La autora de tres libros de poesía Jian Rufeng visitó el Instituto Confucio de Utadeo
El pasado 23 de junio en el Aula Máxima del Instituto Confucio de Utadeo, se presentó la poeta china Jian Rufeng, quien visita el país para participar en el 26° Festival Internacional de Poesía de Medellín, y durante su estadía en Bogotá realizó un recital para dar a conocer su obra a la sociedad bogotana.
Jian Rufeng nació en 1970 en Wuqiao, provincia de Hebei, es integrante de la Asociación de Escritores de Tianjin, China. Su obra poética ha sido publicada en tres títulos: Danza libre, Secretos transparentes y Cantos perdidos. En el año 2011 la poetisa creó “Casas sobre las nubes”, una hostelería de poesía junto al lago Lugu, en la que recibe a literatos de todas partes del mundo. Actualmente trabaja en la apertura del “Salón de Artistas Contemporáneos” en Puzhehei, Yunnan.
Enrique Posada, Director del Instituto Confucio de Utadeo, dió la bienvenida a los asistentes, “El Centro Regional de los Institutos Confucio de América Latina, dedica una parte importante a la difusión de la riqueza extraordinaria milenaria de China, comprendida la literatura, el arte, hasta la culinaria, todo lo que el hombre realiza con sus manos y su cerebro. Entonces invitamos a Jian Rufeng, quien también estará viajando a Chile y México a dar otro recital de poesía. Es una poeta muy destacada dentro de la poesía China, la cual es una de las disciplinas de arte más importantes. La temática de la poesía China es la nostalgia, es el amor a la tierra, y también la nostalgia por la familia y los hijos".
La poetisa, relató los poemas en chino, y el director hacía la traducción al español. Uno de los poemas se tituló Tambor de badana, el cual dice:
Mientras recorre la calle el vagabundo
golpea el tambor de badana
¡Qué fuerza la de su áspera mano!
Tam, tum, tam
El cordero aguanta el golpe de la mano
Y la piel del cuerpo entero se tensa.
Tam, tum, tam
Recuerda el alma temerosa que escapa
cuando huesos y carne se desprenden
y muerde con fuerza los latidos de su corazón
Tam, tum, tam
Quiero aprisionar la mano con el cuchillo,
sujetar la mano que golpea el tambor
Pero apenas alcanzo a sujetarme a mí misma
En la calle hirviente de multitudes
Detengo el último grito del cordero