Laura Carolina Baños López
Observatorio de Construcción de Paz
Las negociaciones de paz adelantadas en La Habana entre gobierno y FARC, sin duda alguna, son un gran avance en la búsqueda de la solución pacífica a tantos años de conflicto interno armado en el país. Sin embargo, no se debe confundir la posible finalización exitosa de los diálogos con una paz inmediata; faltaría muchísimo para alcanzarla, sobre todo para quienes la asociamos al respeto a los Derechos Humanos y la existencia de equidad y justicia, entre otras cosas.
El conflicto interno armado, directa o indirectamente, ha contribuido al resquebrajamiento del tejido social, que en últimas hace referencia al conjunto de factores que promueven la articulación social y las relaciones entre individuos en comunidad. Una vez fragmentado, es necesario repararlo porque los colombianos y colombianas merecemos una sociedad cohesionada, donde la ciudadanía se sienta incluida sin sufrir discriminación y desconfianza alguna. No es necesario esperar hasta el postconflicto para tal fin; cada sujeto puede aportar desde su esfera de acción con sus conductas cotidianas, promoviendo la tolerancia y la convivencia pacífica para impactar positivamente la realidad en la que vive.
La reconstrucción del tejido social no es una tarea sencilla, puesto que aún hoy son frecuentes las violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario. Por eso, el fomento de la de tolerancia y el respeto a la diferencia son catalizadores de las buenas relaciones entre individuos y su puesta en práctica es fundamental. La labor que cumplen numerosos héroes anónimos -que van desde una persona hasta la sociedad civil organizada- promoviendo los derechos humanos y mejorando la calidad de vida de víctimas y habitantes de zonas marginales, es vital e indispensable, ya que el conocimiento de los derechos es trascendental para su protección y exigibilidad, especialmente en regiones de alta vulnerabilidad.
De hecho, la labor de miles de defensores de derechos humanos muchas veces se centra en profundizar relaciones de confianza basadas en la no violencia, lo cual, sin duda alguna, contribuye a reconstruir el tejido social. Es importante que tengamos en cuenta que entre mayores sean las oportunidades de educación y de aprovechamiento adecuado del tiempo libre para la juventud, será menos probable que los habitantes de zonas vulnerables se interesen en actividades delincuenciales, o acepten ofertas de reclutamiento por parte de grupos armados al margen de la ley.
Ante un eventual postconflicto, todo lo anterior deberá reconfigurarse en torno a los procesos de reinserción de excombatientes, pues sin la aceptación social de la existencia de ellos y del cambio en sus modos de vida, la sociedad seguirá fragmentada, lo cual no permite hablar de un proceso de reconstrucción del tejido social. El panorama ideal es que la sociedad acepte a estos ciudadanos y promueva espacios para la reconciliación.
Comprendiendo que el postconflicto podrá ser un periodo complejo e inusual, resulta pertinente señalar posibles desafíos a la reconstrucción del tejido social. Algunos de estos desafíos son los siguientes:
La reintegración en la sociedad:
En este tema intervienen las voluntades de todas las partes. Será necesario que los desmovilizados tengan una verdadera voluntad de reintegrarse a la sociedad y no caer en la trampa de aislarse; el Estado deberá garantizar la existencia de puentes de integración y tolerancia entre sociedad y desmovilizados, en tanto que la población civil tiene el deber de aceptar a sus nuevos miembros sin ofrecerles dificultades para su reintegración. Es muy probable que no toda la ciudadanía se solidarice con este proceso, más aún, teniendo en cuenta que un sector de la población no se ha identificado con las actuales conversaciones de paz y persiste la desconfianza hacia estas personas por los crímenes cometidos.
La posibilidad que los desmovilizados quiebren las garantías de no repetición y el escepticismo ciudadano con respecto al tema:
Es clave entender que existe la posibilidad de que quienes desmovilicen reincidan en la delincuencia, tal como ha ocurrido con algunos ex-paramilitares en las denominadas BACRIM. Asimismo, podría darse el escenario en el que un grupo de la ciudadanía no crea en la voluntad de no repetición de los excombatientes, lo cual incentivaría el prejuicio y la discriminación.
¿Cómo lograr la reconciliación?
Sin duda alguna, la reconciliación es un proceso complicado; es clave la satisfacción de expectativas con respecto a la verdad, justicia y reparación por parte de las víctimas, sus familiares y la ciudadanía en general, con el fin de que el clima de la reconciliación no sea tan hostil. Considero que no existe una fórmula perfecta para este tema, ya que abarca los aspectos personal y colectivo de las sociedades. Además, se debe considerar las condiciones del contexto, los tipos de violencia presentes, la prolongación del conflicto, entre muchos otros factores ¿Cómo lograr la reconciliación? Los procesos de memoria histórica podrán aportar mucho para reflexionar sobre nuestro doloroso pasado, aceptarlo y concientizarnos en no repetirlo.
Será esperanzador que las actuales negociaciones entre gobierno y FARC, e incluso las que se proponen con el ELN, conduzcan a un postconflicto, aunque debo enfatizar que la sociedad debe prepararse para dicho escenario. En todo caso, cualquier momento es oportuno para restablecer el tejido social y fomentar una sociedad más incluyente; la misma que se ha desgastado durante tantos años de conflicto.