odios que generaron la lucha en ese entonces aún persisten: los colombianos siguen divididos bajo la sombrilla de partidos políticos que discuten sobre justicia y derechos. Pero por fortuna, al igual que Jaime, varios concuerdan con que el daño ya pasó: “Todos nos hicimos daño, todos perdimos, pero todos queremos un mejor país”, afirma con un tono contundente.
Jaime sale de las urnas a las 4pm. En su rostro se ve el aire esperanzador de aquellos colombianos que ya empiezan a celebrar. Fueron largos días de intensos ataques y discusiones entre unos y otros. Los resultados empezarán a relevarse en minutos y con ellos el futuro de un país que ha esperado por más de 60 años a que llegara el día de hoy, este día que tanto tardó.