Marco de análisis
La energía se construye en un elemento esencial para el desarrollo de las sociedades y las economías. Las exigencias por la mayor productividad y eficiencia económica para competir en un mundo globalizado con esquemas de libre comercio, acuerdos y compromisos para reducir los problemas ambientales, y teniendo presente preocupaciones por la sostenibilidad del desarrollo de generaciones presentes y futuras que han generado aportes teóricos y tecnológicos que puedan modificar las trayectorias de evolución de los sistemas energéticos.
Los procesos de globalización y de liberación de mercados promueven una mayor eficiencia en el suministro y utilización de la energía. Las diferentes medidas de regulación y control ambiental, como el Protocolo de Kyoto y otros acuerdos, han llevado a una mayor penetración de nuevas fuentes y tecnologías energéticas, en particular, fuentes no fósiles y nuevas tecnologías de conversión.
Adicionalmente, la sostenibilidad del desarrollo, no sólo desde una perspectiva energética, exige que además de disminuir la presión sobre los recursos agotables, facilite el acceso de los sectores de escasos recursos a formas comerciales de energía, al tiempo que a la reducción de la pobreza.
Estimativos muestran que el suministro de energía a nivel mundial deberá por lo menos duplicarse en el período 1990 - 2050 (con mayores requerimientos de los países en desarrollo); no obstante, las mejoras en las intensidades energéticas (reducción de un 20% para el 2020 y de un 35% para el 2050).
Los combustibles fósiles muy probablemente continuarán supliendo una fracción apreciable del consumo energético con una creciente importancia del gas natural, pero la oferta energética tenderá a ser más diversificada. Nuevas opciones como las energías renovables (solar, eólica, celdas de combustible y biomasa), van a jugar un importante papel en el largo plazo y producirán cambios substanciales en el perfil tecnológico y ambiental del sistema energético.