200 años de la muerte de Jorge Tadeo Lozano

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03 de Octubre - 2016

A propósito del ciclo de conferencias para conmemorar los 200 años del fusilamiento de Jorge Tadeo Lozano, la profesora Patricia Osorio reflexiona en torno al conversatorio que se realizó sobre la supuesta infidelidad de Doña Magdalena Ortega de Nariño.

Álvaro Corral, director del Departamento de Humanidades, reflexiona sobre esta efemérides

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Álvaro Corral, director del Departamento de Humanidades, reflexiona sobre esta efemérides
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Lunes, Agosto 8, 2016
"En particular, la Misión de nuestra Universidad se compromete con los ideales de la Expedición Botánica, en la cual Tadeo Lozano participó e impulsó de muchas maneras".
Fotografía Laura Vega-Oficina de Comunicación.

Discurso pronunciado por el Dr. Álvaro Corral, director del Departamento de Humanidades, el 28 de julio de 2016, con ocasión de los grados conferidos por la Universidad Jorge Tadeo Lozano

Estimados señores y señoras, estimados egresados, estimados colegas de la mesa directiva,

Para la Universidad es motivo de orgullo y satisfacción entregar los diplomas que los acreditan como magísteres y especialistas en diferentes áreas del conocimiento. Agradecemos la confianza que ustedes nos brindaron para colaborar con su proceso de formación. Tengan las seguridad de que nosotros también aprendimos de ustedes nuevos conocimientos y maneras diferentes de aproximarnos a los problemas complejos que constituyeron sus objetos de estudio en estos años.

Felicito muy especialmente al grupo de maestras y maestros, quienes con el apoyo de la Secretaría de Educación del Distrito, lograron culminar con éxito sus estudios, sin haber descuidado sus obligaciones y compromisos en los colegios en los cuales desarrollan su labor docente. Los ciudadanos de Bogotá agradeceremos sus aportes a la formación  de niños y niñas en una época en la cual la educación parece regresar sin vacilación al centro de las preocupaciones políticas.

No quiero desaprovechar esta oportunidad para compartir con ustedes una breve reflexión. Nuestro país vive en estos días una oportunidad única, en la cual todos nosotros podemos aportar para legarles a nuestros hijos un país en paz, con menos desigualdades sociales y más oportunidades para todos.

Quiero recordar que hace 200 años, más exactamente el 6 de julio de 1816, fue fusilado en la huerta de Jaime, actual parque de los Mártires, el ilustre ciudadano Jorge Tadeo Lozano, de quien nuestra Universidad toma el nombre, no sólo para honrar un patriota, pues a su lado fueron llevados inútilmente al patíbulo otros hombres y mujeres, sino para recordar los ideales de nuestra Misión institucional, que fueron también el horizonte de las ideas por las cuales, ellos dieron sus vidas. Gracias al espíritu renovador de las ideas que trajo desde España a la Nueva Granada Don José Celestino Mutis, toda una generación de hombres y mujeres nacidos en las postrimerías del siglo XVIII, que sin ambages se conoce como el siglo de las Luces, se tomó muy en serio una idea sencilla que con el tiempo terminó por contaminar todas las demás ideas transformando la historia universal. La idea sencilla y simple que Mutis trajo al Nuevo Mundo y que luego algunos de sus colaboradores concretaron en la Expedición Botánica, no fue otra que la resumida por Immanuel Kant en la frase: “Atrévete a conocer y piensa por ti mismo”. Esta idea llegó al Virreinato y se enquistó en las mentes juveniles como un virus poderoso contra el cual no hubo cura alguna. Esta idea tenía la sencillez de invitar a hombres y mujeres a servirse de su propia razón sin recurrir a la dirección o tutela de nadie, como pretendían hacer creer la Iglesia y los monarcas. Con esta idea sencilla es posible conocer el mundo y convertir el conocimiento en ciencia. Con esta idea es posible inventar nuevos mundos y convertirlos en expresiones del arte o en empresas. Con esta idea sencilla fue posible entender que todos somos iguales frente a la ley y por lo tanto nadie tiene derechos privilegiados. Con base en el reconocimiento del derecho de la autonomía es posible construir relaciones pacíficas de convivencia que consoliden a largo plazo la vida de una república.

Después de 200 años de atormentada vida política, después de haber superado con sangre y lágrimas el absolutismo impuesto por el Imperio Español en América, después de haber aceptado con enormes frustraciones la condena injusta de hombres y mujeres que se han atrevido a cuestionar los principios dogmáticos de algunas religiones o de ciertas ideologías, esta idea sencilla acerca de la confianza en la autonomía de la razón humana, pareciera que acceder a ella fuera un dádiva obvia.

Precisamente por cuanto la consecución de esta idea sencilla ha sido un logro de muchas generaciones y el resultado de muchos esfuerzos aportados por quienes nos antecedieron es que resulta pertinente reflexionar acerca de la necesidad que tiene para todos los ciudadanos cuidar de su crecimiento y vigilar su desarrollo que se encuentra amenazado constantemente por aquellos que quisieran volver a instaurar un régimen de privilegios. Siempre han existido detractores del proyecto de la Ilustración, pues consideran que la autonomía no es un derecho para todas las personas, sino que ellos son sus privilegiados depositarios y buscan por todos los medios estrategias para hacerle creer a la gente que necesitan de dirección, en resumen alguien que piense y decida por ellos con algún discurso político, religioso o mediático.

Cuando se acepta sin rechistar la supuesta obviedad de esta idea sencilla acerca de la autonomía de la razón, los seres humanos se acomodan dejando rápidamente que sean otros quienes asuman la difícil tarea de pensar y decidir por ellos.

Queridos egresados, la misión de una universidad contemporánea es precisamente la de cultivar el espíritu en el fortalecimiento de esa idea sencilla. Todas las actividades del ser humano están esperando afuera como campos de cultivo para llevar a la práctica sus aportes. En particular, la Misión de nuestra Universidad se compromete con los ideales de la Expedición Botánica, en la cual Tadeo Lozano participó e impulsó de muchas maneras. De la idea sencilla de “Atrévete a pensar y a conocer por ti mismo”, los fundadores de la Tadeo y en clara reminiscencia con el proyecto de la Expedición Botánica que terminó trágicamente con los fusilamientos de 1816, optaron en 1954 por dar vida a una universidad pluralista y reconocedora de la diversidad, respetuosa del disenso como único mecanismo para construir acuerdos sociales de largo aliento. La Expedición Botánica les sirvió a ellos y nos sirve hoy de modelo para conocer el territorio y aprovecharlo en beneficio de sus gentes sin deterioro ambiental. Igualmente esta empresa sirvió de laboratorio para el desarrollo de la creatividad en las ciencias y en las artes. Y por último es necesario recordar que una vez el conocimiento logra zafarse de los grilletes que antes lo mantenían en silencio, las gentes exigen más libertades y más derechos. Así las cosas, los participantes de la Expedición empezaron a soñar con la posibilidad de la independencia política. De manera análoga, los fundadores quisieron emular ese espíritu y dieron vida a esta Universidad en los años de la última dictadura que padeció Colombia entre 1953 y 1957. Hoy nos corresponde a todos honrar esa tradición para cultivar los valores de la tolerancia y el respeto. De esta manera se cierra el círculo de los ideales ilustrados de la Expedición Botánica: creatividad en arte y ciencia, conocimiento del territorio y de sus posibilidades de explotación sin menoscabo del ambiente a través de empresas con sentido social y compromiso político para construir conjuntamente un mejor país, constituyen los focos misionales con los cuales está comprometida nuestra Universidad. En una ocasión como la de hoy queremos recordar, para no dejar pasar desapercibidos los hechos de los fusilamientos inútiles ocurridos hace 200 años, como lo fueron inútiles luego los muertos de las confrontaciones partidistas en los aciagos acontecimiento de la “Guerra de los mil días” y como lo han sido en épocas más recientes, las muertes inútiles de políticos, periodistas, humoristas, de tantas mujeres y hombres común y corrientes que seguramente todavía estarían contribuyendo al tejido social con sus empresas, sus ideas políticas, sus obras de arte y con sus reflexiones si sus vidas no hubieran sido cercenadas violentamente, si nuestro país hubiera aceptado las consecuencias directas que se deprenden de la idea sencilla por el respeto de la autonomía que le subyace a cada ciudadano. Se trata del derecho que le asiste a cada persona a ser diferente, a pensar de otras maneras y que tiene propuestas y alternativas para construir conjuntamente con todos un proyecto colectivo de nación.

La historia nos permite acceder al pasado, pero uno de sus sentidos, debe ser sobre todo el de servir de orientación para el presente y el futuro. Quien no conoce la historia corre el riesgo terrible de repetir los errores cometidos por otros. El historiador no escribe sólo para rememorar el pasado, sino que ilumina el futuro, llamando la atención sobre lo que no debe volver a ocurrir.

Si ahora nos es dado imaginar el pasado de lo ocurrido en 1816, nuestro país tiene hoy en sus manos la oportunidad de acabar un conflicto armado de décadas, y debe entonces establecer bases para diseñar el futuro que quisiéramos recordar con agrado. No debemos repetir los errores cometidos en esa época también conocida como “la Patria boba”. Si los patriotas de 1816 hubieran dejado de lado sus intereses personales y sus rencillas por buscar un protagonismo individual, si Lozano y Nariño, si los intelectuales y si la clase política de la época, hubiesen abandonado sus antagonismos y hubiesen hecho en aquel entonces un frente común basado en el interés general de la reciente República, quizá entonces las huestes del Imperio Español comandadas por Pablo Morillo, no habrían flanqueado Cartagena y no habrían podido llegar al interior para recuperar a sangre y fuego una colonia que tuvo que esperar hasta 1819 para alcanzar su independencia definitiva.

Ojalá algún día del lejano mañana podamos recordar que hoy tuvimos la oportunidad única para legar a las generaciones venideras el ejemplo de que sí somos capaces de dejar a un lado nuestras diferencias personales y construir el sueño de un mejor país. Ojalá podamos recordar también que sí fuimos capaces de darle a la paz una oportunidad, al superar nuestros odios y temores, que sí fuimos dignos de la paz que tanto anhelamos y que desde hace generaciones nos merecemos.

Para todos nuestros egresados, los mejores deseos por el éxito de sus proyectos personales y profesionales.

Gracias.