Los fondos privados de pensiones y cesantías constituyen uno de los mejores negocios del mundo. Sin mover un dedo, mensualmente les llueven $3,3 billones de utilidades. Son dueños de una vaca lechera de ubre portentosa. No informan de los portafolios en que tienen invertidos los ahorros, no consultan a sus clientes por si quieren escoger inversiones de alto, mediano o bajo riesgo, pero a todos le abonan los intereses más bajos posibles. Engañaron a la gente aduciendo que Colpensiones iba a quebrar para que se trasladaran a sus encierros.
Un investigador de Bloomberg, el servicio de información financiera más serio de Estados Unidos, informa que Porvenir, el fondo de Luis Carlos Sarmiento Angulo, se queda con 4 % anual de comisión de los rendimientos del ahorro de sus clientes, al tiempo que obtienen un promedio de rentabilidad del 7 % anual, a veces más. El fondo Protección es un poco menos voraz: se queda con el 3 % de comisión.
Hay más revelaciones serias. “Los mayores índices de acciones del mundo muestran que cada vez se torna más barato para los inversionistas de Estados Unidos y Europa colocar sus ahorros en ellos. Inversiones Fidelity, Vanguard Group y Charles Schwab han reducido sus comisiones de algunos de sus fondos pasivos a 0 o muy cerca de 0”. Esta revolución no ha llegado a Colombia, donde los ahorristas pagan comisiones altísimas como si fueran de fondos activos, pero que están invertidos en índices pasivos de seguimiento. Así, dos tercios del portafolio de Porvenir está invertido en un fondo llamado Black Rock que replica el índice global de acciones y un 19 % en State Street que sigue el índice Standards & Poors de Wall Street. Por lo tanto, los costos de administración para Porvenir de los fondos en el exterior son inexistentes.
La magnitud del negocio se demuestra en el siguiente ejemplo: $100.000 invertidos al 7 % anual durante 30 años generarían un fondo de $661.226, pero una comisión del 4 % lo dejaría reducido a $123.692, mientras que Porvenir se queda con $573.534, la parte del león. El desconocimiento de los afiliados de los fondos de pensiones y la vista gorda que se hace la Superintendencia Financiera sobre el funcionamiento de los mercados donde estos invierten sus ahorros permite que cobren comisiones tan altas que los empobrecen. Según Stefano Farné, “las mesadas pagadas por las AFP no serían suficientes para garantizar a los pensionados un nivel de bienestar que guarde alguna relación con aquel que estos disfrutaban antes de la jubilación”; para muchos significará la física miseria, como sucede en Chile. Pero no toda la gente es tonta: por eso muchos de sus 16,5 millones de afiliados se están pasando a Colpensiones para que no les raponeen su ahorro pensional.
En su momento, Álvaro Uribe Vélez fue el ponente de la Ley 100 de 1993 que entregó el negocio de la salud a las EPS y el de las pensiones a los grupos financieros. El régimen de prima media del Seguro Social no fue desmontado porque favorecía a los congresistas y magistrados con subsidios considerables, que se mantienen un tanto reducidos al día de hoy. Es notorio que senadores del Centro Democrático, como Ernesto Macías, se hayan trasladado en forma relámpago e irregular de un fondo privado a Colpensiones, pero las razones son elementales: es inescrupuloso y contará con una mesada pensional equivalente a más del doble de la que ofrecen los entes financieros agrupados en Asofondos.
Salomón Kalmanovitz