Una disputa por las islas Sensaku o Diaoyu podría desatar una tercera guerra entre estos dos países.
¿Por qué tamaña barahúnda entre China y Japón por siete kilómetros cuadrados de unas islas volcánicas cuya población es de cero habitantes?¿Cuál es, en definitiva, la importancia de estos cinco volcanes insulares? La tensión entre las dos naciones se disparó la semana pasada, cuando el gobierno japonés anunció la compra de tres de las cinco islas que conforman el archipiélago, a su propietario privado, de 70 años de edad, por un valor equivalente a 20 millones de euros. Esto desató las manifestaciones de chinos contra las sedes diplomáticas de Tokio. (Vea también: Japón y China, un juego de provocación por islas en disputa). La disputa viene a partir del hallazgo de grandes depósitos de hidrocarburos en la plataforma marina adyacente en la década del 60 del siglo pasado, pero más enconada se hizo aún con la devolución de las islas a Japón, como parte de Okinawa, hecha por Estados Unidos en 1972, con base en el Tratado de Seguridad suscrito entre ellos y Tokio, después de la derrota de los japoneses en la guerra del Pacífico. Pero la Biblioteca Nacional de China presentó el 18 de septiembre documentos históricos, atlas y publicaciones que demuestran que China descubrió las islas Diaoyu a principios del siglo XV y las puso bajo su jurisdicción. En 1372, el emperador Zhu Yuanzhang, de la dinastía Ming (1368-1644), envió al primer emisario a Ryukyu (Okinawa), zona que fungió como Estado vasallo chino durante la siguiente dinastía Qing (1644-1911), hasta que Japón anexó las islas y las bautizó Okinawa, al final de la dinastía Qing, según el bibliotecario Huang Runhua. Las noticias diarias sobre manifestaciones antijaponesas por ciudadanos chinos en Beijing, Tokio, Nueva York e, incluso, Bogotá nos dan la impresión de que las dos potencias asiáticas estuvieran al borde de un nuevo conflicto armado.Nuevo, porque esa sería la tercera guerra chino-japonesa, si, como sabemos, hubo una primera (1894-95), que China perdió con Japón, y la segunda, llamada 'guerra del Pacífico', de 1937 a 1945, o de resistencia a la invasión japonesa por parte de los chinos, en medio de la cual se registró la llamada 'masacre de Nankín', con saldo de 20 mil muertos, si nos atenemos a los registros históricos de Beijing. (Lea el artículo 300 chinos protestan frente a embajada de Japón en Bogotá). A esas islas Japón las llama Senkaku, mientras que China les dice Diaoyu. Miremos ahora su situación geográfica: las islas están en el borde de la plataforma del continente asiático en el mar de la China oriental, y separadas de las islas Ryukyu por la depresión de Okinawa, nombre bastante más familiar para los occidentales. Con una simple mirada al mapa del citado mar en las coordenadas concernientes, el espectador se da cuenta de inmediato que Diaoyu o Senkaku se encuentran mucho más cerca de Taiwán y del continente chino que de Japón, y si lee las distancias, lo comprueba con los siguientes datos: las islas están a 140 kilómetros del islote taiwanés de Pengjia; en dirección norte, a 170 kilómetros de la isla japonesa Ishigaki; a 186 kilómetros del puerto taiwanés de Keelung, y a 410 kilómetros de la isla nipona de Okinawa. Extrañamente, no se registran cifras sobre la distancia que separa a las islas del litoral continental chino, pero una mirada al mapa nos lleva a la conclusión de que se encuentran casi tan cerca de esa costa como los mencionados islote y puerto taiwaneses y, por supuesto, bastante más próxima que el Okinawa japonés. Taiwán también las reivindica, y el gobierno de Beijing asume como propia esta reclamación, dado que para este, Taiwán no es más que una provincia rebelde cuya reintegración como parte de la República Popular China es solo cosa de tiempo. (Lea también Aumenta tensión entre China y Japón por islas en disputa). Si uno consulta los registros de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, reunida en Nueva York en 1982, después de 30 años de trabajo, la cual es conocida también como la Constitución de los Océanos, encuentra cifras concretas sobre el mar patrimonial y la zona económica exclusiva tanto de Japón como de China, que abarcan incluso territorios deshabitados como estos de las islas Diaoyu. Sin embargo, a pesar de que el litigio viene avivándose desde el año 2010,hay un silencio elocuente respecto de este problema de organismos como la ONU, que sería la llamada a pronunciarse. No lo hace, seguramente, porque no se siente llamada a ello mientras las partes en conflicto no lo soliciten. Y es que el mundo asiático es otro mundo, no solamente respecto de temas culturales y de valores, sino, también, de manera protuberante, en materias legales y de jurisdicción. Para zanjar diferencias como las que tratamos, en Asia solo parece existir el diálogo bilateral, pero, en estos momentos, entre Japón y China tal opción no parece abrirse camino, entre otras cosas, porque siguen abiertas heridas como las dejadas por la segunda guerra chino-japonesa (1937-45), período en el cual los japoneses fueron invasores del territorio chino, desde Mongolia hasta el sur de la gran muralla, en Beijing. No se cicatrizan por completo esas heridas, a pesar de ser Japón el segundo país inversionista en China, debido a múltiples circunstancias, entre ellas, negarse en estas siete décadas a pedir perdón, como los chinos reclaman, no solo por un punto de orgullo nacional, sino porque se desencadenaría como un bumerán una serie de demandas de todos los ciudadanos de países invadidos por ellos (además de China, Corea, Taiwán, Indonesia, etc.). Porque, además, si un primer ministro japonés intenta aliviar el resentimiento chino expresando un tibio "sorry", el siguiente rubrica su ascenso al poder visitando la tumba del soldado caído en la guerra contra China. O, como procede el actual premier del Japón, que otorga visa a una líder de Xinjiang, Rebiya Kadeer, quien desde Estados Unidos encabeza una disidencia por la independencia de esa provincia musulmana. Ni para Japón ni para China, con miras a su desarrollo pacífico, es conveniente esta escalada de la vieja rivalidad, por lo cual es predecible que ambos gobiernos tenderán en los próximos días a enfriar las cabezas de los protestantes de uno y otro lado. China protesta y envía once navíos a zona cercana a las islas Pekín (AFP y Efe). Decenas de miles de chinos participaron el martes 18 de septiembre en una jornada de protestas antijaponesas en todo el mundo, al tiempo que el gobierno de ese país enviaba once navíos a una zona cercana de las islas Diaoyu o Senkaku, en disputa con Japón. En Bogotá, varias decenas de ciudadanos chinos protestaron frente a la embajada de Japón vistiendo camisetas blancas estampadas para la ocasión con motivos y frases alusivas a la protesta, tanto en chino como en inglés. La manifestación también fue convocada en coincidencia con el aniversario del 'incidente de Mukden', que dio lugar a la invasión en 1931 del territorio chino de Manchuria por parte de Japón. En Pekín, varios cientos de personas se reunieron ante la embajada japonesa lanzando huevos y botellas de agua, y portando retratos del líder Mao Zedong, fundador de la República Popular China. En Shanghái, más de 3.000 personas se manifestaron ante el consulado de Japón. En las ciudades de Shenzhen y Chengdu también se registraron importantes protestas. Un portavoz del servicio japonés de guardacostas dijo que 10 embarcaciones chinas de vigilancia y un barco del servicio de control de pesca penetraron el 18 de septiembre en las aguas que rodean a estas islas, en el mar de China oriental. Los ministerios y autoridades chinos no hicieron comentarios al respecto. Sin embargo, el ministro de Defensa chino, Liang Guanglie, dijo que Pekín se reservó el derecho de tomar "medidas adicionales" sobre estas islas, mientras esperan "una solución pacífica y negociada". Durante una rueda de prensa conjunta, su homólogo estadounidense, Leon Panetta, pidió "calma y moderación para todas las partes". Un día antes, Panetta estuvo en Japón, en donde acordó la colaboración de EE. UU. para instalar un escudo antimisiles. Enrique Posada Cano Especial para EL TIEMPO