Correr hacia nuevas experiencias

Correr hacia nuevas experiencias
Compartir en

El primer día en China la emoción que nuestros rostros tenían era más que evidente. Incluso desde días anteriores junto con mis compañeros habíamos expresado lo expectantes que estábamos de empezar la aventura de conocer este país, y es que cuando hicimos nuestra primera parada en Ámsterdam ya el sueño empezó a ser más y más tangible. Por esto, el cansancio no hizo cerrar nuestros ojos y cada lugar nuevo que conocíamos era la prueba de que realmente hay que viajar para aprender en medio de todas las experiencias.

Correr. Así llamaría a este extraordinario, audaz y emocionante viaje. No sólo corrimos porque casi nos deja el tren bala, metro o bus unas cuantas veces, sino porque sentir esa adrenalina dejaba una huella de felicidad al final del día y seguramente durante el resto de nuestras vidas.

Por otra parte, el conocer la ciudad de Tianjin es una experiencia que no se iguala. Su arquitectura evoca lo europeo e incluso lo americano, sin dejar atrás la esencia china que busca tener una sociedad cada vez más moderna y que se acopla con las necesidades de este siglo.

Todo lo que vi fue impresionante y grande, a la vez que sencillo y tranquilo. Su gente, dispuesta a ayudar con nuestro chino básico nos dejaba una anécdota que contar.

Claramente cada vez que avanzaba el campamento mi capacidad para comunicarme era mayor y la facilidad para entablar una conversación con un vendedor o transeúnte era más evidente al pasar del tiempo.

Realmente este viaje me dejó muchas enseñanzas, no sólo para mi vida sino para la manera que trato y me relaciono con otros. El cambio cultural es grande, pero ver que todos somos humanos hace que quiera abrazar más este idioma que me acercó a experiencias inigualables.

Así pues, el poder ver la Gran Muralla china, montar bicicleta por la ciudad y contemplar personas bailando en los parques fue tan grato como jugar en la universidad o ir a una tienda. Las cosas sencillas llenaban de buenos recuerdos no sólo la memoria de mi cámara sino mi mente.

Puedo decir que valió la pena cada parte del viaje, también las clases que nos dieron las pudimos aprovechar para salir a la calle y probar lo nuevo que aprendimos. En conclusión, después de haber visto todo pasar, siento nostalgia de tantos momentos pero volvería a China una vez más no sólo para seguir aprendiendo sino para poder dejar una huella allá, así como China la dejó en mí.

 

Evymar Jaramillo Garrido.

Estudiante de Diseño Industrial.

Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Enlaces