Contrario a lo que cualquiera pudiera pensar, el nivel académico de las personas podría tener relación con su expectativa de vida y la prevención de enfermedades. Un estudio realizado en la Universidad de Kentucky revela que la educación superior es un asunto de salud pública, pues del nivel de escolaridad alcanzado dependerán factores como la asignación salarial, las probabilidades de empleabilidad, e incluso, la calidad de vida de las siguientes generaciones. Sin embargo, cifras de 2017, provenientes del Banco Mundial, señalan que en nuestro país el 37% de los estudiantes que inician un programa universitario no lo finalizan, mientras que el 53% de los estudiantes que realizan programas técnicos y tecnológicos desertan.
La profesora Sandra Patricia Barragán, del Grupo de Investigación Fundamentos y Didáctica de las Ciencias del Departamento de Ciencias Básicas y Modelado, ha indagado, desde 2009, las causas de la deserción, así como el impacto que tienen las estrategias de retención de estudiantes en universidades como Utadeo, haciendo uso del modelado matemático y estadístico: “Al tener contacto con las personas y observar que muchas de ellas vienen a la Universidad y luego no regresan, para uno como profesor es una situación triste”, comenta la docente acerca de los factores que la llevaron a sentir interés por el tema.
Fruto de estas investigaciones, en las que ha trabajado en conjunto con los profesores tadeístas Leandro González y Gloria Calderón, ha publicado nueve artículos y dos libros, uno de ellos titulado “La Universidad Jorge Tadeo Lozano: en el camino de la retención estudiantil”, publicación que se ha convertido en el informe institucional de retención estudiantil de nuestra Universidad: “La deserción para un país como Colombia es una situación no deseable, porque de la permanencia y la graduación de los estudiantes dependen muchísimas variables que beneficien al país”, comenta Barragán, quien también es miembro de la recién creada Red Universitaria para la Permanencia Estudiantil y Graduación Oportuna, donde la tadeísta participa en la mesa de investigación, compartiendo las prácticas en esta materia, con más de 24 universidades. En dicha red también participa la psicóloga de la Dirección de Bienestar Universitario de nuestra Universidad, Valentina Mantilla.
Sus primeras investigaciones se centraron en indagar las causas y caracterizar la población de los estudiantes que desertaron del programa de Contaduría Pública durante el 2003. Pese a que los estudios del Ministerio de Educación Nacional, para ese entonces, indicaban que las principales causas de retiro eran académicas y económicas, la investigación tadeísta mostró que la principal causa de deserción en ese programa era la maternidad, mientras que las mujeres fueron el principal grupo con riesgo de deserción, razón por la que Barragán asegura que "es importante la individualización de la deserción estudiantil y el análisis a nivel de cada una las instituciones de Educación Superior, mientras que el Ministerio de Educación se encarga de la generalidad".
Nueve años después, la investigadora realizó, en este mismo programa, un análisis de sobrevida a 353 estudiantes matriculados entre el primer semestre de 2001 y el primer semestre de 2017, encontrando que el primer y segundo semestre son los momentos de mayor deserción, mientras que a partir del cuarto semestre este nivel se estabiliza.
Un aspecto que sorprendió a los investigadores es que el promedio de graduación es de aproximadamente el doble de tiempo de la duración del programa académico, lo cual se justifica en que la mayor parte de los estudiantes deben ver menos materias por semestre, pues deben acomodar su carga académica a los horarios laborales.
De igual modo, para el 2013, el estudio institucional liderado por Barragán permitió la conformación de un comité de retención estudiantil, conformado por diferentes dependencias de la Universidad, al tiempo que se elaboraron los instrumentos institucionales para la recopilación de información en la hoja de matricula y la encuesta de causas de retiro, aplicados a los estudiantes que ingresaron en el tercer periodo académico de 2013. Entre los hallazgos del informe se destaca que “hay una genuina preocupación por parte de la Universidad en retener a sus estudiantes”, señala la investigadora, pero que inicialmente la información se manejaba de manera desarticulada y con reprocesos en las diferentes dependencias, al tiempo que no se habían oficializado protocolos de asistencia para esta población.
Sandra Barragán, docente e investigadora del Departamento de Modelado y Ciencias Básicas de Utadeo.
De allí se desprendieron diferentes recomendaciones en torno a la admisión y retiro de los estudiantes, entre ellas su caracterización en profundidad, así como el diseño de rutas académicas óptimas. En cuanto a la prestación de servicios académicos, se fortaleció el seguimiento a los procesos de cancelación de asignaturas, que según el estudio, obedecen en su mayoría a la sobrecarga de compromisos académicos y extracurriculares.
Como una ampliación a este estudio, posteriormente Barragán evaluó las variables intangibles, entre ellas el nivel de interacción social. En una población de estudiantes de la asignatura de Algebra Lineal, encontró que los tadeístas que eran considerados populares en sus grupos no presentaban buenos promedios académicos, mientras que los estudiantes que tenían buenas calificaciones tenían poca interacción.
Portada del libro "La Universidad Jorge Tadeo Lozano: en el camino de la retención estudiantil”.
Políticas sobre deserción, en buen camino pero con problemas de implementación
En mayo de este año, Colombia se convirtió en el país número 37 en ingresar a la OCDE. Sin embargo, ese organismo emitió una serie de recomendaciones en torno al sector educación, del que dice debe aumentar el gasto público y una mayor cualificación de los profesores. En concordancia con ello, Barragán sostiene que, a partir de su experiencia como investigadora en el tema, nuestro país debe mejorar tres factores. El primero de ellos tiene que ver con el Modelo de Indicadores de Desempeño de Educación (MIDE), implementado hace cuatro años por el Ministerio de Educación, el cual se hace necesario fortalecer a partir de estudios sistemáticos y continuos de la deserción estudiantil. Así mismo, señala que es necesario mejorar la formación de los profesores que trabajan en los pregrados, optimizando sus condiciones contractuales y verificando el seguimiento que estos hacen a las estrategias de retención de estudiantes, y por último, robustecer los mecanismos de evaluación de la calidad a las instituciones de educación superior.
Así, usando el modelo de interacción de Vincent Tinto y el análisis de sobrevida, la tadeísta analizó la efectividad de la política pública en su implementación en las universidades, así como propuestas para su mejora desde el modelado matemático, investigación que desarrolló como parte de su trabajo de grado en el Doctorado en Modelado en Política y Gestión Pública de Utadeo y la Universidad de Palermo (Italia): “Las políticas públicas están apuntando hacia donde deberían. Sin embargo, hay que reducir la brecha en la implementación”, sostiene la investigadora, quien basó su estudio en datos cuantitativos de nuestra Universidad, al tiempo que desarrolló un modelo conceptual basado en la técnica de Dynamic Performance Management de la universidad europea.
Las tadeístas Valentina Mantilla y Sandra Barragán integran el equipo de la Red Universitaria para la Permanencia Estudiantil y Graduación Oportuna.
Las propuestas, en ese sentido, giran en torno a pensar quiénes ejecutan estas políticas en las universidades, puesto que actualmente el 52% de la nómina docente en el sector público y privado está conformada por profesores de cátedra. De igual forma se insta a fortalecer estrategias de retención como las monitorias y los apoyos extraclase. Dichas propuestas, han sido elevadas al Centro de Altos Estudios Legislativos, con la aspiración de que puedan ser discutidas para el próximo cuatrienio de gobierno.
La más reciente investigación de Barragán, publicada en noviembre del año pasado en la Revista Sophia, gira en torno a los hallazgos sobre educación en Bogotá basados en la Encuesta Multipropósito de 2014, emitida por la Secretaría Distrital de Planeación. Haciendo uso de la minería de datos y técnicas descriptivas, Barragán y González encontraron que una de las mayores razones para no estudiar en la capital del país es la falta de dinero y la necesidad de trabajar, mientras que el estado civil es el factor más importante a la hora de estudiar, por encima de variables como el género o el estrato social.
Dos aspectos interesantes del estudio tienen que ver con los patrones de imitación de los hijos hacia su madre, pues la encuesta, realizada a 61.725 bogotanos, arroja que a mayor nivel de educación por parte de la madre, habrá mayores posibilidades de subir en los años de escolarización. Por otro lado, algunos bogotanos consideran que al finalizar su bachillerato también termina la vida académica.
Finalmente, Barragán continuará trabajando en la medición de la deserción universitaria, de la mano de la Red Universitaria para la Permanencia Estudiantil y Graduación Oportuna, con la que espera llevar a cabo estudios comunes y comparativos sobre el impacto de las estrategias de retención en las universidades miembro.