Se evidencia que hay fallas de comunicación entre los sectores público y privado.
Un tema de consenso entre los especialistas tiene que ver con el hecho de que el desempeño reciente de las exportaciones colombianas se caracteriza por la concentración en productos primarios y manufacturas basadas en recursos naturales, así como por la poca incorporación tecnológica.
Esta caracterización contrasta con el proceso de diversificación exportadora que se dio entre el 2001 y el 2002 soportada, parcialmente, en productos con niveles medios y altos de tecnología. En los referidos años, el monto de las ventas externas no tradicionales constituyeron 56 por ciento del total exportado por el país. Para el 2011 este dato fue del 30 por ciento.
Además de los reiterados diagnósticos que explican estos resultados por la revaluación del peso, los problemas de infraestructura, los sesgos que genera la bonanza mineroenergética, los retrocesos en competitividad, el contrabando, y demás, es pertinente preguntarse: ¿cuál ha sido el papel de la política comercial y de la institucionalidad en este proceso?
Al respecto, se podría señalar que con posterioridad a la apertura económica emprendida por el país en los años 90, se han venido adecuando los diferentes instrumentos de la referida política (aranceles, subsidios, cuotas, etc.) y la normatividad a las nuevas realidades del comercio mundial. Un aspecto para destacar de estos cambios ha sido la renovada regulación de la actividad, que ha privilegiado la interlocución entre los sectores privado y público, lo cual ha generado beneficios en lo que tiene que ver con concertación, cultura exportadora y conocimiento sectorial.
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