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Este contenido es para fines históricos y no se le realizan actualizaciones
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Luz Ocampo vive en esta calle de la ‘erías’ desde hace 50 años. Habita en una casa bella y antigua con su mamá, sus cuatro hijos y sus dos nietas; ha sido vecina de Utadeo toda la vida.
En la puerta de la casa, que lleva a un corredor estrecho con baldosín de mosaico, instala todos los días, desde hace 12 años, una dulcería portátil que consta de una vitrina, una repisa de hierro y un banquito.
“Esta la forma en la que yo trabajo para poder sostener mis necesidades, para colaborarle a mis hijos y a mis nietos”, explica Luz.
Sus principales clientes son los estudiantes tadeístas y lo que más le gusta de su trabajo es interactuar con ellos, conocer personas nuevas cada día. “Hay unos estudiantes que vienen y se me sientan ahí, y duramos hablando; que cómo les fue en el semestre, y esto y lo otro”, cuenta.
Como vecina de la universidad, Luz ha vivido toda la transformación de la zona, pues anteriormente era insegura y muy peligrosa.
“Cuando yo tenía 10 años, esto era invivible. Mi adolescencia aquí fue terrible porque uno después de las 7 de la noche no podía salir de la casa: atracaban, asesinaban. En cambio ahora ya se ve vigilancia las 24 horas, todo es más limpio, tenemos una mejor manera de vivir”, señala Luz.
Por eso para ella y su familia, la universidad es una buena vecina. “Me siento muy afortunada porque vivir en un sector de estos no es tan fácil. Gracias a que es una zona estudiantil, todo es más sano para bien de mis hijos y de mis nietos”, afirma.