Glencore ofreció US$630,7 millones por el 51% de Reficar en agosto de 2006.
La empresa suiza se especializa en minería y es socia de la explotación carbonífera de El Cerrejón. Su contendiente era Petrobras, una firma especializada obviamente en petróleos, incluyendo plataformas marinas y refinerías. Glencore ofreció más conociendo que, dadas sus influencias en el alto Gobierno, podría ajustar las cargas en el camino.
Un informe de Semana del mismo año señalaba que Glencore quiso hacer un arreglo con Petrobras para que esta se encargara de la parte técnica de la ampliación de la refinería, algo que no tenía presentación para la perdedora. Por razones financieras o técnicas, Glencore se retira del proyecto en mayo de 2009 y Ecopetrol le reconoce US$549 millones, ajustando una pérdida de US$90 millones, pero sin indemnizar por incumplir el contrato. Uribe se reúne con el presidente de Glencore en Davos en 2010 y muestra su malestar personal por el retiro de la multinacional del negocio.
Glencore había contratado a Chicago Bridge & Iron para ejecutar el proyecto, bajo una modalidad de ECP (ingeniería, construcción y contratación), que era una forma de entregar la refinería llave en mano. Sin embargo, en julio de 2010 y ya bajo el control de Ecopetrol, el contrato se cambia por una modalidad de costos reembolsables que prohijó los excesos en todos los renglones de la obra, desde gastos locales y de contratación laboral hasta costos de personal extranjero y contratación de bienes de capital en Estados Unidos. Como todavía le faltaba un mes a la administración Uribe para entregar el poder, la responsabilidad es de su Gobierno y de la junta directiva que aprobó el cambio.
La contraloría del proyecto fue encargada a la firma Foster Wheeler sin licitación pública, aprovechando que estaba encargada de la misma función para la refinería de Barrancabermeja. Obviamente, la firma vigilante no hizo ninguna advertencia sobre los sobrecostos que se acumulaban contra las finanzas de Ecopetrol.
En agosto de 2012, el ministro Echeverry tiene un fuerte enfrentamiento con Orlando Cabrales por los sobrecostos que alcanzaban US$1.500 millones en ese momento y este abandona la gerencia de Reficar. Sin embargo, el choque no tiene ninguna consecuencia penal para el presidente saliente de la refinería ni para la junta directiva de Ecopetrol. En noviembre de 2012, Gutiérrez Pemberty, presidente de Ecopetrol, informa que la refinería está terminada en un 71% y será entregada en un año. Gutiérrez se retira sin problemas a fines de 2014 y Echeverry asume como nuevo presidente de la estatal colombiana en marzo de 2015.
La Contraloría investiga el caso desde agosto de 2013 por iniciativa propia y entrega su informe dos años y medio después. Tras US$2.500 millones de sobrecostos adicionales, hace una semana el ministro de Hacienda, el de Minas y Echeverry se rasgan las vestiduras y responsabilizan al gobierno de Uribe y a CB&I de la hecatombe. Cárdenas llegó a decir que era carísimo romper el contrato con CB&I y por eso prefirieron continuarlo para reclamar después.
Federico Maya, vicepresidente de refinación y petroquímica de Ecopetrol, expresó en 2014 que el contrato se podía terminar unilateralmente, con el pago de una multa de US$50 millones y cubriendo otros costos asociados. Se trataba de una fracción de los US$4.000 millones que se perdieron por la deficiente estructuración del contrato, la corrupción y la incompetencia.
Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com