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Las capillas doctrineras, testigos vivientes de los tiempos de la colonia
Martes, Abril 30, 2019
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Dotadas con una riqueza ornamental única en América Latina, estas capillas, que datan del Siglo XVII, fueron construidas con el propósito de evangelizar a los nativos. Un grupo de investigadores tadeístas, liderados por la profesora Ana María Carreira, trabajan en torno a las relaciones existentes entre los ornamentos, la arquitectura y el paisaje de cinco de estos templos ubicados en Boyacá.
Por: Emanuel Enciso Camacho - Fotografías: Archivo investigadores

Una única nave rectangular y alargada, dotada de un techo a dos aguas con tejas, una torre o espadaña que aloja las tradicionales campanas que, con su sonido particular marcan el inicio de un evento religioso especial en el pueblo, y una casa cural al lado de esta construcción, son el común denominador de las ya famosas capillas o templos doctrineros que, pese a las inclemencias del tiempo y de la geografía en las que se encuentran, se mantienen en pie desde hace más de cuatrocientos años, como testigos de los tiempos de las encomiendas, en los inicios de la colonia.

Como comenta Ana María Carreira, profesora e investigadora del Departamento de Humanidades de Utadeo, las capillas construidas en el altiplano cundiboyacense son únicas en el mundo, dada su configuración y riqueza interior, manifiesta en sus ornamentos, retablos y pinturas murales que particularmente dan cuenta del encuentro intercultural entre el cristianismo católico proveniente de España y la cultura ancestral de los Muiscas, asentados en esa región: “en los retablos se plantea el discurso católico, las imágenes debían reproducirse a partir de grabados y estampas enviados desde España, pero hubo una apropiación por parte de los nativos, especialmente porque los pigmentos, instrumentos y otras fuentes que se utilizaban eran propios del lugar”. Ese discurso del nuevo dogma se dirigía a los nativos y mestizos, quienes, a su vez, eran los que construían y realizaban las imágenes.

Capilla de Santa Bárbara, en Sora (Boyacá)

Precisamente, en ese proceso de mestizaje dan cuenta las imágenes que se repiten en los ornamentos, como por ejemplo los soles representados en techos y retablos de las capillas, o en la apropiación de santos como San Isidro Labrador, patrono de los agricultores.

La investigación “Capillas doctrineras en la región cundiboyacense: ornamentación, arquitectura y paisaje”, liderada por Carreira, y que cuenta con la participación del profesor Enerdo Martínez (Escuela de Publicidad), del investigador Javier Ramos, y los estudiantes de Maestría en Estética e Historia del Arte William Romero y Yolanda Pachón, ha enfocado su atención en cinco capillas, ubicadas en el departamento de Boyacá: Tópaga, Sora, Cucaita, Oicatá y Chíquiza.

Estas capillas doctrineras, que datan de fines del siglo XVI, tienen una gran importancia histórica, arquitectónica y estética, dado que se situaron en lo que, en otrora, eran los pueblos de indios, lugares en los que se reunía a los indígenas con el fin de controlar el territorio y recoger los tributos para la corona, al tiempo que se evangelizaba a los nativos.

Retablo mayor y arco toral Capilla Inmaculada Concepción, en Tópaga (Boyacá)

Las primeras capillas tenían una estructura primaria y, en muchos casos, improvisada, pues eran construidas de bahareque y techos de paja​. Sin embargo, es en la segunda década del siglo XVII cuando se van a construir las estructuras que conocemos actualmente: “La riqueza ornamental de estas capillas hace pensar que hubo talleres de ornamentación muy importantes en Tunja. Cuando estas se construían, generalmente se instalaba un taller al lado, donde trabajaban los maestros de construcción, albañiles, talladores, doradores e imagineros (los que hacen las imágenes)”.

Uno de los mayores atractivos, dice la investigadora, se encuentra en los retablos, al igual que en la presencia del dorado en gran parte de los ornamentos, pues en tiempos de la colonia este metal precioso tenía un papel muy importante, en tanto representaba la luz de Dios. Otra particularidad, señala Carreira, son las pinturas murales que generalmente se encuentran escondidas: “usualmente cuando se comenzaban a construir las capillas, no había dinero para hacer los retablos, así que se pintaban las imágenes en los muros. Dos décadas después, comenzaron a realizarlos”.

Detalle arco toral capilla Inmaculada Concepción, en Tópaga

Pero, sin duda, uno de los ornamentos que más llamó la atención de los investigadores fueron los arcos torales de las iglesias, los cuales dividen espacialmente el lugar sagrado (el presbiterio) y el de los fieles (la nave). Uno de los más famosos es el de la capilla de Tópaga, fundada por los jesuitas, dados sus relieves en formas de santos, ángeles, arcángeles, dragones, y en la parte superior, un diablo con gruesos párpados, ojos, fauces, colmillos y cuernos que dan la percepción de que siempre está mirando a los feligreses. También en algunas iglesias se erigieron arcos triunfales, que, a diferencia de los torales, no tienen una función estructural sino solo decorativa.

Los investigadores también se dieron a la tarea de establecer las relaciones que guardan las capillas con el paisaje. La estructura urbana de los pueblos es en forma de cuadrícula (damero). La plaza es un rectángulo o un cuadrado, donde en uno de sus lados se ubica la capilla. En algunos casos, como en Sutatausa (Cundinamarca) y Tópaga, aún se encuentran las capillas posas, ubicadas en cada esquina de la plaza. Estas deben su nombre a que es donde se posaba al santísimo en las tradicionales procesiones del Corpus Christi.

Retablo mayor en iglesia de Cucaita 

Las capillas doctrineras siguen siendo el corazón del pueblo, la gente sabe si hay un matrimonio o un funeral, gracias al sonido de las campanas, pues estas son los espacios de socialización. Concurren a la misa del domingo y las fiestas patronales se celebran allí. Estas capillas no son un museo, son un espacio vivo, en el que las devociones y prácticas religiosas se mantienen y actualizan”, agrega Carreira.

Infortunadamente, a pesar de que estas capillas han sido declaradas monumentos nacionales, el paso del tiempo ha hecho estragos en sus estructuras, y en muchos casos, por falta de atención y financiamiento de las entidades gubernamentales, está en peligro su conservación.

Una de las apuestas de los investigadores ha sido en torno al trabajo mancomunado con los habitantes de los pueblos, los párrocos y sacristanes, actores con los que se ha ejercido pedagogía en torno al valor del patrimonio que habita en las capillas. Por ahora, lo han hecho a través de cartillas, inventarios de los elementos ornamentales, catálogos y postales que se les entrega, pero, en su tercera fase, la idea es llevar a cabo una exposición multimedia itinerante por estos pueblos, así como un ciclo de charlas en sus casas de la cultura.

Techo del Presbiterio Capilla Inmaculada Concepción, en Oicatá

 

Fruto del trabajo realizado en conjunto con el Semillero de Investigación de Capillas Doctrinas en la Región Cundiboyacense, se ha logrado levantar un inventario fotográfico, y también uno sonoro y audiovisual del entorno, principalmente los sonidos de los diferentes llamados de las campanas, así como el recorrido de las procesiones. También, menciona la investigadora, que se ha accedido a algunos de los libros de bautismo, de más de 300 años, que se encuentran en las casas parroquiales, en ellas se puede acceder al registro que se hacía del inventario de las capillas durante las visitas de los oidores que enviaba la corona.

De igual manera, con estudiantes y egresados de la Maestría en Estética e Historia del Arte de la Utadeo se está gestionando un voluntariado para proteger el retablo mayor de la capilla de Sora, el cual presenta graves problemas de gorgojos.

Así, y como la profesora Carreira lo menciona, las capillas doctrineras se convierten en construcciones que hacen parte de nuestro pasado y presente, y que tan solo investigaciones de este nivel, que cuenten con la contribución de todos los colombianos, puedan valorarse y conservarse este patrimonio para el futuro de nuestro país.

Capilla Santa Bárbara, en Sora
Fotos